El planteo del Levante el domingo lo había hecho estar, por momentos,
contrariado. El primer tiempo de este juego continuó por la misma senda, pero
Messi apareció en la segunda etapa en su partido 400 y desató la goleada del Barcelona 4-1.
Cosas del
destino, a un mismo equipo, de los considerados chicos en España, le toca
enfrentar tres veces en diez días al mejor conjunto mundial de los últimos
tiempos. Lógicamente, el planteamiento inicial puede variar o no, pero todo
está sujeto en hasta donde se puede aguantar contra ese equipo. El Levante se
vio las caras con el Barcelona ya dos veces de tres, y pudo sostener hasta donde
pudo lo que había mostrado por Liga. En el
primer partido de la serie de Copa del Rey, las cosas fueron diferentes. Si en
el primer partido, el día domingo, los de la comunidad valenciana habían
desarrollado un trabajo fantástico, la primera parte del segundo juego siguió
con la misma tónica, aunque con algunas modificaciones producto de la
proximidad entre ambos encuentros. Ese tipo de cambios estuvieron moldeados
solventemente sobre una base defensiva que respondió muy bien hasta el
entretiempo.
Durante el
choque del fin de semana, el Levante tuvo un despliegue defensivo enorme, muy
laborioso pero que acabó dándole resultado con un empate que fue muy festejado.
Un cierre de líneas estupendo, muy buena presión y retroceso rápido. Además,
cercaron a Messi con dos líneas de cinco y evitaron que el argentino tenga con
quién conectar. Mientras tanto, aprovechó la pelota parada.
Así encerró Levante a Messi en el partido por Liga |
Esta vez,
nuevamente en el mismo estadio de los granotas, los primeros 45 minutos
tuvieron el mismo sabor. Con varios cambios desde los dos lados, la ecuación no
cambiaba mucho. Repliegue modélico, veloz con los once jugadores que se
ubicaban detrás de la línea de la pelota post pérdida en segundos. El sistema por
el que apostó Caparrós era un 5-4-1, que durante la etapa inicial continuó
encerrando a Messi, y tuvo una mejor transición ofensiva. Después de recuperar
con buena presión, se lanzaba rápido aunque con un mayor desprendimiento de los
mediocampistas al ataque que el pasado encuentro. Xumetra resultaba clave para
los balones largos por su velocidad. Para no ser menos, volvió a apoyarse en la
pelota parada, uno de los recursos mejor trabajados, y se puso en ventaja, con
la insistencia del marroquí El Zhar, que tomó el rebote de su propio remate que
le tapó Pinto y convirtió el primero.
Ese tiempo
de arranque fueron la continuidad de la misma película. Un Barcelona con un
Sergi Roberto demasiado impreciso, un Messi cercado, sin desdobles por banda,
pero con una sustancial diferencia. Con pelotas largas a las espaldas de la
defensa, los de Martino estaban logrando que aumentaran los mano a mano con los
laterales rivales de Pedro y Tello, aunque el repliegue seguía siendo tan
intensivo que al momento de encarar ya había otro rival que cubría el espacio.
De todas
maneras, esa agresividad y solidaridad, ese compromiso, resultaba difícil
imaginarlo de la misma forma en el complemento. Y así resultó frente al el
equipo culé, que encontró el lugar para lastimar, que tuvo mejor circulación y
a un Messi que se encendió. Todo eso se potenciaría cuando el local, después de
defender de modo formidable, se hizo el gol en contra más insólito. La Pulga ya comenzaba a aparecer, y metió una enorme
habilitación a Tello, que definió al cuerpo del arquero Jiménez (extrañamente,
el DT sacó a un sensacional Keylor Navas en el primer juego). Ante el rebote,
Vyntra despejó y la pelota pegó en Juanfran para acabar en la red. Extraño,
pero el conjunto catalán encontró así la piedra basal para volcarse de cara al
arco contrario.
Messi y una de sus aceleraciones. Imparable |
En zona de
tres cuartos y con continuo movimiento, con mayor compañía de Xavi y el
adelantamiento de Song –mejor en primer pase y relevos como MC que construyendo
espacios de interior-, Messi comenzó a brillar. Una y otra aceleración, sacándose
rivales de encima y potenciando la misma fórmula con un Tello que convirtió
hat-trick pero que seguramente le tendrá que regalar la pelota. Como ningún
otro, el extremo que mejor desborda en el culé se potenció sobremanera con el
argentino.
Fueron cuatro
las habilitaciones, casi iguales, por arriba y por abajo, a espaldas de los ya
seis jugadores que componían la última línea del Levante. La primera derivó en
el gol en contra, las otras tres en definiciones del delantero, que atacaba el
espacio y convertía. Lo que era todavía un desarrollo complicado siguiendo el
trazo del último partido, Messi lo transformó en goleada. Un Messi escandaloso,
fenomenal, encontrando líneas de pase como él solo sabe hacerlo.
El planteo
de Caparrós duró un partido y medio. El desgaste fue tal que su equipo no pudo
desarrollar lo mismo en el segundo tiempo y, encima, se encontró con la figura
del ‘10’ que salió de la presión, se asoció con combinaciones rápidas y fue
letal. Para ir al Camp Nou, lógicamente el entrenador que gran fama se ha hecho
por esta clase de diseños en contra de los poderosos, deberá cambiar los
métodos. Aunque la serie ya parece sentenciada.
Nota relacionada: El no discurso del Rey
Nota relacionada: El no discurso del Rey
0 Comentarios..:
Publicar un comentario