El Hellas Verona y el Chievo brindaron un gran espectáculo. Los colistas se llevaron el Clásico della scala para alegría de su
gente segundos antes de finalizar el duelo y una parte de la ciudad se fue muy
contenta al ganar el tercer derby veronés disputado en la Serie A del
Calcio.
Muchos años esperaron para volverse a ver en un partido, un
encuentro, una batalla de barrios futboleros. Hellas Verona, el gigante que resurgió
de las cenizas por una lado; Chievo soportando las cargadas y complacido
porque nuevamente intentaría que llegase el día en que los burros volaran. Y
vaya que volaron.
El partido no entregó eso que se espera de un clásico, más bien aburrió por momentos, y en otros destelló. Los de Eugenio Corini marchan de manera irregular por la Serie A, como sucede hace algunos años y no puede resucitar esos gloriosos momentos en los que supo tener participación de pre-champions. El Verona, por su parte, con un buen aporte de dinero empresarial, lleva una buena estadía esta temporada, la que lo llevó en 13 fechas a superar la mitad de la tabla.
El derby della scala |
Pero volviendo al partido, en el trámite pasaba poco y nada. Ni Luca Toni, ni Juan Iturbe demostraron ser las figuras que ganaron partidos anteriores. Del otro lado, el
eterno Pellissier manejaba la pelota de un lado al otro, y hasta pareció que no
quería avanzar. Pero, ¿Por qué? Están jugando el derby machos, son titulares
para ir al frente, diría cualquier apasionado en su afán de vencer al enemigo acérrimo.
Tienen que demostrar que son mejores que ellos. Cosas que sucedió
históricamente, donde por la zona de Verona hay que demostrar que uno es mejor
que otro, que tiene la mejor casa, el mejor auto o el mejor lo que sea.
Il debuttante |
En el complemento llegó lo mejor; los ragazzi della curva quieren goles. Por el lado de
la tribuna de Hellas, el local, sonaba ese cantito que hasta enfrente del televisor
hacía estremecer: “Chievo ganará el día que los burros tengan alas”…Y esa
historia, ese burro que en décadas atrás, esas gloriosas del lado amarrillo,
habían construido unos cuantos simpatizantes de Chievo, unos cuantos entre sus
4.000 fans que lo acompañaban en la época, iba a llegar.
Por el sector izquierdo se impusieron los balcánicos: Dejan
Lazarevic, que había ingresado por Sestu, rompió con el 4-5-1 propuesto por
Corini, juega con Përparim Hetemaj que desborda, el esloveno fue en busca de la
pared y definió al primer palo. Eso bastó. A modo de ilusionismo los mismos
hinchas de Chievo comenzaban a levantar vuelo. Una linda manera de ganar un
encuentra de semejante talla después de mucho tiempo.
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