El equipo del italiano dominó de principio a fin del partido al equipo de Edgardo Bauza, que con sólo el ingreso de Leandro Romagnoli en el segundo tiempo demostró un poco de rebeldía táctica y un poco de orgullo propio.
Sin dudas debería estar festejando, y perdón que hable en primera persona pero hoy no puedo despegar el hincha del periodista, o tranquilo o enojado repito. Pero no, estoy decepcionado.
Era un Mundial de Clubes con más de 12 mil almas en Marruecos, con un marco ideal y no digo que había que ganarle al Real Madrid. Si se le complica al Barcelona, su clásico rival, y hasta a los más importantes de las diferentes ligas europeas, a un equipo de Argentina en sus horas bajas le debería costar aun más. Pero no se puede dejar tan pálida imagen.
Actitud, orgullo, amor propio, en todo eso se vio superado San Lorenzo gracias al orden táctico de un técnico que perdió el partido de entrada. No por jugar con un punta, no por no intentar molestar al Real Madrid sino por que San Lorenzo como club se vio perdedor. Se plantó en la cancha perdedor, buscó no ser humillado.
Una verdadera lástima para tal marco. Y sí, en el resultado (sólo 2-0 en favor del equipo español) es dignísimo lo hecho por el equipo azulgrana. En cuanto a las formas y el juego demostrado, no.
Sin generar una situación de gol en gran parte del partido, San Lorenzo se dedicó a aguantar. Nada más que eso. Cuanto más tarde llegara el gol, mejor. Sólo 50 segundos pasaron para que el conjunto merengue tenga su primera chance y, si no fuese por una mata de cesped que Karim Benzema se enganchó, ahora se hablaría de una goleada.
Después de eso, el Madrid se sintió realmente superior y manejó los tiempos. Lo llevó como quizo a San Lorenzo durante todo el partido. Y la resistencia tarde o temprano iba a ceder. Quizás en el mejor momento de San Lorenzo, cuando consiguió mantener la posesión por más de tres minutos en el campo rival, un pase atrás de Enzo Kalinski dejó a Cristiano Ronaldo con pelota dominada y toda la armada Blanca en ataque.
Sebastián Torrico evitó el gol en esa contra tras el remate de Gareth Bale. El mendocino mandó la pelota al córner y desde ese córner, a los 37 minutos, se esfumó toda esperanza. Toni Kroos, con su gran pegada, se la colocó en la cabeza a Sergio Ramos, que le ganó la batalla a un Mario Yepes casi en el suelo y puso el 1-0 para los Merengues.
Si había pocas chances de ganar, con este gol se acabaron todas. Y San Lorenzo, que no salía de su libreto del orden táctico, sin rebelarse. Sin mostrar fútbol. Sólo rechazo.
Y así terminó el primer tiempo. En el inicio del complemento, el Real Madrid selló la historia. A sólo cinco minutos del arranque, donde San Lorenzo intentó llegar a verle la cara a Iker Casillas, el galés Bale quedó con la pelota en el área, le pegó despacito pensando que estaba en posición adelantada y una tardía reacción de Torrico, donde la pelota le pasó por abajo del brazo, hizo del 2-0 un verdadero blooper.
Después de esto llegó el entrenamiento televisado. Un Real Madrid que, si bien le daba la pelota a San Lorenzo, no se despeinaba en dominar el partido. Y San Lorenzo seguía con ese respeto demasiado alto.
Lesión de Yepes de por medio, San Lorenzo volvió a demostrar por enésima vez en el encuentro que realmente temió este partido. Ningún cambio fue en busca de generar juego, ya que el ingreso de Romagnoli fue por la misma posición que ocupaba Gonzalo Verón en el sector derecho de mitad de cancha.
Quizás esta crónica sea confusa, quizás no sea la mejor nota que se podría hacer de este partido, pero no encuentro palabras para describir cómo se puede desaprovechar tal chance. Para jugar al fútbol se necesita la pelota y San Lorenzo todo el partido decidió no tenerla. De esa manera, dificil ganar.
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