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Etapa nueva, esquema viejo

¿Por qué el Manchester United aún no arranca? Eso tratamos de explicar en este informe que aborda cómo fue el inicio de David Moyes en el mítico banco de los Diablos Rojos que dejó vacante Sir Alex Ferguson.



Cuando el joven Alex Ferguson firmaba el contrato para ser el nuevo entrenador del Manchester United en 1986, aún se podía observar un partido de pie en el Old Trafford. Ryan Giggs estaba a días de soplar trece velas y en las vitrinas del estadio, sólo posaba una orejona.

Después de 25 años y cuarenta títulos, los máximos mandatarios debían tomar una decisión inusual; tendrían que pensar en un reemplazante del técnico en vigencia y, como era de esperar, los rumores estuvieron a la orden del día. Se nombraron entrenadores de elite como José Mourinho, pero finalmente, como en el año en que Maradona levantaba la copa en México, apostaron fuerte a un técnico que no entraba en la consideración de los periodistas, ni tampoco en la de los hicnhas. El elegido sería un compatriota de Ferguson,  el escocés David Moyes.

El ex entrenador del Everton se encontró, ante el desafío más grande de su carrera, ya que  no sólo debía convencer a sus críticos, sino que también lo debería hacer con  sus jugadores y rivales. Su reconocido trabajo en Merseyside lo acercó al Old Trafford.  Su decisión fue de un entrenador que tiene que ocupar el lugar de un legendario: mantener la base y no arriesgar demasiado. Se basó, en  que, el camino que había empezado a recorrer Ferguson era el correcto y que no sería lo adecuado cambiar abrúptamente. 

Pero vale la pena destacar que los modelos no funcionan igual con diferentes técnicos. Cada uno debe convencer a sus dirigidos, de las ideas que tiene, y expresarles cómo y porqué son especiales cada uno de ellos. Los intérpretes conocían el trabajo, lo habían realizado, en cambio, Moyes, sólo había sido un observador y en algunas ocasiones rival. El nuevo entrenador debía cambiar su clásico 4-4-2, que ante rivales poderosos se transformaba en un 4-5-1, para liderar un proyecto en el que es obligación dominar en todos los partidos y refugiarse no es una opción.

Mientras tanto, el United transita un inicio de liga irregular (11 puntos de 24 posibles) con deficiencia en el retroceso y falta de jerarquía en tres cuartos de cancha. Además, el goleador de la pasada temporada, Robin Van Persie, parece estar enemistado con el gol. No porque las cuatro dianas que suma en siete partidos sean poco, sino porque ha desperdiciado más de lo habitual en él.

Si uno compara un partido del Manchester de Moyes, con el de Ferguson, se encuentra con que las diferencias brillan por su ausencia. Ambos encuentran en Carrick la seguridad de un volante tapón y lo mantienen en el equipo, pese al constante cambio de nombres en los once iniciales. Lo abstracto, el esquema, también se mantiene igual: Cuatro defensores, dos mediocampistas defensivos, dos volantes ofensivos por las bandas y dos puntas.

El planteo es el mismo, pero el resultado es otro. Dejaron de ser el equipo sólido y temible, para transformarse en un rival “ganable”, con un retroceso deficiente que les otorga a los rivales suficiente espacio para que los lastimen con facilidad. Los laterales no se destacan por la marca, y los volantes ofensivos no se comprometen en la recuperación de la pelota.




Tanto para Ferguson, como para Moyes, Evra  representa un arma de doble filo. El déficit en la marca lo compensa con el instinto ofensivo que lo lleva a pisar el área rival en el momento oportuno. Sus incansables apariciones suelen terminar en un efectivo pase atrás, lo que convierte en una variante en ataque. De esta manera el francés se mantiene como indispensable en el carril izquierdo. Además, no tiene un sustituto de jerarquía, ya que su reemplazante natural es el holandés Alexander Butner, un joven de 24 años que apenas sumó seis partidos desde su llegada al club en 2012.



En el mediocampo los centrales parecen ser las cartas más sólidas con las que cuenta el técnico escocés. Tanto Carrick, como el recién llegado Fellaini, parecen estar un paso por encima, del experimentado Giggs y del brasilero Anderson. Son el corazón de un equipo que intenta volver a transitar la senda de las victorias, a partir de la creación y recuperación de sus dos volantes defensivos. Mientras tanto, sin destacarse entre ellos, Cleverley, Nani, Kagawa, Valencia, Januzaj y Young, alternan para ocupar los dos puestos vacantes en el medio de la cancha.

Sin cambiar el esquema, ni el estilo de juego,  el equipo de Moyes se muestra tan versátil como el de Ferguson. El ex entrenador del Everton no ha mostrado su impronta, ni siquiera a la hora de elegir ciertos nombres por encima de otros y mantiene la idea de su antecesor: repartir minutos por igual en las posiciones sin titulares indiscutibles.

Sin encontrar tantas diferencias entre un estilo de juego y otro, crece la incertidumbre. ¿El equipo no rinde porque no cree en el técnico? ¿O simplemente los rivales enfrentan al United de otra manera porque quien los dirige no es más Ferguson?

El hombre detrás de la línea de cal, aquel que se sienta en el banco y observa el partido desde un lugar privilegiado, juega un partido aparte. El trabajo, la toma de decisiones y hasta los cambios son vistos de diferentes maneras por los rivales, según quien los haga. En el caso de Ferguson cada una de sus indicaciones eran tomadas por sus rivales como alertas. Una variante durante el partido, significaba una medida sabía para fortalecer al equipo. Por otra parte, Moyes, sufre el efecto inverso. Cada sustitución alimenta el murmullo y las dudas que acechan al Old Trafford, porque son percibidas como signos de debilidad y falta de convicción en el juego que se está llevando a cabo.   

A Moyes le está costando como en algún momento le costó a Ferguson. No hay que olvidarse que en sus primero cuatro años “Fergie”, como lo apodan en Inglaterra, terminó debajo de la mitad de tabla en tres ocasiones. Los tiempos cambiaron, son otros.  Ahora trabajan contrarreloj y sólo los máximos directivos del Manchester son capaces de saber cuánto soportaran un equipo con andar irregular, o si seguirán con su vieja política, de elegir un entrenador con vistas a un proyecto a largo plazo. 

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