No todos pensamos igual y he ahí una de las claves de la vida, pero muchas veces hay gente que puede estar muy confundida y el fútbol no está exento de esto. Muchos creen que para ser hinchas hay que tirar piedras, golpear gente o amenazarla y en ese pensamiento hay un gran error. Una historia de la calle y para reflexionar..
Suelo interactuar con muchos hinchas de diferentes equipos diariamente, los cruzo en la vía pública, en la cancha, en el transporte público cuando van o vuelven de un estadio. Mi relación es nula en la mayoría de las ocasiones, salvo cuando voy al estadio de mi equipo. Ahí la cosa cambia, pero volvamos al tema. Consumo fútbol desde que tengo memoria, amo a la redonda y muchas de las cuestiones que andan a su alrededor. Sin embargo, puedo decir con seguridad que hay gente que no entiende lo que es realmente el amor por un club.
Suelo interactuar con muchos hinchas de diferentes equipos diariamente, los cruzo en la vía pública, en la cancha, en el transporte público cuando van o vuelven de un estadio. Mi relación es nula en la mayoría de las ocasiones, salvo cuando voy al estadio de mi equipo. Ahí la cosa cambia, pero volvamos al tema. Consumo fútbol desde que tengo memoria, amo a la redonda y muchas de las cuestiones que andan a su alrededor. Sin embargo, puedo decir con seguridad que hay gente que no entiende lo que es realmente el amor por un club.
Ayer por la noche volvía de mi trabajo y como pasa a menudo, al tren en que viajo se subieron varios hinchas en el comienzo del recorrido (Constitución para los que conocen), ya que justo mis horarios de salida coincidían con la finalización de un encuentro. Mientras iba pensando cómo organizar lo que iba a hacer el próximo día la maquina arrancó y sólo continúe con mis pensamientos. Pasaron las estaciones, dos para ser más precisos, y al llegar a una de ellas, la formación se detuvo. Se comenzaron a escuchar gritos, muchos de los pasajeros se pararon y el seguridad, digo "el" porque era uno solo, comenzó a ir y venir por sobre el andén.
Tras los primeros gritos sin sentido vinieron otros con una connotación obvia o más que nada obvia para la persona que suele ir a una cancha. Es decir, los que gritaban comenzaron a cantar una canción de las típicas que se entonan en un estadio. Luego de unos minutos todo cambió y lo que era una especie de música pasó a ser una amenaza. El seguridad volvió arriba del tren y gritó a los cuatro vientos "tírense al piso que se cruzaron las hinchadas y van a tirar piedras".
A ver si entienden o si queda claro. Arriba de ese sitio no estaba yo solo, había mujeres, gente que volvía de trabajar, adolescentes, chicos pequeños y hasta un bebé, quizás había más pero yo solo vi uno. La madre con el niño en los brazos se tiró al piso, los demás hicimos lo mismo, la maquina arrancó y las piedras volaron. Sonaban como lo que eran piedras contra una chapa o un vidrio, un vidrio duro a decir verdad, porque cerca de mi vista vi como uno de esos objetos daba justo en el medio del cristal y ni lo rasguño.
Esta secuencia se repitió durante tres estaciones más, sólo que en cada parada había una parte de la otra hinchada que se bajaba y era corrida por los que habían tomado el poder sobre el Roca (así se llama la línea de tren). La peor corrida fue en Banfield y ahí creo que ganaron su batalla, porque uno muy feliz gritó "quedó uno solo, quedó uno solo". La cara de mi compañero de asiento era de "qué ganas de joder que tienen estos muchachos" y seguramente si me hubiera mirado en un espejo habría tenido la misma expresión con seguridad, aunque acá es cuando todo da un giro de 180º, porque en medio de eso miré a mi alrededor y fijé mi vista en un grupo de chicos, tendría entre tres y cuatro años aproximadamente.
Su cara era muy distinta a la del joven que viajaba conmigo, ellos tenían miedo. Bah algunos tenían miedo, otros asombro y algunos intentaban entender qué pasaba. Obviamente esa es mi impresión, pero la cuestión es que no pude dejar de mirarlos. Intentaba pensar qué se les pasaría por sus cabezas, esas que están tan atentas a todo porque andan en pleno crecimiento. Tras quedarme unos minutos sin mover mi vista de ellos, mi cabeza no pudo dejar de sacar deducciones y conclusiones y crean que lo que se apareció en mi mente no era muy grato.
Pensé en mi hermano, en mi sobrino, en mi primo, en mi sobrina. Todos ellos son mucho más chicos que yo y recién comienzan a andar por la vida. La cosa es que me dio miedo, pero no miedo porque alguien es pudiera lastimar con una piedra, eso puede ocurrir en cualquier momento, en cualquier lugar. Mi mayor turbación fue: ¿Qué pensarían ellos de esas personas que decían ser hinchas de un club?, ¿ellos creerían que esos eran verdaderos hinchas? o ¿se les cruzaría por la cabeza que eso estaba mal?
Creo que mi mayor problema surgió en el momento en que me puse a pensar cómo haría para decirle a una persona de menor edad que eso que estaban haciendo estaba lejos de ser un hincha. Cómo le decía que los que tiraban piedras al tren y los que se bajaron a "trompearse" no son hinchas. Esos son giles, son idiotas. Perdón eh, pero es lo que pienso. Esos tipos están lejos de ser verdaderos hinchas, porque un hincha de verdad es ese que está en todo, ese que sabe quién se lesionó, quién puede venir como refuerzo, es ese que va a la cancha porque quiere transmitirle la misma enfermedad que él siente por esa insignia a los jugadores y no es el que va a buscar a los hinchas visitantes para cagarse a trompadas.
Gente que se entiende a los golpes.. |
Otro de mis miedos fue qué pensaría toda esa gente que viajaba a esa hora sobre los que vamos a la cancha. Mi idea instantánea fue simple: van a generalizar y es totalmente lógico, pero errado. No todos los que pisan un estadio son seres endemoniados que andan buscando pelea, más bien todo lo contrario. Casi sin temor a equivocarme creo que el 70 u 80 por ciento jamás en su vida salió a correr a otro de otra hinchada y luego se adjudicó el trofeo invisible de que su institución es mejor sólo por haber hecho correr a ese otro. La mejor victoria de tu equipo está lejos, muy lejos de eso y sinceramente me da miedo que muchos chicos crezcan pensando que tener aguante es ser hincha.
Seguramente, esto ocurra en otros lugares y seguirá ocurriendo, pero a mí me queda claro que jamás voy a decirle a alguien que batallar contra otra hinchada es ser hincha de un club. A los míos siempre les voy a explicar que hay que amar a los colores, pero que el amor nada tiene que ver con andar a los balazos con otro ser humano que tiene una camiseta diferente a la que yo uso. Ser hincha es otra cosa, una cosa que por lo visto no todos entienden y que espero no se pierda nunca..
Buenisima Facu, que bueno que lo compartas!
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