El mundo ha evolucionado y las personas encuentran en internet una forma para descargar sus opiniones, aunque a veces se convierten en armas de doble filo. El fútbol no se queda atrás pero muchas veces queda en la sombra lo que sucede en el campo de juego.
El ser humano tiende a asirse a la añoranza cuando comienza a doblar la vereda de la vida, continuamente nos encontramos con el argumento de que "toda época pasada fue mejor" ante la sinrazón de algún acontecimiento presente. Hablamos desde lugares comunes y el fútbol no escapa a dicha argumentación abarcativa. Sin embargo hoy como nunca esas opiniones saltan a la palestra de manera exponencial apoyadas, reproducidas y potenciadas por las redes sociales.
El ser humano tiende a asirse a la añoranza cuando comienza a doblar la vereda de la vida, continuamente nos encontramos con el argumento de que "toda época pasada fue mejor" ante la sinrazón de algún acontecimiento presente. Hablamos desde lugares comunes y el fútbol no escapa a dicha argumentación abarcativa. Sin embargo hoy como nunca esas opiniones saltan a la palestra de manera exponencial apoyadas, reproducidas y potenciadas por las redes sociales.
Hoy la felicidad y la preponderancia se mide en followers, en likes y en retweets, no importa el fondo, impera la forma. Lo cierto es que Twitter y Facebook extrapolan nuestra personalidad y ser "populares" es lo más importante para cualquiera con el ego suficiente para buscar el reconocimiento de los demás. El hedonismo del siglo XXI.
La inmediatez es un valor asombrosamente anhelado en las redes sociales, llegar antes a una noticia, publicar casi en el momento en el que un acontecimiento tiene lugar es lo que todos buscan. Este hecho en un ambiente en el que siempre existe avidez por estar un paso adelante de los demás, por conocer el detalle más mínimo encuentra tierra fértil en el juego que amamos: el fútbol. Y junto con él aparece el juego de la especulación, ese que tantos aman incluso más que el fútbol por sí mismo. Entonces conocer el fichaje de las últimas horas, el interés de tal club por cierto jugador, la opinión del recién llegado, sus relaciones sentimentales, su vida fuera del campo de juego se hace preciso.
Ésta cuasi necesidad nos lleva a dar un valor de verdad absoluta e irrefutable a todo lo que se lee en Twitter o Fecebook; el caso concreto de Sergi Guardiola con el Barcelona que rompió un contrato con el jugador por tweets de menoscabo a Catalunya nos hace preguntarnos ¿En dónde queda la tolerancia de un Club que se jacta de ser "Más que un Club"? Que una entidad del tamaño del Barcelona le dé tal trascendencia a lo que acontece en una red social nos debería preocupar, pues marca un precedente.
El pasado de Sergi Guardiola en las redes sociales lo condenó. |
Fotos trucadas y falsos pases. |
El fútbol y las redes sociales seguirán coexistiendo nos guste o no. Pero cómo se añoran esos tiempos en que era más importante lo que sucedía en 90 minutos y no lo que el 9 de tu equipo twiteó en las últimas horas.
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