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En el momento justo

En un partido para guardar, Arsenal ratificó el liderato de la Premier League en soledad. Wilshere, Özil por duplicado y Ramsey marcaron. Howson había descontado para el Norwich.




Momento para colocarse a pleno como líder del campeonato, Liverpool había empatado. Por eso, Wenger salió con casi todo lo mejor que tenía. Probó, por primera vez con el Cazorla-Wilshere-Özil. Una de las tantas posibilidades que tiene  para crear fútbol. Arteta-Flamini, pareja sólida en el medio. Giroud, punta.

No jugaba con los habituales extremos, ni Walcott, ni Podolski, ni Chamberlain estaban. En vez de ellos, estaban Wilshere y Cazorla, jugando con perfil cambiado. Pero todos, con la movilidad suficiente para intercambiar posiciones y moverse por todo el campo.

Norwich, como era de esperar, planteó líneas defensivas infranqueables, apostaba a enredarle el partido al Arsenal y buscar alguna contra aislada o pelota quieta. Arsenal dominó de inicio, por eso no tuvo problemas con eso de momento. Ya comenzaban a juntarse Cazorla y Özil. Y al no tener extremos, Gibbs y Sagna, salían con total naturalidad. Los Gunners, presionaban cada salida del visitante y apostaba ganar la pelota arriba para crear más rápido.

Alta sociedad.
Arsenal rodeó, merodeó, lanzó, hasta que golpeó. Y de qué manera. Wilshere salió limpio desde su campo y combinó con Cazorla y Giroud, sucesión de tacos y precisión que dejaron imposibilitada a la defensa contraria. Al final, Wilshere define con la exquisitez que pedía la jugada para que terminara siendo, si no el mejor, uno de los mejores goles del año. Made in Arsenal Wenger. El gol merece un capítulo aparte.

Norwich, tendría entonces que salir y plantear otra cosa. Pero esperó. Arsenal siguió dominando, mostrando una gran capacidad asociativa. Luego vino el momento del quiebre, uno de los jugadores que mantenían la armonía y la solidez en marca, tuvo que salir lesionado. Con la salida de Flamini, y el ingreso de Ramsey, Arsenal perdió fiereza. El único posicional pasó a ser Arteta, que no pudo soportar el embate del visitante. En eso, quien debía entonces responder, lo hizo. Szczesny salvó al equipo al final del primer tiempo.

Cerebro y goleador.
El comienzo de segundo tiempo fue igual. Los de Wenger perdieron el balón, arma principal con la cual se defienden. Perdió intensidad a la hora de presionar y dejó acercar al rival, Szczesny siguió respondiendo. Arsenal se estaba durmiendo y ahí, sabemos que suele costarle puntos. Pero prepararon un café. Utilizando el manual del contragolpe, en la primera llegada en el segundo tiempo, golpeó, en un momento justo. Giroud, se convertía en el socio de todos. Momento de confianza para el francés, que todo le salía. Özil definió de cabeza. El café despertó a los rojos solo por unos minutos, porque iba a volver a pestañear. Y ahí el Norwich iba a descontar. El partido seguía vivo y el visitante insistía.

Pero el mejor jugador del Arsenal en lo que va de la temporada iba a aparecer. En todo su esplendor. Ratificando que el jugador con confianza es otra cosa. Muy diferente a como hubiera definido hace un año, Ramsey metió dos enganches en el área, con la tranquilidad de un niño que juega en la calle. El gol, no fue un café, fue un energizante. Arsenal volvió a golpear en el momento justo. Y esta vez no dejó posibilidad a dudas. Aprovechó y mató el partido. Otra vez, Özil definió. No hubo gol feo en el partido.

El juego dejó sensaciones muy buenas en Londres. Arsenal, aunque no ha ganado nada, vuelve al fútbol que lo supo posicionar en su momento. Con grandes sociedades, con confianza y convicción. El martes, por Champions, tendrá otra prueba. 

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