Messi ha sido el blanco
de muchas críticas desmedidas en la agenda mediática. Opiniones infundadas y
debates improductivos, cuando el plan de Martino no consiguió potenciarlo.
Un año se cumplió de aquel juego ante Holanda, la definición
en los tiros penales y las emociones desatadas en el país. Tras el remate de
Maximiliano Rodríguez, el conjunto de jugadores argentinos, que aguardaba un
desenlace, se lanzó en una corrida repleta de algarabía y alegría.
Posteriormente, luego de 24 años Argentina regresa a una final del Mundo.
Desde el centro y tras haber convertido su penal, Lionel Messi esbozó una
satisfacción pocas veces vista en su gestualidad.
Días más tarde, Jerome Boateng disputó el mejor partido de su
carrera, quitando un sinnúmero de pelotas al crack argentino. Las escenas que
protagonizaron ambos aquel día chocan de frente con la magnífica jugada que
realizó el ‘10’ en las semifinales de Champions League ante el zaguero del
Bayern Munich. Un poco más cerca en el tiempo, el plan ideado por Jorge
Sampaoli logró desactivar a Messi, aunque cierto es que la idea colectiva
argentina tampoco le permitió crecer.
Gerardo Martino intenta una metamorfosis en el conjunto
albiceleste. Alejado de los ideales de Alejandro Sabella, el Tata lidera un equipo que hoy desea más
el balón e intenta jugar mayor parte de tiempo en campo rival, con mucha
movilidad interior y laterales altos. Sin embargo, en ese planteamiento parece
haberse estancado. Durante la Copa América, el entrenador no ha evidenciado
contar con diferentes variantes que permitan una vía de escape en caso de que
el adversario anulase sus intenciones primarias.
Tampoco buscó el técnico dar un cimbronazo que modificara el
rumbo de un partido. Sus lecturas de campo no parecieron ser buenas y casi
siempre repitió los cambios, quitando a Javier Pastore y a Sergio Agüero. En ese contexto, su
estrategia lejos ha estado de potenciar a Messi. La Pulga no estuvo presente en la mitad de los amistosos dirigidos por
el rosarino previamente a la competencia oficial (cuatro de siete encuentros),
pero en Chile no se observaron mecanismos que brinden las mejores opciones a
Lionel.
El equipo salió a la cancha del Estadio Nacional de Santiago
sin respetar su esencia, lejos de continuar con el modelo de juego que intenta
imprimir el cuerpo técnico, buscando anular desde el primer momento a su
adversario. Más allá de ceder el balón y replegar, Argentina nunca atisbó salir
de contraataque. De esa manera, no respetó su ataque organizado y tampoco supo
originar metros para correr, esos que habían sido tan provechosos en los
últimos años del conjunto.
Messi contó con pocos apoyos, a pesar de tampoco exhibir un
síntoma de rebeldía que debería ser propio de su capacidad individual. Con su
rostro impertérrito y un semblante taciturno, es el reflejo de críticas
despiadadas y desmedidas. Como si no se tratase de un deporte colectivo, todas
las miradas apuntan hacia él. La agenda mediática ocupa horas en un debate
improductivo, lleno de diatribas y opiniones sin fundamentos. Programas de TV o
radio forman mesas de distintos periodistas que discuten sobre la culpabilidad
del crack del Barcelona. Hasta se ha llegado a pedir que se exprese con algún
tipo de acción violenta, en pos de “mostrar algo”.
El poco tiempo que se dedica en los medios a factores analíticos del juego también incide. Muchos sectores de la prensa intentan ver más allá de su personalidad, pidiendo una faceta que pocas veces mostrará.
El poco tiempo que se dedica en los medios a factores analíticos del juego también incide. Muchos sectores de la prensa intentan ver más allá de su personalidad, pidiendo una faceta que pocas veces mostrará.
Desde su debut y hasta la actualidad, han sido pocos los gestos extrovertidos de Messi. Como expresa Andrés Burgo en esta obra, Lionel
reacciona con naturalidad a lo sobrenatural. Un outsider hermético en sus demostraciones. Aquella emoción posterior
al partido ante Holanda, no obstante, rompe con ese paradigma en un momento
único. Acostumbra a metabolizar por dentro, por eso mismo se lo vio en soledad
en el campo luego de ambas finales perdidas.
Por si fuera poco, aparecen desde cualquier lugar rumores de
que el jugador más valioso del Siglo XXI podría abandonar el seleccionado o se
aleje por un tiempo. El propio futbolista nunca ha esbozado ni una idea de lo
que pretende hacer. La ausencia de Leo en un cotejo futuro no sería más que la
continuidad de un acuerdo tácito entre él, Martino y su club previo a la Copa,
que hizo que no fuera parte de todos los amistosos de preparación. Cuesta imaginar
qué sería del seleccionado sin su máxima figura.
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