“Mourinho y yo nunca seremos amigos”, aclaró de antemano Carlo Ancelotti, el nuevo entrenador del
Real Madrid, que viene para ocupar el lugar que dejó Mou. Aterriza en el Bernabéu con una gran estela de títulos y de buenos
equipos en sus manos. ¿Quién es el hombre que sueña con alcanzar La Décima?
Sus equipos son, o tratan de ser, inquebrantables en defensa
y letales a la hora de ir al ataque. El entrenador, con una vasta experiencia
en los banquillos más fuertes de Europa, logra hacer algo que casi nadie
alcanza: armar planteles con el poder de crear las más grandes ilusiones con
las armas de un fútbol atractivo, efectivo y aplastante. Justo lo que formó al
hincha del Real Madrid.
La historia de ‘Carletto’ con el Madrid comenzó allá a lo
lejos y hace tiempo. Un gol fue el puntapié inicial de un círculo futbolístico
que volvió a cerrarse cuando dio el portazo en el Paris Saint Germain y selló
su vínculo para ocupar la banca del ‘Merengue’ durante las próximas tres
temporadas. El gol al que hago mención es el que le propinó a Paco Buyo en la
semifinal de la Copa de Europa en 1989. Ese día, en el San Siro, cuando Ancelotti
formaba parte del Milan dirigido por Arrigo Sacchi, el Madrid recibió
una de las peores goleadas de su vida al caer por 5-0.
Sin ese recuerdo, que al hincha madridista le toca lo más
profundo de su alma, Ancelotti llegó al Real Madrid luego de haber triunfado en
cada institución donde montó su equipo de trabajo. Su historia, que seguramente
nunca pensó que llegaría tan lejos, comenzó al lado de su maestro, de su
mentor. Arrigo Sacchi lo empapó de su sabiduría y lo puso como ayudante en el
cuerpo técnico que estuvo al frente de la selección italiana en el Mundial de
Estados Unidos 1994, ese mismo torneo donde le “cortaron” las piernas a Diego
Armando Maradona y donde los tanos perdieron por penales ante Brasil.
Pero la chance de embarcarse solo en el sueño de ser entrenador, no
iba a tardar en llegar. La Associazione Calcio Reggiana 1919, o el Reggiana
si lo pasamos al criollo, fue la primera institución que confió en su
inexperiencia y le convidó las primeras mieles del éxito. El resultado fue
inesperado y una notoriedad: a final de la temporada 1995, el conjunto de la
región Emilia-Romaña, que a su vez es la pequeña porción de tierra donde nació
el entrenador, consiguió el ascenso a la Serie A.
Con un título en su valija, emprendió el periplo que hoy lo
topa con el Real Madrid de Florentino Pérez. El primer destino, luego de ese
primer amor que fue el Reggiana, transcurrió en el Parma. Con los parmesanos
terminó en el segundo puesto en la temporada 96/97. Al año siguiente
consiguió un quinto puesto y la clasificación a la Copa de la UEFA. Se quedó
con la espina clavada de no haber conseguido un título, ya que de ahí en más esa
astilla quedaría sumergida en lo más profundo de su ser porque logró ganar, por lo
menos un título, en cada club donde estuvo como entrenador.
La vida fue presurosa con Ancelotti. La Juventus, modelo
1999, y Marcello Lippi vivían sus últimos tiempos de romance. Dos derrotas
consecutivas ante Cagliari y Parma, acabaron con la relación. Entonces la
“Vecchia Signora” lo buscó a él. Hombre relacionado con el Milan, uno de los
máximos rivales, pero con un corto currículum que lo ataba a una candidatura
solitaria. Llegó al equipo donde brillaban los Zinedine Zidane, los Edgar Davids y los Juan Eduardo Esnáider. Y este último lo pintó, a ‘Carletto’, en una
entrevista a un diario internacional: “Tiene
cercanía con el jugador. Pero cuando tiene que ser duro, es duro”.
