El gaucho volvió a sonreir. Se divierte en el Atlético Mineiro sensación de la fase de grupos de la Copa Libertadores. En un nivel altísimo, marca diferencias partido a partido. Su presencia en el Mundial, si sigue así, parece un hecho.
Si exactamente hace un año alguien hubiera apostado por este presente de Ronaldinnho, figura del Atlético Mineiro sensación de la Copa Libertadores, llevaba las de perder. Es que el gaucho deambulaba en un pálido Flamengo que no lograba pasar la fase de grupos del mismo torneo continental y que no podía revalidar el título estadual carioca. Hoy, todo es diferente en su aventura en Belo Horizonte.
Lo que se diga de su
ocaso en tierras europeas está de más, por reiterativo. Se recuerda su salida
por la puerta de atrás del Camp Nou en el 2008 con la llegada de Josep
Guardiola y su rescisión de contrato con el Milan a comienzos del 2011. Su pico
de rendimiento, pero sobre todo, de intensidad para con la actividad había
pasado mucho tiempo atrás, antes del Mundial de Alemania. Allí abdicó a su
reinado Dinho, dejando un lugar vacante como número uno del mundo del fútbol.
Su retorno a Brasil (como
su estadía) no estuvo exento de
polémica. Lo esperaba el Gremio, el club que lo vio nacer y desarrollarse, pero
fue finalmente el Flamengo su destino; en Porto Alegre no se lo perdonarían. El
Mengao lo recibía con los brazos abiertos; uno de los dos clubes más populares
del país (junto a Corinthians se disputan esa condición), pero también uno de
los más caóticos e histéricos.
Su arranque no
desentonó en lo más mínimo. De su mano el Flamengo se quedó con el título
estadual en esa primera parte del 2011 y haría un aceptable Brasileirao que
terminaría dándole al Fla su pase a la Copa Libertadores del 2012. Un triplete
en un 4-5 a domicilio ante el Santos en Vila Belmiro fue su highlight del año.
Su buen nivel y la
vuelta de esa alegría perdida demostraban por un lado que ante un medio menos
exigente Dinho aún podía destacarse, y por el otro, que en su tierra gozaba de
placeres que no eran condescendidos en Europa. Estaba motivado, pero al mismo
tiempo podía tener sus licencias.
Sin embargo, en muy
poco tiempo ese arranque venturoso comenzó a diluirse. Las promesas económicas
empezaron a incumplirse y si bien Ronaldinho no hacía alarde de eso, sentía el
disgusto.
Cabe hacer un alto en
este punto y comentar cómo son los contratos de muchas de las estrellas que
actúan en Brasil, ya sean repatriadas de Europa u otras emergentes. Además de
su salario, existía un convenio por derechos de imagen. El mismo lo debía
abonar Traffic, la empresa poseedora de los derechos de televisión del fútbol
brasilero. Luego de uno de los primeros pagos, Traffic comenzó a incumplir.
Flamengo intentó poner el cuerpo a esa deuda, pero rápidamente se mostró
insolvente. Curiosa (o polémica) la relación entre televisión y clubes en
Brasil; de hecho, la campaña pasada, Santos cobraba menos dinero si Ganso
(cuando aún estaba en el Peixe) o Neymar no actuaban de arranque.
Dinho percibió que no
era la situación ideal, ni mucho menos. Sin embargo, el anhelo de la
Libertadores motorizaba su continuidad en el 2012. La llegada de Joel Santana
como entrenador lejos de ser un bálsamo potenció el disgusto personal y el
desorden colectivo. Además, ubicaba al ex 10 del Barcelona como extremo
izquierdo, una posición que lo perjudicaba. La pronta eliminación en fase de
grupos sepultaba las esperanzas de los cariocas que no obtienen el certamen más
importante de América desde 1981, cuando Zico los comandó a su única
Libertadores.
Esa fue la gota que
rebalsó el vaso. El Flamengo ya no aguantaba a un Ronaldinho desmotivado y
desilusionado, y el crack estaba cansado de las promesas incumplidas. Mediante
una presentación judicial el gaucho logró su libertad de acción.
