El conjunto balcánico está muy cerca de la clasificación a una cita grande, situación que les fue esquiva en 2010 y 2012. Definen mano a mano con Grecia un billete directo a Brasil; los bosnios cuentan con una gran generación.
Abril de 1992. Los ojos de ese joven pequeño de 6 años podían ver de cerca una de las peores y más cruentas guerras que ha existido en la historia. El joven Edin iba detrás de un balón (y con su familia huyendo de los bombardeos) en el cual enfundaba todo su amor ante tanta sangre derramada. Seguramente, Dzeko, soñaba con triunfar algún día con su selección, pero para eso faltaba mucho.
Abril de 1992. Los ojos de ese joven pequeño de 6 años podían ver de cerca una de las peores y más cruentas guerras que ha existido en la historia. El joven Edin iba detrás de un balón (y con su familia huyendo de los bombardeos) en el cual enfundaba todo su amor ante tanta sangre derramada. Seguramente, Dzeko, soñaba con triunfar algún día con su selección, pero para eso faltaba mucho.
De los más jóvenes en la alineación principal Bosnia, ese es Miralem Pjanic. El pequeño niño de apenas 3 años tuvo que exiliarse del
país, huyendo a Luxemburgo en busca de paz. Bosnia siempre ha sido un país
bastante discreto en cuanto a futbol. Con una leyenda en sus primeros años, pero que difícilmente podría aspirar a
algo debido al pobre nivel general de sus compañeros.
Pero la generación “guerrera” pronto tendría que despertar. Y así fue. La
primera esperanza fue la Euro del 2004. Estando terceros en el grupo, tocaba
enfrentar a Dinamarca. Un triunfo haría vibrar Sarajevo de alegría, pero no fue
así. El partido empezó mal, con un gol de Jorgensen, pero Bolić empataría
el partido. Bosnia lo nadó y nadó, pero se quedó al borde de la orilla. No
sería la única vez.
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Misimovic fue un adelantado |
El próximo reto era el Mundial de Alemania. Ahí aparecería el fundador de la
“época dorada”. Misimović debutaría en el primer partido ante España. Era un "10" diferente, con lectura de juego, pases increíbles, buen remate y sacrificio en
defensa. Sería el primer ladrillo para construir ese gran equipo que pronto se
vendría.
Bosnia jugó muy bien el clasificatorio, mostrando un equipo armado y sobretodo
muy luchador, con espíritu balcánico. Pero faltaba clase. Con un Misimović
joven pero virtuoso y Salihamidžić en su mejor versión, no bastaba para
clasificar, se necesitaba algo más. Al final el equipo acabaría tercero en su zona. Pero, si
algo sabían, era que había que esperar. La próxima meta era la Eurocopa del
2008. Pero el rumbo nunca fue bueno. Una serie de técnicos pasarían sin pena ni
gloria y el grupo tan unido del 2006 sufrió la perdición absoluta, y ante la
desorganización, los malos resultados llegaron. Bosnia terminó cuarta y con la
incertidumbre de no saber si los talentosos podrían hacer frente a los
problemas, o si tendrían que esperar un largo tiempo para poder vivir una
alegría.
Llegaron las clasificatorias para Sudáfrica, con la certeza de que en distintos
rincones del mundo, se hallaban increíbles bellezas bosnias listas para usar y
dar esperanza a un pueblo que nunca había visto la luz. Dzeko brillando en la
Bundesliga junto con Misimović, Pjanic apareciendo y llamando la
atención de los más grandes de Europa, Ibišević mostrando sus dotes
en Hoffenheim, Spahic con su experiencia en Rusia llevándola a Francia; Bosnia
contrata a Blažević (famoso por el 3er puesto en el Mundial de Francia 1998 con
Croacia) . Estaba todo listo, solo faltaba conseguir el objetivo. Y fue tan
fortuito todo que, después de quedar en segundo lugar por detrás de España, tuvo
que enfrentarse a Portugal.
