Estudiantes venció con claridad a Barcelona de Guayaquil por 3-0 en su debut en el
Grupo 7 de la Copa Libertadores. Un hat-trick de Guido Carrillo
trasladó al resultado la diferencia que hubo entre ambos en el desarrollo del
juego.
En la presentación de Estudiantes en la fase de grupos de la
Copa Libertadores de América, la noche de La Plata se vistió de fiesta y se
abrigo en la ilusión. El conjunto de Mauricio Pellegrino obtuvo una victoria
clara e indiscutible, basada en un juego práctico, solidario y eficaz que
resultó demasiado para el Barcelona ecuatoriano.
Las intenciones de Estudiantes no demoraron en desnudarse.
Juego largo y cruzado a los extremos del campo para generar superioridad
numérica en los costados y aprovechar las notables deficiencias de los
laterales de Barcelona. Así, sobre todo por el sector derecho, Estudiantes
comenzó a generar desequilibrio colectivo e individual y Barcelona debió
retroceder y recurrir a envíos frontales de larga distancia que Marlon De Jesús
perdía sistemáticamente con Jonathan Schunke y Leandro Desábato.
Juan Sánchez Miño y Ezequiel Cerutti comenzaron a preocupar
a la defensa visitante y en un cuarto de hora el ‘León’ insinuó que el gol
estaba al caer. Y cayó. En el minuto 16 una floja respuesta de Máximo Banguera,
el arquero ecuatoriano, ante un derechazo lejano de Israel Damonte, le permitió
a Guido Carrillo demostrar su olfato goleador para marcar las diferencias que
el trámite del partido ya justificaba.
La visita no pudo acomodarse nunca al partido durante la
primera mitad. El progreso ofensivo de Álvaro Pereira por izquierda y de Matías
Aguirregaray por derecha, la movilidad incesante de Carlos Auzqui, la libertad
de Cerutti y Sánchez Miño para asistir a Carrillo, llevaban al equipo de Rubén
Israel cada vez más cerca de su propio arco. Brian Alemán, quizás el jugador
más peligroso que tuvo Barcelona, no sólo no podía arrimarse a De Jesús sino
que debía colaborar en la faz defensiva y su equipo cedía una y otra vez el balón al dueño de
casa.
El empuje de un Estudiantes que concurrió masivamente a
campo adversario terminó decantando en el segundo gol. Un centro de Sánchez
Miño desde la izquierda fue aprovechado por Carrillo que se elevó entre Luis
Checa y Giovanny Nazareno para enviar el balón a la red y colocar el 2-0 a los
36 minutos. La diferencia reflejaba con justicia una superioridad absoluta de
Estudiantes sobre un rival maniatado e irresoluto.
Con el inicio del complemento llegaron cambios en la
formación ecuatoriana. Con la intención de adelantar filas hacia el arco de
Hilario Navarro, Israel colocó en el campo a Ismael Blanco y al experimentado
José Luis Perlaza. La idea fue conformar una línea de tres defensores,
adelantar a los laterales hasta la línea media y acompañar a De Jesús en el
ataque para generar mayor presencia ofensiva. Barcelona alejó el juego de su
área pero no encontró grietas en el aparato defensivo de Estudiantes y sólo
preocupó a Navarro a partir de un tiro libre ejecutado por Alemán.
Poco a poco Estudiantes regresó al control absoluto del
juego. Los cambios de Pellegrino aportaron mucho al control del balón y el
último cuarto de hora transcurrió con el equipo platense moviendo el juego de
un lado al otro del campo. El tercer gol llegó casi por decantación. Lo generó
Carrillo y lo concretó el propio goleador tras un centro bajo de Mauricio
Rosales que Auzqui dejó pasar inteligentemente para la llegada solitaria del intratable artillero. 3-0 justo y definitivo. Una clase de pragmatismo y contundencia que
resultó abrumadora para un Barcelona poco rebelde.
Más allá de la victoria, Estudiantes de La Plata ha dejado
en claro que será un rival respetable. Un hueso duro de roer, que va maniatando
y destruyendo paulatinamente a su rival hasta llevarlo a su mínima expresión.
En La Plata hay ilusión. Un equipo a la altura de la historia, concebido con la
humildad y el sacrificio que los preceptos fundamentales de la escuela
‘pincharrata’ pregonan, marcha con firmeza hacia un horizonte lejano en la
máxima competencia continental de clubes.
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