Lanús aplastó a River en el duelo de vuelta de cuartos de final de la
Copa Sudamericana. Le ganó por 3-1, haciendo un partido muy inteligente. Los de Ramón Díaz
nunca tuvieron una idea de juego y terminaron consumidos por su propia crisis.
Los últimos años de River, ya sea teniendo en cuenta lo institucional como lo deportivo, saben bastante de frustraciones. De nada sirve rememorar los sucesos ocurridos, aunque llegaba a esta vuelta de cuartos de final de la Copa Sudamericana con chances de ser uno de los cuatro mejores y volver, así sea en repechaje, a la Libertadores. Sin embargo, se encontró nuevamente con la dura realidad.
Después del
empate sin goles en la ida, Lanús hizo un partido perfecto en el Monumental. Inteligente,
terminó dando una lección de fútbol. Desde cualquier punto por donde se lo
mire. La táctica de los Barros Schelotto, en un principio, suponía mucho desgaste
de sus jugadores, y éstos lo tuvieron. No corrieron por correr, lo hicieron
bien, con la idea de juego siempre presente.
Los
dirigidos por Ramón Díaz, como viene siendo una costumbre en el semestre,
fueron muy repetitivos en sus movimientos. Ir por ir para adelante, sin un
estilo claro, sin nadie que se haga cargo de transportar el balón, sin salida
clara. En este último aspecto se vio una de las claves del encuentro. El DT del
conjunto visitante puso tres delanteros; más allá de ser arriesgado, fue
eficiente. Los tres puntas fueron los primeros defensores, nunca dejaron salir
limpio a River, que ante la mínima marca jugaba con Barovero y el arquero
tiraba el pelotazo a dividir.
Un punto de
inflexión en el partido fue el gol tempranero. Fue una constante durante los 90
minutos el desorden defensivo del local, y Velázquez tiró un pelotazo profundo
para Silva, que picó a espaldas de Pezzella. En ese movimiento, el uruguayo quebró
a la defensa, luego pivoteó muy bien y lo dejó de frente al arco a Somoza, que
llegaba de atrás. El volante central pateó y en el medio apareció González,
otro de los mediocampistas, que con un taco genial puso el primero para Lanús.
A partir de
la desventaja, el elenco Millonario perdió la brújula. No tuvo sentido alguno
de ataque ni idea clara para generar juego. Fabbro, solo en el medio, nunca
tuvo compañía. Menseguez (su titularidad demuestra que Ramón nunca encontró el
equipo) rotando de bandaas aunque siempre controlado por los laterales y Teófilo
flotando entre los centrales del Grana. Así se fueron consumiendo los minutos
de la etapa inicial, con la pelota parada (la única con peligro fue un remate
al palo de Fabbro) como única arma de ataque.
Con
mediocentros box to box como con los que dispone Lanús, tanto González como Ortiz,
los de Guillermo generaban contras rápidas tras recuperación que tomaban
totalmente desordenado a River. Así llegó el segundo tanto, antes del final de
la etapa inicial. Una gran jugada colectiva, con combinación por banda derecha
que fue la clave de la jugada, entre el “Pulpito” y Melano, y el centro bajo al
medio del área, convirtiendo Silva después de que Acosta dejara pasar la
pelota.
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Silva convirtió el segundo |
El
entrenador del equipo de Núñez metió los tres cambios juntos en el entretiempo.
Igualmente, juntó gente en ataque pero nunca encontró una asociación, ni una
ocasión para convertir y poner algo de suspenso al desarrollo del juego. Lanús
cedió el terreno, la iniciativa, esperando que el rival se viniese para
liquidarlo de contra.
Desde el
minuto 20 de la segunda mitad, comenzó a atacar el equipo del Sur el arco de Barovero. Con poco le alcanzaba para generar
ataques, con el gran despliegue de sus volantes y los delanteros, como así los
relevos que ingresaron en la misma sintonía desde el banco. Uno de los que entraron
terminó convirtiendo el tercero para ya sentenciar la goleada. La gestación de
la jugada fue por el costado izquierdo en la contra, y en el lado opuesto
apareció Ayala para anotar, tomando a contrapierna al arquero.
River, sin
ninguna idea de juego en todo el partido, siguió intentando ir, pero se repitió
lo de toda la noche. La defensa de Lanús tuvo un partido sensacional. Desde
Araujo y Velázquez haciendo la banda y proyectándose para desdoblarse con el
extremo, a Goltz e Izquierdoz, que tuvieron un partido perfecto y sacaron todo
de abajo y de arriba, especialmente en el juego aéreo.
El equipo
de Díaz siempre que fue intentó por arriba. Nunca encontró una vía, la zaga
contraria estuvo siempre sólida, férrea, resistente. El partido planteado por
el equipo visitante fue tan inteligente como pobre el del local. Una clara y
merecida victoria para Lanús, que en todo momento fue superior y terminó
arrollando a su adversario. River encontró el descuento en Teo de cabeza, pero
ya era demasiado tarde. Vendrán épocas de replanteamientos, mientras que el
Granate es un gran equipo, lo demostró hoy nuevamente, y sigue en carrera.
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