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Adiós a Beckham, más que un negocio de marketing

El inglés se despidió el fin de semana de la actividad profesional. Le puso punto final a una extensa carrera que lo llevó por diferentes ligas. Más allá del innegable flujo publicitario que generaba su imagen, se retiró quien supiera ser un muy buen futbolista. 





Ni un fuera de serie, ni un invento de la prensa. Ni un crack sin igual, ni una mentira. David Beckham, quien se retiró de la actividad profesional el último fin de semana, fue sí un muy buen futbolista además de un gran negocio de marketing. 

Sin lugar a dudas, Becks es un punto de inflexión o en todo caso el emblema del nuevo fútbol global, la cara del crecimiento exponencial de la naciente Premier League, el símbolo del deporte desde el desembarco fuerte de la televisión. Pero más allá de estas características, había un jugador de fútbol en torno al cual se dijeron muchas cosas. 

Numéricamente se podrían dar algunos datos que sostengan la categoría de Beckham, partidos jugados, goles, etc. De por sí, 115 encuentros internacionales con Inglaterra no le caben a cualquiera. De todas formas, más allá de los fríos números diferentes pasajes de la carrera del volante londinense sirvan para sustentar la afirmación en torno a su categoría. 

Luego de debutar con 17 años en el Manchester United, y ya con un gol en Champions League en su haber, Alex Ferguson envió al joven a préstamo al Preston North End, para ver de qué estaba hecho. Era en el formato de cesión breve muy propia del antiguo fútbol inglés: en cinco encuentros anotó dos tantos, uno de ellos olímpico, y volvió a Old Trafford  para ganarse su lugar en el primer equipo. 


Su mejor nivel fue con el United
Como volante derecho, primero con la "10" en la espalda, se hizo de la banda diestra en el mediocampo en poco tiempo. Acompañado por otros jóvenes promovidos por el escocés (todos ellos eran conocidos como "Fergie´s Fledglings") como Ryan Giggs, Roy Keane, Nicky Butt o Paul Scholes, el United ganaría en la 95/96 la Premier y la FA. Tras la salida de Eric Cantona se quedaría con la camiseta número "7", tremenda responsabilidad teniendo en cuenta el peso específico del francés en aquel United. 

A diferencia de lo que hacía Giggs por la otra banda, Beckham se destacaba por sus envíos a balón parado o por sus centros cruzados. No era un gran gambeteador en velocidad pero sí hacía una buena dupla con el lateral por sus sector, el histórico Gary Neville. En su período en el Manchester United, que finalizaría en el 2003, anotó 62 goles en 265 encuentros. Demasiados para ser "un invento" mediático. Además, pudo ganar la Champions League en 1999. 


Con la Orejona en Barcelona
Por supuesto, no fue todo un camino de rosas para el inglés. La pasó muy mal luego del Mundial de 1998. Eran sus primeras experiencias en el conjunto de los Tres Leones; no había sido convocado para la Euro del 96 y la cita en Francia significaba su debut en un gran certamen a nivel selecciones. De ser el Spice Boy (ya era pública su relación con su mujer, Victoria, la cantante pop) pasó a ser el Stupid Boy tras la expulsión ante Argentina por la agresión -exageración de por medio- contra el Cholo Simeone en octavos. Así, se enterró el recuerdo de su gol ante Colombia en la primera ronda. 

Los tabloides ingleses y buena parte de la gente no lo querían más en la Selección. Fue hostigado en muchas canchas inglesas y Ferguson tuvo que salir a respaldarlo públicamente y negar rumores de transferencias. Pasó la Euro del 2000 y en octubre del 2001 llegó un momento clave. Pese a que Inglaterra había vencido a Alemania 5-1 como visitante, debía sumar en la última fecha ante la débil Grecia en Old Trafford si quería acceder de forma directa al Mundial de Corea y Japón. Era batacazo porque los helénicos ganaban en Manchester, pero apareció el "7" y con un tiro libre brillante puso al equipo de Eriksson en la Copa del Mundo.