Tenían la chance de quedar en la historia, pero liderando la bandera lusa estaba una bestia que no tenía como opción válida quedarse afuera de una cita a la cual su máxima competencia también estaría presente. Era una batalla entre la esperanza y la necesidad, y ganó la necesidad. Bruno Alves en la ida y Meireles en la vuelta esfumaron cualquier tipo de esperanza balcánica. La hazaña estuvo muy cerca nuevamente, pero otra vez se había escapado.
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Pjanic y Dzeko, claves en Bosnia |
Tenían la chance de quedar en la historia, pero liderando la bandera lusa estaba una bestia que no tenía como opción válida quedarse afuera de una cita a la cual su máxima competencia también estaría presente. Era una batalla entre la esperanza y la necesidad, y ganó la necesidad. Bruno Alves en la ida y Meireles en la vuelta esfumaron cualquier tipo de esperanza balcánica. La hazaña estuvo muy cerca nuevamente, pero otra vez se había escapado.
Un 11 de octubre en Saint Denis parecía ser el día indicado para el hito, pero
un par de decisiones arbitrales cortó cualquier lazo con la
gloria. Pero quedaba la puerta de escape, con la que también se podía soñar y
cumplir el sueño, en este caso clasificar a la Euro 2012. El rival era un viejo enemigo, y la posibilidad de revancha
se ansiaba con fervor. En Bosnia, los locales impusieron su actitud y su
energía contagiosa ante los portugueses, pero no su calidad innata. Fue un 0- 0 con sabor amargo. Se
tendría que definir en Portugal. Y ahí, Cristiano apareció y mostró todo el
potencial que la afición lusa le había reclamado. Un gol de tiro libre a los 8
minutos fue un puñal para los bosnios, y con ello, todo lo demás. Si, Bosnia lo tenía (casi) todo y a todos, pero una vez mas
no fue posible, la Euro de 2012 quedaba en la memoria como otra frustración.
2012 se presentaba como un año más para luchar, pero el panorama ya era muy diferente.
Los más jóvenes adquirieron experiencia, Dzeko (de a poco) se transformaba en uno de los mejores “nueves” del mundo, Lulić impresionaba en la Lazio, Ibišević se convertía en un temible delantero, y Pjanić aprendía en Roma un poco de futbol “alegre”. Los bosnios empezaron las eliminatorias con un futbol impecable y preciso y después de la victoria ante Grecia, el sueño empezó a tomar color. Frente a Eslovaquia de visitante era el reto determinante. El partido estuvo a la altura de las circunstancias. Hamsik dio la ventaja, pero el equipo bosnio peleó y buscó, hasta que Bicakcic y Hajrovic hicieron explotar de alegría al país balcánico. Un país que celebra y se esperanza, pese al llamado a tranquilidad de su director técnico. Él sí que lo tiene claro, el momento más dulce para sus jugadores ha llegado. Un pueblo para el que después de tan miseria y tanta infamia una alegría sería, por lo menos, un acto de justicia.
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Naciones emergentes: Islandia
Los más jóvenes adquirieron experiencia, Dzeko (de a poco) se transformaba en uno de los mejores “nueves” del mundo, Lulić impresionaba en la Lazio, Ibišević se convertía en un temible delantero, y Pjanić aprendía en Roma un poco de futbol “alegre”. Los bosnios empezaron las eliminatorias con un futbol impecable y preciso y después de la victoria ante Grecia, el sueño empezó a tomar color. Frente a Eslovaquia de visitante era el reto determinante. El partido estuvo a la altura de las circunstancias. Hamsik dio la ventaja, pero el equipo bosnio peleó y buscó, hasta que Bicakcic y Hajrovic hicieron explotar de alegría al país balcánico. Un país que celebra y se esperanza, pese al llamado a tranquilidad de su director técnico. Él sí que lo tiene claro, el momento más dulce para sus jugadores ha llegado. Un pueblo para el que después de tan miseria y tanta infamia una alegría sería, por lo menos, un acto de justicia.
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