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Morir con las botas puestas

Tottenham Hotspur clasificó a la final de la Capital One Cup tras igualar agónicamente 2-2 ante un Sheffield United que vendió carísima su eliminación y dejó una imagen excelente.


El trámite del encuentro de vuelta de la segunda semifinal de la Copa de Liga entre Sheffield United y Tottenham Hotspur se puede definir brevemente como vibrante. Juego fluido de ambos lados, intenciones ofensivas de unos y otros y la hidalguía de un Sheffield que nunca perdió su forma y siempre fue en busca del arco rival condimentaron un ida y vuelta interminable de principio a fin del partido.

De entrada Sheffield United avisó que su derrota por la mínima en White Hart Lane no le impediría ilusionarse con la clasificación. A los 9 minutos, con el juego volcado en campo visitante, Michel Vorm corrigió un error propio tapándole a Jamie Murphy, un extremo desequilibrante por ambos costados, un derechazo que llevaba destino de gol.

Tottenham consiguió salir del asedio inicial y comenzó a acercarse al arco de Mark Howard. Harry Kane castigó en los espacios libres que dejaba un ofensivo rival aunque no tuvo la puntería suficiente para inquietar en demasía a Howard. Sin embargo, el correcto arquero local se llevó un gran susto tras un envenenado disparo del francés benjamín Stambouli desde larga distancia que terminó controlando en dos tiempos.

Con la sensación de un Tottenham más peligroso que su rival llegó un tiro libre a pocos metros del área y a la derecha de la medialuna. Christian Eriksen cobró con maestría incrustando el balón en el ángulo más lejano, aquel que cuidaba un sorprendido Howard, para establecer una diferencia que dejaba dos goles por debajo en el global al anfitrión y parecía sentenciar la serie. Pero Sheffield United nunca se dio por vencido y aún en un desarrollo adverso siempre intentó jugar con prolijidad en busca del arco de Vorm.

El ágil ida y vuelta continuó en la primera mitad del complemento y Tottenham no pudo llevar a la red su superioridad ofensiva. Mauricio Pochettino, intentó cerrar definitivamente la serie y retiró del campo a Moussa Dembélé, de gran partido jugando en tres cuartos de cancha, para colocar a Paulinho junto a Stambouli y Ryan Mason en la contención. El cambio terminó con los Spurs sin capacidad para controlar el balón y Sheffield con la herramienta en sus pies supo dar buen destino y llevar el trámite al campo adversario.

Nigel Clough le dio un empujón más al ánimo colectivo y refrescó el sector ofensivo con los ingresos de Michael Higdon y el joven Che Adams con un cuarto de hora por delante. Los cambios no tardaron más de un minuto en dar sus frutos. Adams, en su cuarto partido en el equipo y con tan solo 18 años, aprovechó un centro rasante de Ryan Flynn desde la derecha para definir cruzado contra el palo izquierdo de Vorm y empató el partido.

Si el empate fue festejado y encendió la ilusión de un Sheffield que compensaba el cansancio notorio con unas agallas tremendas, el segundo gol de Adams, tres minutos después del empate tras un desborde de Murphy por derecha, desató la algarabía de gran parte de las treinta mil almas que colmaron Bramall Lane. Los Blades alcanzaron el derecho a tiempo extra contra todo pronóstico.

Con el alma más sana que las piernas y con la certeza de que los minutos agregados hacían necesario un nuevo gol y disminuían sus chances de éxito, Sheffield fue a quemar las naves en busca del tercero. Lo tuvo en los pies de Higdon que ingresó en velocidad al área y despachó un soberbio remate que rozó el travesaño y que significó el último tren a la gloria de un equipo que la mereció largamente.

Eriksen tenía otros planes. Luego de recibir un preciso pase de Kane entre los adelantados defensores locales, colocó el balón junto al palo izquierdo de Howard con un remate cruzado y milimétrico que selló la suerte de la serie a favor del equipo londinense e igualó en dos goles un partido formidable. El resultado global dirá que Tottenham es finalista y tiene en mano el pasaje a Wembley para la final del 1 de marzo ante Chelsea. Pero la actuación del equipo dirigido por Nigel Clough, hijo del legendario Brian Clough, debe ser al menos aplaudida y enaltece enormemente la creciente imagen del fútbol de ascenso inglés.

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