Había dado vuelta la tortilla, pero faltaba que la revancha fuera total. Un fuerte planchazo de Aldo Pedro Duscher (a quien luego le buscaron ancestros nazis los amarillistas británicos) casi lo deja sin Mundial, pero una rehabilitación contrarreloj permitió que Beckham llegara a la Copa. Terminó de redondear su figura de ídolo del Seleccionado con el gol de penal ante Argentina en Sapporo. Ese tanto sería a la postre el que eliminaría al equipo de Bielsa en la fase de grupos.


La revancha en Japón
La relación con Ferguson en tanto se deterioraba. El escocés marcó un antes y un después cuando Becks comenzó su relación con la Spice Girl. Una multa de 50 mil libras fue el primer incidente, el último, un botinazo que largó el manager que terminó en la frente del carilindo. Su salida en el 2003 no sorprendió en demasía.

Se iba del United un volante que ganó muchísimos títulos y que era titular indiscutido desde hacía ocho temporadas. Pero además, se marchaba la imagen. El fútbol se transformó en ese lapso y Bekcham fue partícipe necesario de esa explosión. Ya su figuraba convocaba, logró ser una celebridad y su imagen era interesante para explorar nuevos mercados. De hecho, el Manchester había logrado ser el club más rico del mundo y fue precursor en cuanto a entrar a los mercados asiáticos. Beckham fue el estandarte de los Diablos Rojos.

Nunca más ganaría tanto como en Inglaterra y eso que se fue al Real Madrid Galáctico. Este tal vez sea el período más controversial del Beckham jugador y se puedan admitir diversas interpretaciones. Como negocio meramente económico, fue excepcional. Las ganancias del club español se dispararon y llegó de manera fuerte al Sudeste Asiático. El tema es que es un club de fútbol, no un título accionario el Real Madrid y en ese apartado el período del inglés fue pobre. No por su culpa, pero los títulos escasearon. 


Glamour
No puede ser culpa de Bekcham que Florentino Pérez lanzara una política suicida, la de "Zidanes y Pavones". Mientras llegaba con todas las luces el inglés se marchaban por la puerta de atrás Vicente del Bosque, Hierro, y en especial Claude Makelele. Además, sin ningún lamento se iba también Cambiasso, alguien que luego triunfaría en el Inter.

La debacle final del equipo Galáctico llegaría en la primera temporada de Beckham, en una sorprendente caída ante el Monaco en cuartos de Champions; los monegascos llegarían a la final y los Merengues no volverían a esas instancias en mucho tiempo. El Barcelona de Rijkaard crecía y el Madrid entraba en una crisis furibunda en los palcos y en el banco de suplentes. Mientras tanto pasaban jugadores como Gravesen por el Real. El inglés era titular pero el equipo no era tal. 

Su única liga llegaría en su última temporada, con Capello en el banco. El italiano decidió no contar más con Becks pero luego dio marcha atrás. Sin los aires de divo que tiene fuera del campo, aceptó ir al banco en muchas ocasiones y terminó siendo una pieza importante en la Liga del 2007, su última imagen en el fútbol español.

Quizás con su marcha a la liga de Estados Unidos se termine su etapa activa como futbolista de elite. Si bien tuvo dos períodos en el Milan a préstamo y este último trayecto en el PSG, ya dejó de tener los focos futbolísticos tras de sí. París y Milan, incluso Los Ángeles, sí son capitales del mundo y su costado de marketing no dejaba de facturar. 

De todas formas, estuvo muy cerca de ser parte del seleccionado inglés en el Mundial de Sudáfrica. Desde el 2006 ya no era capitán, pero Capello lo tenía en cuenta como alternativa. Una lesión a meses de la Copa del Mundo lo dejó afuera. 


El final
Sus lágrimas el sábado en el juego ante el Brest dejaron a la vista de todos al futbolista. A ese que no va a volver a un campo de juego de manera profesional. Su abrazo con compañeros, con Lavezzi que lo sustituyó y con Ancelotti en el banco demuestran el respeto de sus pares. No habrá revolucionado al juego pero es una figura que no se puede dejar de mencionar para construir al fútbol de los últimos 20 años. Tuvo momentos duros y logró levantarse; en definitiva cerró una gran carrera, fue más que un simple negocio mediático.


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