El América de Cali cayó a la Segunda División de Colombia en el 2011 y aún no pudo regresar. Las sensaciones de un hincha de los Diablos Rojos y una realidad oscura para un grande de Latinoamérica.
Aquel 17 de diciembre todo parecía encaminarse hacia una victoria escarlata. No cabía en la cabeza de nadie que el Patriotas de Boyacá ganara en el Pascual Guerrero, casa del América de Cali, cuatro veces subcampeón de la Copa Libertadores y 13 veces campeón del torneo local. Pero el 2011 fue un año distinto, a mediados River Plate de Argentina había descendido y ahora, tan sólo seis meses después, América estaba al borde de llegar a la B. Todo el mundo sabe que el fútbol no es azar, pero también se tiene claro que nada está escrito, así que ese 17 de diciembre a pesar de que los números y la historia dijeran que los Diablos Rojos se quedarían en la A, yo, al igual que millones de hinchas Americanos, no estaba tranquilo.
Aquel 17 de diciembre todo parecía encaminarse hacia una victoria escarlata. No cabía en la cabeza de nadie que el Patriotas de Boyacá ganara en el Pascual Guerrero, casa del América de Cali, cuatro veces subcampeón de la Copa Libertadores y 13 veces campeón del torneo local. Pero el 2011 fue un año distinto, a mediados River Plate de Argentina había descendido y ahora, tan sólo seis meses después, América estaba al borde de llegar a la B. Todo el mundo sabe que el fútbol no es azar, pero también se tiene claro que nada está escrito, así que ese 17 de diciembre a pesar de que los números y la historia dijeran que los Diablos Rojos se quedarían en la A, yo, al igual que millones de hinchas Americanos, no estaba tranquilo.
El desastre administrativo del América de Cali nació en el
mismo momento donde el equipo del valle brilló con su luz más fuerte. Los
dineros sucios del narcotráfico llegaron a las arcas del club y con este se
pudo conformar un equipo de ensueño, Ricardo Gareca, Julio Falcioni, Roberto
Cabañas, Cesar Cueto, Anthony de Ávila, etc. Un onceno que no le envidiaba nada
a los mejores del planeta. Con este equipo logró ganar cinco campeonatos locales de
manera consecutiva y llegar a tres finales seguidas de la Copa Libertadores, hasta
el día de hoy solamente Boca Juniors ha logrado igualar ese récord de finales
consecutivas.
Pero llegó el momento de afrontar los errores cometidos en
el pasado y el equipo escarlata calló en la temible lista Clinton. En Marzo de
1996 la actividad económica del América de Cali quedó prácticamente congelada. Sin patrocinio en sus camisetas el equipo
comenzó a decaer. Al comienzo no fue tan notorio, los Diablos Rojos
consiguieron una nueva seguidilla de campeonatos locales e incluso llegaron a
semifinales de la Copa Libertadores, goleando a River Plate en el Pascual
Guerrero escenario que los vería caer a la segunda división años después.
En aquel partido del 17 de diciembre se definía todo para el
América, el conjunto escarlata no había tenido buenas campañas y por promedio
había caído a la promoción donde lo esperaba el Patriotas de Boyacá. Un equipo
no muy fuerte pero bastante ordenado. En la ida el partido había acabado 1-1 no
era un resultado malo, teniendo en cuenta que los Diablos Rojos eran visitantes, pero la historia les exigía más. Todos los hinchas queríamos más, ya había sido
suficiente con estar tan cerca del descenso ahora todos esperábamos que, en la
última oportunidad, en ese último suspiro que el fútbol siempre regala, en ese momento
donde la pelota puede estar a 80 metros del arco pero igual hay tensión, en el
segundo de los milagros, América se
salvara. Lastimosamente no fue así.
