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Chelsea, la incerteza de la novedad

El campeón europeo llega a la cita mundialista en medio de una renovación forzada tras el despedido de Di Matteo y la asunción de Rafa Benítez. Casi eliminado de la Champions, en la Premier lleva un aceptable andar. La Copa en Japón, un gran objetivo.




Vilas-Boas, Di Matteo, Benítez. Como San Martín, Rosas Perón, pero no (?). Ese tridente, de alguna manera, es el que comanda/comandó al Chelsea en el camino rumbo a este Mundial de Clubes en Japón. Pese a lo que se supone que a priori dan los éxitos deportivos (léase tranquilidad, mayores tiempos, paz), el equipo londinense aún se ve sacudido por el despido del entrenador italiano y la asunción del español. 


Pensar en que este camino a la gloria arrancó hace más de un año y con André Vilas-Boas como entrenador nos hace pensar en lo efímero de los triunfos y la buena vibra en el mundo del fútbol. Es que cuando asumió en Stamford Bridge el técnico lusitano, era visto como el Nuevo Mourinho. Es cierto, el Porto que había dirigido jugaba muy bien al fútbol. 

Tal vez demasiado rápido le llegó la chance en la Premier League; el Chelsea pagó una millonada para llevárselo. Es que Roman Abramovich es así, quiere lo que no tiene, como nene de cinco años, vió. El punto es que a Vilas-Boas le encomendaron la difícil tarea de llevar adelante la renovación del equipo; es decir, cargarse a Drogba, Lampard, Terry, la vieja guardia del equipo.


Villas-Boas, el que comenzó el camino hacía Japón y hoy lo mira por TV
Con la intención de plasmar otras ideas en la cancha -de ahí la llegada de jugadores como MataOriol Romeu- el comienzo no fue demasiado auspicioso en cuanto a resultados. Tanto en la Premier como en la Champions League (donde logró avanzar a octavos en la última jornada de su grupo ante el Valencia), las cosas no le eran fáciles a AVB. 

Enero fue el mes trágico. Derrotas, goleadas, payasadas. Peleas con los referentes y una king size que lo esperaba al joven Vilas-Boas. Lo eyectaron del banco Blue tras una goleada ominosa en el San Paolo frente al Napoli por 3-1. Pudieron ser muchos más; sin embargo los del Sur de Italia perdonaron. En unos octavos de final de Champions League, podía ser un pecado. Y lo fue nomás.

Es que en la vuelta se encontraron con otro equipo. Básicamente porque ahora tenían ganas de ganar; Di Matteo, muy zorro, le otorgó todo el poder a los referentes y les hizo ver que era su última chance de quedarse con la orejona, el anhelo que no habían podido conseguir y que tan cerca se les había quedado en el 2008. Así, en la revancha se vio un vendaval azul que deglutió a un Napoli muy tibio. 4-1 y a cuartos.

Al mismo tiempo el Chelsea de a poquito iba levantando en el plano doméstico: en la Premier no hizo nada del otro mundo, pero terminó sí alzándose con la Copa FA; certamen de mucho prestigio. Drogba volvía a ser ese centrodelantero determinante.

Drogba y un momento inolvidable 

En cuartos de final la suerte jugó del lado londinense y podríamos decir que no abandonó más en lo que quedó de la Champions. Es que en Lisboa se fue con demasiado premio (1-0) y en la vuelta perfectamente podría haber sido eliminado, pero con oficio se terminó llevando un 2-1 que lo dejaba en semifinales y con el Barcelona de Pep Guardiola como rival.

Ya hemos escrito y mucho de esos dos emparejamientos. Sin hacer un planteo que reduzca la expresión futbolística del equipo culé (más bien lo contrario, el juego de ida fue un sinfín de acciones de ataque catalanas), el Chelsea se llevó un 1-0 insólito en la ida en Stamford Bridge y en el Camp Nou ligó para el campeonato. Ramires puso un gol clave en el peor momento del equipo inglés y el 2-2 fue una de esas cosas que pasan cada tanto. Encima Messi tuvo la clasificación en sus pies (tras un penal que hizo Drogba cuando ya era "tres bis") pero su disparo se fue al travesaño.

Si uno puede pensar que mucha suerte había tenido ya en cuartos y semis, al pasar sin ser más que su rival, qué decir de esa final. El Chelsea jugó a no jugar; pero no por intentar destruir con malas artes el juego del Bayern Munich, sino porque casi no cruzó la mitad de la cancha. Caía muy justamente y en el único avance, en un córner postrero, Drogba escribió su página más importante al empatar de cabeza de manera agónica. Por si fuera poco, el marfileño ejecutaría el penal decisivo. Lo que no pudo en el 2008 Terry, sí lo hizo Didier. El Chelsea campeonaba a nivel europeo por primera vez en su historia.

Cech, arquero y figura del Chelsea campeón de la Champions

Como dijimos antes, Di Matteo sabía que no podía extender en el largo plazo esa situación; que era más por Mata que por Lampard el proyecto a llevar adelante. Así, la calidad y sobre todo el potencial a futuro fueron los elementos ponderados en el libro de pases. Hazard y Oscar los grandes refuerzos, como analizáramos acá.

El comienzo de la temporada fue auspicioso  Si bien cayeron por 3-2 ante el City en la Community Shield, y con goleada ante el Atlético de Madrid en la Supercopa europea, los Blues hilvanaron una serie de triunfos en la Premier con los picos de las victorias ante el Tottenham (de AVB) por 4-2 y el Arsenal en el Emirates por 2-1. Pero a finales de octubre se le encarajinó (?) todo a Di Matteo. Una derrota ante el United por 3-2 como local fue el comienzo del adiós para el italiano nacido en Suiza.

En verdad, quienes están cerca de Abramovich dicen que nunca le cabió quiso demasiado el Zar al ex futbolista del Chelsea. Pero el haber obtenido la Champions en una situación tan desfavorable lo hacía inamovible; Di Matteo ya era antes de su logro como DT una referencia de la gente del equipo del Oeste de Londres y más después de su conquista.

Pero volvamos a fines de octubre. Una caída ante el Shakhtar en Donetsk comenzó a complicar las cuentas y todo se fue al demonio con la goleada 0-3 que endosó en Turín. Ahora depende de casi un milagro para avanzar. Ahí dijo basta Abramovich; una derrota ante el ascendente West Bromwich lo había bajado de la punta días antes en la Premier.


Rafa Benítez, el que lo miraba por TV y hoy puede ganar el Mundial de Clubes
El punto es que el elegido fue no fue alguien del paladar del Chelsea: llegó Rafa Benítez, técnico rechazado por la parcialidad Blue por ciertos dichos que profesó el español cuando era manager del Liverpool (en el club londinense se limitará a entrenar, no tendrá roles gerenciales). Así, en su debut ante el Manchester City fue rechazado por la gente en más de una pancarta.

No será la primera vez que el español dispute el Mundial de Clubes. En primer lugar, porque había estado con el Liverpool en la última final intercontinental: caída ante el Sao Paolo en el 2005. Pero ya con este formato condujo al Inter de Milan (en el final de su ciclo) al título en el 2010. Tras su victoria en la final ante el sorprendente TP Mazembe de Congo, el ex DT del Valencia fue cesanteado tras apenas seis meses.

En definitiva, será una incógnita saber con qué equipo nos encontraremos en Japón. El Ulsan Hyundai de Corea del Sur o el Monterrey mexicano será su rival en la semifinal. No podrá relajarse el equipo inglés si no quiere ser el primer europeo que no llegue a una final. Sin embargo, con una preparación tan caótica, cualquier cosa puede ocurrir. 

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