Tigres derrotó al Atlas por 1-0 y el equipo de nuestro sufrido corresponsal en México quedó último en la tabla de los descensos. El temido fantasma se agiganta semana a semana. Nueva entrega del emotivo diario de un hincha al borde de la caída.
El sinsabor del juego perdido en el universitario ante los Tigres se apodera de nuestros
corazones, a nuestras silenciosas mentes vienen agolpándose unos con otros
montones de recuerdos de cada batalla librada, de cada victoria obtenida… pero
estamos aquí, vencidos, de hinojos en el césped, ese que gastó cada fin de
semana nuestros botines encaminados a conseguir la victoria… esa que un puñado
de voluntades, de individualidades destacadas nos acaban de arrebatar… ¿fueron
más firmes en sus convicciones? ¿Qué nos faltó para irnos a casa con los tres
puntos?
Villa, y la eterna ley del ex |
Venir tan lejos y no encontrar recompensa duele, lacera, lastima, agobia,
ahoga… ¿Existe alguna alegría en la derrota? Mayor aún cuando Querétaro sumó y
nos deja sumergidos en el fondo de la tabla porcentual, si hoy terminara el
torneo, estaríamos descendidos; pese al enorme esfuerzo: ¿merecimos la derrota
pese a que siempre antepusimos el bien común por sobre el lucimiento personal?
Horas bajas en la madriguera |
La derrota amigos míos, la derrota que hoy nos atosiga, es la misma que nos
extiende la mano, cómo brindándonos una oportunidad para resurgir cual ave
fénix, ya vendrá mañana la revancha y nos pondrá cara a cara con una nueva
posibilidad.
¿La tomaremos? Depende de que tan vehementes seamos, de que tan férrea sea nuestra voluntad, nuestra entrega y compromiso… el fútbol nada nos debe, porque mientras la pelota siga rodando, nuestras posibilidades seguirán siendo infinitas…
¿La tomaremos? Depende de que tan vehementes seamos, de que tan férrea sea nuestra voluntad, nuestra entrega y compromiso… el fútbol nada nos debe, porque mientras la pelota siga rodando, nuestras posibilidades seguirán siendo infinitas…
Capítulos anteriores de Sufrir, sufrir contigo
Prólogo
Capítulo I: Indolencia
Capítulo II: Por fin volviste
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