Jairo El Tigre Castillo, tal vez el último ídolo que ha
producido la institución, fue el encargado de abrir el marcador, minuto 4 del
segundo tiempo y América se quedaba en primera, pero tan sólo 15 minutos
después Anuar Guerrero remataba fuerte y a ras de piso, el balón se escurría
por entre las piernas del portero Diego Restrepo y el partido quedaba 1-1, todo
se definiría en la lotería de los penales. El punto de quiebre llegaría en la tercera ejecución de la serie, Jaime Córdoba remataba demasiado suave y el portero de
patriotas Carlos Chaves atajaba. Se recobró algo de la ilusión cuando Ever
Rentería falló el octavo disparo penal, sin embargo el Tigre Castillo, quien nos había
dado tantas alegrías, falló su penal y así se llegó al cobro final. El arquero
de Patriotas, Carlos Chaves, patearía el cobro decisivo, lo pateo fuerte al
centro, el golero formado en América no
falló y mandó a uno de los equipos más grandes de Colombia a la B. Chaves no gritó el gol, estaba casi igual de
destrozado a los jugadores del América.
Se sabía que el
regreso a la primera división iba a ser complicado, nunca se imaginó cuánto.
Eduardo Lara fue el encargado de agarrar ese problema, la base del América
descendido jugaría el primer año en la Segunda División. Lara daba garantías,
era un técnico serio que había tenido éxito con las selecciones juveniles de Colombia, de ese modo los escarlatas se encaminaron en una excursión totalmente diferente. Todos los que amamos esta institución
esperábamos que fuera un paso fugaz. No fue así.
Desde el primer partido los conducidos por Lara
sintieron la diferencia, el de segunda era un fútbol más vertiginoso, no tan
técnico. Acá prevalecía lo físico y el corazón con el que se jugaba cada
pelota. Además de esto todos los equipos querían lucirse cada vez que jugaban
contra el América, después de todo era el único partido de segunda que se
transmitía por TV, un fenómeno que nunca había experimentado la división de fútbol profesional colombiano.
El arranque fue buenísimo, ilusionaba con que la vuelta a Primera se diera justo ese mismo año. Pero el equipo se fue apagando de a poco
y el ascenso es algo que sólo se consigue con constancia. Para ascender los equipos tienen que salir campeones de los dos torneos que
se juegan a lo largo del año, debido al gran comienzo América se adjudico el
primero, el segundo lo ganó Alianza Petrolera. Esto significaba que había que
disputarse una final ida y vuelta para definir quién ascendería. Derrota en la
ida, victoria en la vuelta y nuevamente se definía todo a través del punto
penal y nuevamente en el Pascual Guerrero. Rubén Bustos la estrelló contra el
larguero y Stiven Mendoza prácticamente se la dio en las manos al arquero. Se
perdía la final y la última opción era jugar la promoción contra el Cúcuta
Deportivo. Los motilones, que supieron llegar a semifinales de la Copa
Libertadores en 2007, golearon a los Diablos Rojos 1-4 en el Pascual Guerrero. A pesar de mejorar bastante para el
partido de vuelta al América sólo le alcanzó para ganar 1-2 aniquilando
cualquier posibilidad de regresar a la A.
El 2013 llegó con mucha ilusión, renacieron las esperanzas
de volver a Primera, pero al final no pasó nada. El timonel del equipo lo
agarró Diego Umaña, el último técnico que nos sacó campeones y el mismo que nos
llevó a la final de Libertadores en 1996 contra River. Parecía que por fin
saldríamos de la B, pero el equipo fue un triste bosquejo del segundo semestre
del 2012 y no clasificó a ninguna de las finales del Torneo Postobón (nombre de
la segunda división colombiana de fútbol) lo que terminó por sentenciarnos a
otro año en la B. Lo único positivo que trajo el 2013 fue que por fin se logró
salir de la lista Clinton lo que implica una nueva vida, económicamente
hablando, para el club que espera salir, finalmente, de ese infierno que tiene
por nombre Segunda División.
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