Lanús pegó justo y se aprovechó del desconcierto de un Racing bipolar. Por momentos parece ser un conjunto capaz de todo y en otros lapsos muestra su cara más terrorífica. Los dos goles anotados por los Granates los dejan a un paso de la siguiente instancia.
Una invitación a un sube y baja de sensaciones, un carrusel de estados de anímo y un permanente autoboicot. Eso es Racing y así lo vive su gente. La razón no manda, la lógica no abunda y así sólo el nervio aparece como un bien preciado.
No importará si mejoró su prestación con respecto a sus dos presentaciones previas, si mereció o no la derrota, si tiene signos que inviten a una recuperación. El nervio prevalecerá y se pedirá la cabeza del entrenador de turno y la salida de unos cuantos jugadores, pese a que apenas se hayan disputado 270 minutos de temporada y este grupo (con algunos retoques) haya finalizado cuarto en la pasada campaña en Argentina.
La mesa estaba servida y Lanús la aprovechó. Esperó su momento, aguantó un chubasco y cuando olió sangre el Granate machacó fuerte. Sus tres puntas insinuaban más de lo que concretaban, pero cuando hirieron a Racing lo hicieron de forma profunda.
Pero claro, antes el nervio racinguista había puesto al equipo cerca de la ventaja. Zubeldía declama que prefiero el vértigo, la multiplicidad de duelos mano a mano en desmedro de un juego más pausado y elaborado. La realidad es que Racing solo genera ataques claros cuando recupera en el mediocampo y ahí puede salir rápido. Es que en ataque no presiona (sería mucho más peligroso si pudiera intentar atorar 30 metros más arriba, pero sus marcadores centrales no dan garantías) y cuando se hace de la pelota en zona próxima a Saja la meta rival está demasiado lejos como para ensayar contras.
En ese marco, Lanús estuvo impreciso y así Racing tuvo opciones claras para desnivelar en los primeros 30 minutos. Centurión se parece cada vez más al que deslumbró hace un año y de su picardía nacieron todos los ataques de los locales en el primer tiempo. Viola y Hauche en el inicio mostraron buena sintonía en los duelos antes los defensores y el primero parecía cercano. Sin embargo la impericia frente a Marchersín por un lado y la salida por lesión de Zuculini termnaron por negarle el primero a la Academia.
Es que ninguno debe representar más ese nervio que Bruno Zuculini. Aún tiene muchas carencias en su juego, pero es el que mantiene la tensión competitiva de sus compañeros; el pálido ingreso de Diego Villar demostró cuán importante es el de Escobar. Los decibeles iban in crescendo y de repente el mazazo: en un tiro de esquina, Paolo Goltz saltó solo (Corvalán lo perdió) y luego de una tapada de Saja y un posterior remate, Melano puso el primero. Sí, uno de esos cuchillos que amenazaban a la endeble zaga académica.
Los nervios se propagan en el Cilindro más rápido que la luz; los cinco minutos finales del primer tiempo fueron de goce visitante y padecimiento local. Goltz casi mete un tiro libre delicioso pero entre Saja y el travesaño lo evitaron. La tensión era evidente en los jugadores de Racing quienes pasaron a cometer errores continuos. Primero Pelletieri -de pobre partido- y luego Villar perdieron el balón y Romero cabalgó con toda la calma y sapiencia que no tenían sus rivales y terminó por fusilar a Saja. Otra cuchillada, esta vez parecía mortal.
Hagamos un alto. Porque Lanús está en un cierto debate. Hoy puso tres delanteros que tienen todo como para complementarse (incluso Acosta cuando ingresó también mostró credenciales) y no concretaron lo que insinuaron. Tal vez mucho tenga que ver que ese medio con valores interesantes no hizo pie; el Marciano Ortíz debe ir siendo cada vez más importante en ese equipo.
El segundo tiempo prometía una masacre, el panorama invitaba a creer en eso. Zubeldía híper reprobado y jugadores que increíblemente ya comienzan a ser resistidos como Rodrigo De Paul, sí, uno de esos por los que muchos sacaban pecho hace poco tiempo y que apenas tiene 19 años. Sin embargo, Lanús se dedicó a esperar y de las gambetas de Centurión fue renaciendo la esperanza.
Delfino debió sancionar un penal sobre el extremo en uno de sus desbordes; Racing con ímpetu y con una buena sociedad entre Pillud y Centurión comenzaba a ser punzante. Sin embargo el joven de Avellaneda salió lesionado, cuando el nervio parecía desinflarse, llegó la sorpresa de la noche.
Sorpresa para el gran público, porque los que siguen de cerca la actualida dde la Reserva de Racing hablaban muy bien de Roger Beyker Martínez Tobinson, un delantero colombiano de 18 años que desde que entró hizo todo bien. Un cabezazo, buenas combinaciones, un penal que le cometieron (y que no fuera sancionado) y mucha finura. Para seguir.
El nervio de De Paul parecía extinto. Recibiendo un castigo que no merecía, el "10" tuvo un destello brillante con el centro ideal que terminó cabeceando Viola también de forma brillante. Todo lo que era desazón se convertía en locura...y cerca estuvo de ser delirio cuando el colombiano habilitó a Hauche. El de Temperley quiso poner paños fríos en un momento tenso: la cuchareó y se fue apenas desviado. Fue la más clara; por querer ir a contramano de todos, terminó pagando el Demonio.
La serie parece casi resuelta. Racing debe salir a anotar dos goles y proponer no es lo que mejor le sienta al tenso equipo de Zubeldía. Dio un paso adelante en algún sentido pero al mismo tiempo quedó casi out de la Sudamericana. El diván racinguista lo excede -aunque también forme parte de él- al entrenador. Lanús aún debe sellar su identidad, material tiene de sobra y haber dado un paso tan firme como el que dio en Avellaneda puede resultar ideal en esa búsqueda.
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