Y aunque no fue capaz de ganar el Scudetto, en Turín estuvo tres
temporadas. Su primer modelo de Juventus culminó sexto el torneo nacional, alcanzó
las semifinales de la Champions League para luego caer derrotado ante el
poderoso Manchester United y levantó una Intertoto. En la otra temporada con el
único objetivo puesto en la Serie A se aferró a un segundo puesto con un punto
de diferencia por debajo de la Lazio. Aunque fue un gusto amargo, encontró el
equipo que terminó como el menos goleado. El último año fue igual: a dos puntos
de la Roma y el regreso hacia el Milan no se haría esperar.
Con la chapa de haber dirigido un grande europeo reingresó
en la historia del Milan. Ocho años consecutivos serían los que el destino les
había preparado a Ancelotti y al Club de Berlusconi. El gran despegue se
produjo en esa institución.
Sus dos primeras y únicas Champions las juntó con el Milan.
En el 2003 consiguió levantar el trofeo más importante de Europa con buen
fútbol y tras ganarle a la Juventus por penales: Pirlo, Gattuso, Seedorf, Rui
Costa, Shevchenko e Inzaghi. Todos juntos. La segunda tres años después con
Pirlo, Kaká, Seedorf, Inzaghi y Gattuso y una final apretada ante el Liverpool.
Además, logró dejarle a Berlusconi una lista enorme de otros títulos: una Copa
Italia, una Serie A, una Supercopa de Italia, dos Supercopa de Europa y un
Mundial de Clubes.
El 2009 lo encontró en otras tierras, desconocidas para él.
Nunca había salido de la península salvo para disputar algunos juegos como
jugador o como entrenador. El mencionado 2009 lo encontró en el banco de
suplentes del Chelsea. Fueron dos años en el equipo inglés presidido por Bruce
Buck y bancado, económicamente, por el magnate ruso Román Abramóvich. Los retos
seguidos de gloria no tardaron en florecer: una Community Shield, una Premier
League y una FA Cup, en el plano nacional. ¿Internacionalmente? Dejó los
títulos en su Italia querida y no triunfó fuera de Inglaterra pese a tener
jugadores de gran talla como Malouda, Drogba, Anelka y el histórico Lampard.
Tras una segunda temporada sin ningún título en la guantera
de esa Ferrari que soñaba armar Abramóvich en Stamfford Bridge, fue despedido y
una nueva joyita futbolística apareció en su camino. El Paris Saint-Germain de
los jeques qataríes posó su vista y su dinero en su trabajo y currículum para
edificar un proyecto millonario con él, un técnico de prestigio. Los malos
resultados de las primeras batallas llevaron a pensar en una mala decisión.
Pero con la llegada de Ibrahimovich, Lavezzi y, más tarde, Lucas Moura el PSG
progresó y ‘Carletto’ se quedó con el título de Liga de forma arrolladora, con
doce puntos de ventaja y hasta se dio el lujo de tener contra las cuerdas al
Barcelona de Messi cuando se enfrentaron en los cuartos de Champions.
Pero la historia y el viaje francés terminaron. Ancelotti,
que además de entrenador jugó como mediocentro en Parma, Roma y Milan, y se
floreó con algunos títulos –cuatro Copa Italia, tres Serie A, una Supercopa de
Italia, dos Copas de Europa, dos Intercontinentales y dos Supercopas Europeas-,
no pudo decirle que no a la oferta del Real Madrid. Es un discípulo de Sacchi
pero por juego está más cerca de Trapattoni. Le gustan los jugadores creativos
pero se adapta, como hizo siempre, a lo que tiene.
Carlos Ancelotti desembarcó en la última liga que debía
llegar. España y el Real Madrid lo reciben con los brazos abiertos. Él, con sus
títulos bajo el brazo, viene más maduro que nunca y trae entre ceja y ceja el
objetivo de la décima Champions para la Casa Blanca. Un reto descomunal. Hala
Madrid y Hala Carletto.
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