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Jugadores noventosos: Saeed Al - Owairan

El saudí se metió de lleno en la historia en un juego del Mundial 94 cuando gambeteó a más no poder y marcó uno de los goles más lindos de la historia. Sin embargo, su camino estuvo plagado de dificultades tras ese éxito.



Una exhalación, un rapto de inspiración, un momento de inconsciencia o todo eso junto. Eso le bastó a Saeed Al- Owairán para ganarse un merecido lugar en la historia del fútbol mundial. Por supuesto, lo que hizo no fue fácil: encaró desde mitad de cancha, apiló jugadores belgas y terminó concretando uno de los mejores goles en la historia de los mundiales.

Con el 10 en la espalda y luego de semejante hazaña (que terminó valiéndole al equipo saudí el pase a octavos de final del Mundial 94, ya que derrotaron a Bélgica en el juego decisivo por 1-0), no era ilógico que el apodo del Maradona del Golfo Pérsico se posara sobre las espaldas de este talentoso volante creativo que fue la cara visible de uno de los equipos sensación en esa Copa del Mundo disputada en suelo yanqui.

Apellidos como los de Al Jaber o Al Deayea (el histórico arquero árabe, siempre de negros pantalones negros) acompañaban a nuestro héroe que ya antes del Mundial había dado muestras sobradas de su talento. Sin embargo la legislación que impide a los saudíes actuar fuera de su territorio (pensemos el nivel de la liga argentina si esto existiera...) habían evitado que el talento de Owairán se hiciera conocido de manera masiva en una época en que el fútbol poco a poco fue convirtiéndose en una mercancía más.

El vuelo interminable de Al Deayea, otro héroe saudí

Pese a eso, los registros marcan que en la final de la Copa Rey Fahd, antecedente reconocido por la FIFA de la Copa Confederaciones, del año 1992 le anotó un tanto a la Argentina del Coco Basile que pintaba para comerse los chicos crudos y terminó ese ciclo de la peor manera. Una fase clasificatoria más que correcta dejó a los saudíes por primera vez en un Mundial, con un Owairán esplendoroso en 1993 a punto tal de ser elegido por la IFFHS como el máximo anotador a nivel internacional de ese año.

Y pese a que el periplo por tierras estadounidenses terminaría siendo muy destacado para el conjunto del Golfo Pérsico, sus primeras horas lejos estuvieron de ser ideales. De arranque nomás debieron trasladarse de su primer hospedaje, ya que acusaron "malos tratos".

Pero peor fue la rabieta del equipo para con Mc Donadls. La cadena de comida chatarra rápida hizo una de sus habituales promociones durante el certamen, y a la hora de hablar del equipo dirigido por Jorge Solari, utilizaban el nombre de Alá en vano, lo que derivó en una protesta oficial de la monarquía árabe.

Jorge Solari, el DT de Arabia Saudita en 1994

De cualquier forma, el equipo se preparaba para afrontar un duro grupo, el F, junto a Holanda, Bélgica y Marruecos. A priori, parecían la cenicienta pero no les tomaría demasiado tiempo a los saudíes hacerle ver al mundo del fútbol que no habían ido a Estados Unidos de paseo.

Es que en el debut ante Holanda, con Owairán como titular, Arabia Saudita se puso adelante antes del primer cuarto de hora en una ciudad de Washington muy calurosa. Sin embargo, tal vez por inexperiencia o simplemente por el peso propio de uno y otro equipo, los naranjas (que contaban en sus filas con Bergkamp, Overmars, Rijkaard o Frank De Boer) terminaron ganándolo a cinco minutos del final por 2-1.

El segundo juego de esa copa del mundo derivó en el primer choque entre equipos árabes en la historia de los Mundiales. Rápido pegó de nuevo el equipo del Indio Solari, a través del amigo Al Jaber. El histórico Chaouch igualó para Marruecos, pero antes del cierre de la primera mitad nuevamente el equipo asiático pasó adelante, de manera definitiva, por el gol de Amin. Triunfo para la el recuerdo.

Y ahí llegó EL momento de nuestro héroe, que había tenido buenas participaciones en sus dos primeros partidos, pero sin descollar, en un equipo que de a poco fue metiéndose en el corazón del hincha imparcial. Se jugaban la clasificación mano a mano con Bélgica y Owairán salió a maradonear por Washington en un mediodía abrasador.


Si bien es verdad que la jugada termina ensuciándose un poco en los últimos metros es de potrero puro el gol. Por creatividad, guapeza y con el plus de ser el gol que le dio el acceso a octavos de final a Arabia, hecho inédito y que hasta el momento no se volvió a repetir ni en 1998, ni en 2002 (donde incluso se comieron un 8-0 con Alemania) ni en 2006. Luego, en el mata-mata, Suecia los eliminó de manera contundente, por 3-1, pero la sorpresa estaba escrita.

Sin embargo, no fue el despegue, no fue el primer paso para algo mayor; ese gol, esa acción, terminaría siendo un peso difícil de soportar para el Maradona del Golfo Pérsico. "He visto ese gol alrededor de 1000 veces y me cansé de él", dijo el volante en la víspera del Mundial de Francia. Es que claro, en el medio su vida se convirtió en un calvario.

Tras la Copa del Mundo en Estados Unidos y los regalos del Rey de Arabia Saudita (autos de último modelo, una suculenta cuenta bancaria, etc), la mochila que comenzó a cargar fue pesadísima. Donde Saeed iba los ojos de la gente lo acompañaban, lo perseguían, incluso intimidándolo más que cualquier zaguero belga. Sus partidos, sus actuaciones y todo lo que lo rodeaba pasó a tener otro valor y él no estaba preparado. 

Cara de "mejor me hago el gracioso, porque si no terminó mal"

Pero su caída se dio en una gira con la selección. Servicios secretos del Reinado lo encontraron en El Cairo en un puterío boliche nocturno bebiendo alcohol y acompañado por más de una señorita. La ley islámica es tajante en este sentido y el crack fue apartado del seleccionado, suspendido durante un año de la actividad en su club y debió pasar un tiempo en prisión. No había sido su primera falta; meses antes había huido de su club para tomar un descanso en Casablanca ante tanta prisión; había sido multado.

Más adelante, Owairán explicaría que no estaba solo en su salida nocturna, pero el precio de ser una celebridad le jugaría en contra; él debía dar el ejemplo. Atrás había quedado su estrella y el premio como Mejor jugador asiático de 1994.

Sin embargo, la llegada de Carlos Parreira como seleccionador le abrió las puertas del equipo nacional de nuevo. El brasilero sabía de la potencialidad del "10" e hizo todo para poder volver a convocarlo. Y así fue nomás.

Sin embargo Owairán ya no era el mismo y esa generación que había impactado 4 años antes lejos estaba del pico de su rendimiento. Tan malo fue el nivel del equipo en el Mundial -en Arabia creían de antemano que podía superar su actuación en Estados Unidos- que Parreira fue despedido luego del segundo partido en Francia, insólito. Apenas lograron sumar un empate en el último partido ante Sudáfrica.

Ese fue el cierre de la carrera de Al Owairán con el equipo saudí. Con el Al Shabaab jugaría 3 años más para finalmente alejarse del fútbol; ese deporte que no sólo le permitió alcanzar sus sueños sino que también le hizo ver la otra cara de la fama y la fortuna. Pese a que este harto de ese gol, ocupa un lugar importante en la historia de los mundiales.


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