El conjunto Ché no pasa un buen momento en lo deportivo pero tampoco en lo institucional. El ex DT de San Lorenzo arriba a un club que añora lo que supo ser hace no tanto tiempo.
De
salir campeón en Argentina con San Lorenzo a un Valencia con
una deuda económica abismal y un plantel que ha hecho de un
método una perdición. Así llega Juan Antonio
Pizzi a un Valencia que necesita urgentemente un proyecto salvador
para pelear puestos europeos y conseguir una digna actuación
en Europa.
La
realidad del Valencia no es nada sencilla. El club presenta una deuda de cerca de 300 millones de euros, de los cuales la mayoría se
debe a la construcción de un nuevo estadio que hoy mismo está
a medio hacer y parado, la Fundación Valencia CF cayó
en quiebra por impago y terminó en manos de la Generalitat
Valenciana, sus estrellas fueron vendidas y el cartel que se ganó
varias décadas como “tercer equipo más grande en
España” se transformó más en un mito que una
realidad.
La
temporada para los valencianos empezó con gran entusiasmo por
la contratación de Miroslav Djukic en el banquillo, ídolo
en el club y dejando un gran recuerdo en el aficionado español
con una gran actuación en el Valladolid, haciendo
un fútbol romántico y muy dinámico.
Pero poco a poco la esperanza se fue diluyendo, en especial porque
el “Método
Djukic” y
los jugadores nunca fueron una pareja perfecta.
El
paso de las fechas mostró un Valencia que se mostraba
competitivo y con largos tiempos de buen fútbol, aunque
casi siempre “la caprichosa” imponía su voluntad y
arrastraba sinsabores al conjunto Ché en los cuales le costaba
salir del mar profundo de la derrota. Ante el Swansea el proyecto
Djukic se vio amenazado por primera vez. Una contundente derrota 3-0 en el
primer tiempo hizo encender Mestalla y Djukic tomó nota del
momento.
La
prueba era contra
el Sevilla,
en casa. Y fue donde la magia apareció, y nada menos que de la
mano de un juvenil, Fede Cartabia. El argentino jugó como
titular y lejos de amilanarse, estableció las conexiones entre el
mediocampo y la pelota que tanta falta le hacían a ese
Valencia. Así fue que las mejores oportunidades corrieron por
su pie y junto con Canales rompieron moldes para rematar un partido
que se había hecho más complicado de lo que ellos
mismos pensaban.
Con
el paso de las fechas el Proyecto Djukic iba moldeándose
frente a los resultados y las circunstancias. Frente a la Real y el
Villarreal la estantería volvió a desbalancearse, y los
miedos volvieron a surgir en el Mediterráneo. Con un
panorama siempre boscoso y con problemas más de puntería
que de construcción, Djukic iba llevando la situación, cauteloso de no terminar estrellado.
Djukic no llegó a comerse el turrón |
Contra
el Elche se vio un cuadro de lo que fue la realidad futbolística
del Valencia con el serbio en el banquillo. El Valencia arrancó
a todo motor, queriendo la victoria para llevarla a su rebaño
y disfrutarla un poco en paz. Fede volvió a mostrar su calidad
y consiguieron rematar 12 veces solo en el primer tiempo, pero el
ansiado gol no había llegado. Cosas del destino del propio
juego seguramente tomaron posesión ese día, ya que el
Elche la primera oportunidad sería que tenía la mandaba
adentro de la red. Y como si de un sufridor nato se tratase, el
Valencia seguía con su empuje. De la mano del joven Bernat el
Valencia empataba el juego, pero un inesperado joven salió de
la otra acera, queriéndose sumar a la fiesta y solo con dos
remates le bastó para mostrar que ese día, el de la
portada era él y una vez más, las circunstancias
empeoraban las cosas en Valencia. Una victoria en Osasuna
parecía mostrarse como bálsamo, pero contra el
mejor equipo español,
hoy poca cosa se puede hacer.
El
serbio empezó su estadía con Javi Fuego-Banega como eje
conductor en el medio y terminando con la dupla Oriol Romeu-Parejo,
rompiendo y saliendo del agobio. Canales como conductor todavía
se lo espera en acción, Bernat como extremo eléctrico
gustó y salvó, Cartabia dando elegancia al juego apunta
como promesa y Jonas y Postiga tiraron del carro cuando hacía
falta, aunque sin demasiada certeza Así fue el equipo de
Djukic, muy romántico para armar y muy ingenuo para rematar.
Djukic
abandonó el bote (o más bien lo echaron) con una maleta
de sueños que desde el primer día quiso vender, pero
los tripulantes nunca pudieron entender porque ni siquiera llegaron a
palparlo.
Pizzi
ahora tiene el reto de convencer a los jugadores de un plan nuevo y
mantener anímicamente a un grupo que si por algo desbarrancó,
fue por eso. Justamente con San Lorenzo demostró que ante
situaciones cumbres, siempre apareció una figura para salvar
al equipo, y además contando con el factor suerte casi siempre
de su lado. Eso sí, frente a lesiones en sectores
importantes de la cancha, siempre buscó la forma de explotar
al máximo su plantel y sus jugadores, algo que siempre
consiguió con éxito.
Con
la noticia de que en los próximos días el
multimillonario Peter Lim estaría
dispuesto a comprar la deuda que
el club español tiene con Bankia, terminar el nuevo estadio de
Mestalla e invertir en jugadores. Pizzi puede encontrarse en una
situación muy parecida a la que se encontró en Boedo,
donde el empresario Marcelo Tinelli llegó a San Lorenzo
para salvar económicamente al club.
Con
todo esto, el técnico argentino encara un difícil reto
en tierras españolas, pero que vuelve la esperanza a los
valencianos de un nuevo comienzo para volver a ser ese equipo que,
para el hincha español, nunca dejó de ser: un grande.
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