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La opción diferente

El Barcelona volvió a mostrar dos caras en un partido; venció a un pauperizado Milan por 3-1 y se clasificó a octavos de final de Champions. Messi anotó dos tantos, Busquets otro y descontó Piqué en contra.




El Milan debía preguntarse en qué momento el Barcelona le marcó dos goles, y debía estar sumamente extrañado cuando Neymar montó el contragolpe que terminó en paradón de Abbiati a Alexis. Era el Barcelona, con metros para correr, contra ellos. El equipo lombardo es un conjunto que suena a eco; cada momento menos intenso, se despierta y se acuesta todos los días con una nostalgia tremenda, reflejada en el rostro de Galliani hoy en el Camp Nou.


El Barcelona salió a lo de siempre: chocar contra una muralla y evitar el vuelo de las flechas de arriba. La diferencia de hoy, es que el Milan presentó dos líneas de cuatro, con Kaká y Robinho por el centro, esperando el contragolpe, a diferencia del 4-5-1 tradicional para este choque. Los culés controlaron el partido buena parte del primer tiempo, cortesía de Xavi e Iniesta, pero pudieron acelerar. Meter otra marcha. Leo recibió de cara más de una vez. Es cierto que el ‘6’ lo ralentiza todo ya, en estas circunstancias, más allá de su recolocación momentánea en el costado izquierdo del centro del campo para no dejar de participar en la circulación. 

Esos 20 minutos del Barcelona resultaron buenos, pero sosos. Messi tratando de tirar slaloms, intentando desequilibrar, pero extrañando un pie que le devolviera un balón, y sin ese punto de chispa que pronto recuperará. Era todo una cinta repetida, que hasta los locales ya les hastía. Aplicaron la ortodoxia pura consignada en la biblia blaugrana. Entonces, ahí, decidieron aflojar en pos de encontrar el gol. Pim pam. Dos tantos. El 2-1 resultó de un autogol de Piqué tras corrida de Kaká a la espalda de un Alves que algún día reclamará el apoyo que Xavi nunca le dio. Así se iba el partido al vestuario. El Milan sin generar casi nada, y el Barcelona de las alternativas.



Allegri dio entrada a Mario para la segunda parte. La primera pelota que tocó Balotelli fue parada de Valdés. El Milan salió con más decisión. Pagaría el peaje de un Neymar desatado, y un Alexis opuesto al de la primera parte. El conjunto italiano llegó a poner la línea defensiva en el centro del campo más de una vez. Decidieron entregarse un poco atrás. Como consecuencia de esa medida, al estar atrás más frágiles, sufrieron de varias oportunidades locales. Messi al poste, el milagro que Abbiati siempre realiza al menos una vez en el Camp Nou, esta vez ante Alexis, y el ‘11’ recordándole a más de uno a aquel que portó la ‘10’ antes que Leo.



Messi adora a quien le potencia y le entiende. Xavi e Iniesta dejaron de hacerlo con la fuerza del último lustro. En especial el de Terrassa. En cambio, Cesc Fábregas sí que lo hace. Salió a la cancha por Andrés, y cada jugada en la que participó, ventajas generó. En el 3-1, arranca desde atrás, se la da a Messi, apoya entre líneas, pared de primera, y golazo del argentino. El de Arenys está muy en forma, pero el Tata quiere al 100% cuanto antes a Iniesta, y no desea prescindir de Xavi, tal vez porque le considera el escalón entre Busquets y el resto, y no ve al manchego con la vocación, aún, para serlo.

El Barcelona debe encontrar equilibrio, en todos los sentidos de la palabra. Equilibrio ataque-defensa, y equilibrio en la elección del plan que ejecutará, más las variaciones del mismo en el partido. Hoy usó, otra vez, la opción distinta. Y le funcionó.

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