Ads 468x60px

.

Con la Boca agridulce




Luego de la primera final hay paridad. El equipo de Julio César Falcioni se puso en ventaja a través de un gol de Facundo Roncaglia (quien debió haberse ido expulsado) pero luego Romarinho a poco del cierre del partido marcó el empate. Se define el próximo miércoles en el Pacaembú


El canchero contra el tímido, el líder del curso contra el chico nuevo, el que se las sabía todas contra el que llegaba para ver qué onda.

Así arribaban, un Boca al que la historia lo muestra levantando seis Copas Libertadores y obligado por ser local contra un Corinthians que accedía por primera vez al partido final del certamen continental.

¿Partido chivo? Chivísimo. Un primer tiempo de estudio -en un momento me pareció que a Ledesma se le cayo un resumen pero no(?)- y casi sin llegadas a los arcos, con los dos equipos cuidando lo propio antes que irrumpir en lo ajeno. Boca fue el mismo de todo el semestre: rudo y sólido atrás, y de mitad para arriba respondía a las órdenes de Sir Riquelme. Corinthians, un equipo que no corresponde con la historia de juego brasileño pero no por eso carece de técnica, buena defensa y ordenado en el mediocampo.

En la primera etapa lo más desquilibrante fue Walter Erviti, que se olvidó que estaba programado sólo para relevar a Clemente Rodríguez cuando pasaba al ataque y le dio volumen de juego a un Boca que tuvo a Riquelme con marca personal, se animó a triangular y hasta a aparecer por derecha cuando la jugada lo requería. Los garotinhos probaron con un tiro de media distancia a los 7 minutos que hizo ensuciar al arquero xeneize; pero tampoco demostraron grandes cosas.

Erviti, pieza importante en el equipo de Falcioni

En el complemento, Boca fue más y lo fue a jugar a terreno del Timao con un doble enganche -Román y Erviti- y con Clemente casi de volante. Corinthians no se desesperó pero tampoco propuso. Leandro Somoza mejoró su juego y apretó las líneas para evitar armar juego a Alex y Paulinho. En defensa, Matías Caruzzo hizo los deberes: dio seguridad durante todo el partido.

Riquelme como si supiera lo que va a pasar, lo mandó a Mouche a patear un corner por primera vez en el partido y el delantero la pusó en la cabeza de Caruzzo, luego completó Silva de "palomita", Chicao la saca con la mano en la línea y Facundo Roncaglía, que debió sido el expulsado en el primer tiempo, definió después de que la pelota toque en la base del palo. Boca ganaba 1-0 a los 27 del complemento y se hacía justicia ya que en lo que iba del segundo tiempo Corinthians no podía jugar al fútbol.

La hinchada que le dio color a la final

Cuando la Bombonera era una verdadera fiesta, la defensa de Boca se olvidó por un segundo que estaba jugando contra un equipo brasileño y apareció un mocoso maleducado de la redonda(?), llamado Romarinho, que había hecho dos goles en el Brasileirao contra el Palmeiras y que Titi Fernández dijo que era hijo del Chapulín Romario hasta que 15 minutos antes de que termine el partido se desmintió. El pibe se la picó a Agustín Orión y puso el empate en la primera que tuvo en el segundo tiempo el Timao a cinco minutos del pitazo final. Un golazo con una jugada de un verdadero equipo garoto -de esos que le pintaban la cara a cualquiera-. El empate no era merecido, pero muchachos... esto no es basquet(?).

Por la localía y por el tramite del partido, el negocio lo hizo el conjunto brasileño que recibirá a los de Falcioni en el Pacembú el próximo miércoles. En una semana se sabrá quién es el nuevo rey de América. 

1 Comentarios..: