El Chelsea salió mentalizado frente al Monterrey y consiguió su pase a la final del Mundial de Clubes tras derrotarlo por 3-1. A los mexicanos les faltó rebeldía y se vieron sobrepasados por un equipo que mostró buenos destellos de fútbol, algo que hace rato no se le veía. El domingo la gran final..
Más de una vez los seres humanos sabemos que tenemos que hacer algo específico, pero el cansancio se nos mete en el medio y nuestro primer pensamiento, no siempre claramente, es el descansar y luego ponerse a hacer lo que estaba estipulado. De esa forma, la gente llega tarde a reuniones, entrevistas o simplemente no desarrolla el trabajo o lo que tenía que hacer. Muchos le llaman “dormir la siesta” y podemos decir que el Monterrey hizo eso los primeros 30 minutos ante el Chelsea.
Más de una vez los seres humanos sabemos que tenemos que hacer algo específico, pero el cansancio se nos mete en el medio y nuestro primer pensamiento, no siempre claramente, es el descansar y luego ponerse a hacer lo que estaba estipulado. De esa forma, la gente llega tarde a reuniones, entrevistas o simplemente no desarrolla el trabajo o lo que tenía que hacer. Muchos le llaman “dormir la siesta” y podemos decir que el Monterrey hizo eso los primeros 30 minutos ante el Chelsea.
Los mexicanos se vieron superados por todos lados por el
conjunto inglés, que aprovechó esta pasividad y el verse superior a un rival
que no se resistía. Sus argumentos eran claros: la bola la transportaban los
que sabían, saben y sabrán. Oscar, Hazard y Mata bajaron constantemente a tomar
el esférico y de esa forma generaban espacios en la defensa azteca, junto con
ellos se vio David Luiz, normalmente central o lateral, parado de volante de
contención que le daba bastante equilibrio al medio con toques de primera,
recuperaciones o cortes en los momentos justos y con varios pases entrelineas
para dejar mano a mano a un compañero.
Los Blues eran superiores, sin lugar a dudas, no es que todo
era consecuencia de una “siesta”. Eran mejores y merecían lo que consiguieron,
es decir ponerse en ventaja, esto fue cerca del cuarto de hora, cuando Oscar
trianguló perfectamente con Ashley Cole, tras un taco delicioso del brasileño,
y el inglés la toco de primera para Mata. El español no perdonó, media vuelta y
a cobrar. Hasta ahí nada raro, el equipo que había hecho mejor las cosas se
ponía adelante en el marcador y era lo que progreso del encuentro ameritaba.
Pasaron varios minutos más y todo siguió igual, pero cerca
de la media hora los comandados por Vucetich despertaron, al menos un ratito,
de su letargo y tuvieron algunas situaciones de peligro. Parecía que los
Rayados le iban a dar pelea al campeón de la Champions, que podían poner en
aprietos a todos esos apellidos tan conocidos y así se fueron al vestuario. Los
más soñadores, dejaron volar la imaginación y se pusieron felices con la
posibilidad de que tras el descanso el cotejo fuera más parejo.
Soñar no cuesta nada dicen por ahí, aunque en este caso el
sueño fue tan efímero que ni siquiera dio tiempo a abrir los ojos que ya había
dejado de ser un sueño. Dos minutos fueron los que le bastaron a los de Rafa
Benítez para matar cualquier tipo de ilusión y decretar su pase a la final. Primero
apareció el Niño Torres y acto seguido una jugada hermosa que empezó en un pase
de Hazard, pasando la pelota por detrás de su cuerpo, y que terminó en gol en
contra de Chávez, quien llegó desesperado a tratar de sacar la pelota lejos de su
área y que lo único que hizo fue ayudar a su rival.
Respeto, miedo, falta de ambición, falta de ideas, un equipo
contrario superior son algunas de las posibilidades que podemos dar para
argumentar la actitud del Monterrey, que cuando se lo propuso generó algunos
dilemas en el fondo de los de Londres. Es decir, tiene con que dar batalla contra
cualquier contrincante, sin embargo jamás culminó de mentalizarse en que podía
herir al adversario que tuvo frente a frente y el mejor ejemplo llegó con el
tiempo cumplido, donde Aldo de Negris logró un descuento que poco servía. Había
que despertarse antes.
El Chelsea fue equipo con todas las letras y los que lo han
visto jugar en los últimos tiempos quizás se sorprenda, porque sabrán lo que le
cuesta sostener partidos, manejarlos y hasta ser superior a cuanto club se le
cruce. Ante los mexicanos se juntaron los que saben y dieron muestra de que no
perdieron la memoria. Hazard fue belleza, Oscar el eje, Mata el vértigo y David
Luiz la nafta que le hacía falta al medio. Ahora los de Inglaterra se medirán
al Corinthians en la final y habrá que ver si estos 90 minutos no fueron un
oasis en el desierto..
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