Pocas sonrisas en Flamengo, todo un síntoma |
Su futuro era una
incógnita; incluso había quienes especulaban con un retiro del astro. Pero no
podía ser ese el final del genio. No hubiera sido justo. Y apareció allí el
lugar exacto para la rehabilitación futbolística de Ronaldinho: Atlético
Mineiro, un club totalmente opuesto al Flamengo.
El Galo siempre vivió
a la sombra del Cruzeiro, el gigante de Belo Horizonte. Pero en la actualidad
se trata de un club ordenado, con hambre de triunfos, con un técnico de vocación
ofensiva y con una hinchada muy pasional. Ronaldinho fue recibido como el plus
que venía a darle al Atlético Mineiro aquel ángel que le estaba faltando. Y la
apuesta no fue fallida.
Protagonista durante
todo el 2012, el Mineiro finalizó subcampeón del Brasileirao. No había título,
pero sí protagonismo. A su vez, el 10 era elegido como el mejor jugador del
certamen (a Neymar se le dio un premio “fuera de concurso” que sólo se le había
otorgado a Pelé en 1970). Dinho volvía a estar feliz.
Sin embargo, este
arranque del 2013 fue mucho mejor todavía por dos factores: su actuación en
Libertadores y la Selección Brasilera. La caída en la final olímpica, además
del pobre nivel del equipo en los amistosos (y un sinfín de internas políticas)
derrocaron a Mano Menezes del Scratch y llegó Luis Felipe Scolari a la
dirección técnica.
Felipao mostró como
declaración de principios su confianza en Ronaldinho, llevándolo a jugar a
Wembley ante Inglaterra por delante incluso de Kaká. Con Menezes, Dinho no
había estado en la Copa América y apenas había sido convocado para algunos
pocos partidos intrascendentes como el “Clásico de las Américas”, una serie de
ida y vuelta ante Argentina con jugadores del medio local. Más allá de errar un
penal en Londres, el 10 sabe que es muy tenido en cuenta y que puede soñar con
llegar al Mundial del año próximo; parece depender de él.
Es que la Canarinha
tiene mucho talento joven de tres cuartos en adelante pero nadie que se eche el
equipo al hombro. A Neymar ese rol le quedó grande en los Juegos Olímpicos y la
presión en casa puede será más grande todavía. Si bien hay nombres como Lucas
Moura, Oscar, o Ganso (venido a menos desde su traspaso al Sao Paulo donde es
suplente), ninguno tiene la experiencia de un Ronaldinho o un Kaká. Punto a
favor de los veteranos.
Pero además está la
obsesión de la Libertadores; uno de los últimos grandes certámenes que se le
resisten al gaucho (además del Brasileirao o el Mundial de Clubes). Esa copa
que cuando comenzaba a despuntar en las divisiones juveniles del Gremio, era
obtenida por el primer equipo del tricolor en 1995.
El Atlético Mineiro es
la sensación de esta primera parte de la Libertadores. Cuca, hábilmente, no
ubica a Ronaldinho como puntero izquierdo, sino que lo hace jugar como enganche,
en un equipo que a ese jugador le ofrece todo el tiempo opciones de pase.
Acompañado por Diego Tardelli por la derecha, el joven Bernard (gran promesa)
por la izquierda y Jo Alves – el ex Manchester City- como punta de lanza,
Ronaldinho destiló clase hasta acá.
Desmitificó la solidez
defensiva del férreo Arsenal: el Galo le anotó diez goles en dos juegos. Si
bien Dinho no pudo convertir en Sarandí (pese a ser figura lanzó un penal al
travesaño), en el choque en Belo Horizonte marcó por duplicado, el segundo una
delicia propia del mejor Ronaldinho.
Con puntaje perfecto
tras cinco juegos, el equipo blanco y negro metió miedo y lanzó un mensaje de
advertencia al continente. Su potencial ofensivo sólo podría ser comparable al
del Corinthians con Guerrero, Emerson y Pato, aunque con un estilo bien
distinto.
Disfruta Ronaldinho y nos hace disfrutar a todos. Sí, no es
aquel que hace poco menos de una década apilaba rivales con una facilidad
asombrosa. Sin embargo, en algunas pinceladas aún se ve al genio que fue rey
hasta que quiso serlo. Su segundo gol al equipo argentino la semana pasada es
la muestra más cabal.
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