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Gasolero de mi vida..

El pope de Cultura Redonda se dio un gustito, por algo es jefe, y dejó por un día el fútbol internacional. Su querido Club Atlético Temperley cumplió 100 años de vida y él volcó ese sentimiento en nuestra página. Una nota diferente, pero de la mano de una pasión..





De chico me dijeron que ser hincha de un equipo grande era "fácil", porque esos equipos ganan todo, nunca sufren y por lo general los vas a tener peleando el campeonato y no el descenso. Con ese pensamiento cualquier niño se pone, sin pensarlo, la camiseta de Boca, River, San Lorenzo, Racing o cualquiera de los que pelee un torneo, pero en el lugar donde me críe las cosas son un poco diferentes. En La Perla, mi barrio, uno aprende a querer a otros colores, esos que sin ser más que nadie son importantes y que se muestran con orgullo sin importar el lugar de la tabla que ocupe en ese momento o si está peleando el descenso. Son los colores del Club Atlético Temperley.

Hacer comparaciones es odioso y no tendría sentido, cada uno sabe lo que siente por su club y lo que deja por él. Por eso voy a intentar explicarles lo que significa el Gasolero para mí sin hablar de otros equipos, algo que me parece un sin sentido total. Ahora bien ustedes me dirán que una apreciación muy personal. Esto no lo voy a negar, aunque muchas veces los que hacemos CR usamos estas líneas para dejar volar nuestros pensamientos y hasta nuestros sentimientos y ahí es donde se crea un verdadero vinculo. Es decir, no somos de papel muchachos somos de carne y hueso, siempre recuerden eso.

Ahora vayamos a lo que nos importa. Hace un tiempo hablando con Abda Barroso, nuestro corresponsal mexicano, surgió la idea de realizar notas sobre el equipo del cual cada redactor de la página era hincha y las razones por las cuales eligió a ese club. La idea me sedujo y en menos de cinco minutos me encontré explicando algo que desde hacía rato daba vueltas en mi mente, pero que jamás hasta ese momento le había dicho a nadie. A pesar de la distancia, este compañero mexicano que me dio la vida me entendió a la perfección y ahora resta que ustedes lo entiendan.

El estadio Alfredo Beranger..
Temperley no sólo es un equipo de fútbol. Temperley es el lugar donde crecí, donde me críe, donde tengo mis amigos, mi familia, mi vida. Es el sitio que me enseñó a ser lo que soy, con errores obviamente, pero me dio las herramientas con las que hoy ando por la vida. En las calles del Sur aprendí lo que es tener códigos. En sus potreros me quedó grabado en la piel que lo primero es el compañero, que el mejor gol es ese donde la tocan todos y uno define en soledad y no en el que crack del team se gambetea a todo los rivales y no se la pasa a nadie.

En La Perla, mi barrio les recuerdo, a nadie le regalaron nada. Bah a algunos les cayeron algunas cosas del cielo, sin embargo la frase "mira que culo que tuvieron los de acá al lado" no abunda. El que llegó a algo es porque se rompió el alma, ya sea estudiando o laburando. Hace años que convivo prácticamente con la misma gente. Es poca la que llega y poca la que se va, porque como me dijo un amigo hace unos días "no cambio a Temperley por ningún lugar en el mundo" y eso me da la pauta de que muchos piensan igual que yo, y que él y por eso pocos arman las valijas. Es un lugar de esfuerzo, de gente laburadora, de esos que se levantan a las 5 de la mañana y vuelven fundidos. 

Sinceramente no tengo idea cómo será la cuestión en otros pagos, pero por Temperley la cosa es más o menos así. Uno se curte en la calle y le clavan el chip en la cabeza de que las cosas hay que ganárselas. Ahora me van a decir: "¿Qué carajo tiene que ver eso con un equipo de fútbol?". El Gasolero es eso mismo: el barrio. Una entidad que se hizo a base de esfuerzo, de romperse el lomo y sus hinchas son iguales al club, no todos claramente, pero gran parte vienen de abajo. Saben lo que es sufrir, hacerse mala sangre constantemente, creer en ídolos de cartón, ilusionarse y que a los dos días les pinchen el globo, creer que ese año van a ascender y terminen rezando por no descender. 

Los hinchas de Temperley a la espera del Centenario..
Temperley es un club de barrio, uno de esos donde los socios se juntaron y se mataron para resucitarlo cuando estaba adentro del cajón y ya lo estaban enterrando. Uno de esos que las paso todas y que tuvo más malas que buenas, aunque no por eso su gente dejó de alentar o de acompañar. No digo que sea único e irrepetible, no voy a eso. Simplemente es diferente a los demás o al menos yo lo siento diferente, cuesta sacarse la camiseta. Sus vitrinas no están llenas de trofeos, pero su historia sigue siendo grande a pesar de esto. No hace falta ganar todo para ser grande, no hace falta llegar a la final para confirmar la existencia de tu equipo. Para eso simplemente tenes que responder con la verdad cada vez que te preguntan de qué cuadro sos: "De Temperley papá".

Quizás este sea el sentimiento de muchos de los hinchas de los equipos del ascenso argentino, no puedo confirmarlo. Lo seguro es que por Temperley, al menos para mí, las cosas son así. "El club es de los socios", se escuchó ayer cuando el reloj dio las 12 y el Gasolero cumplió 100 años de vida y ahí terminé de entender el arraigo que puede tener una persona con unos colores. Lo siente propio, el club es de él y del que tiene al lado. Pónganle como quieran a eso, es decir puede ser fraternidad, compañerismo, solidaridad o como se les ocurra para mí eso es barrio y por ende eso es Temperley.

Identificarme con Temperley es identificarme con todo lo que me forjo como persona. Nadie me regaló nada y todo lo que tengo lo conseguí, porque agaché la cabeza y le di para adelante. Ser de un equipo grande probablemente se "fácil", igualmente creo que ya no tiene sentido recordar esas palabras de la niñez porque hoy crecí y aprendí a ser grande sin serlo. La grandeza va por dentro y Temperley es gigantesco. Felices 100 años Gasolero..

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