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Cambio de fórmula, mismo resultado

En uno de los partidos más atractivos de la jornada 14 de la Bundesliga, el Bayern Munich venció al Leverkusen como local por 1 a 0. Los de Pep Guardiola debieron trabajar mucho para llevarse los tres puntos y mantener su supremacía en Alemania.

El planteo que propuso Roger Schmidt, entrenador del equipo rival, prometía provocar un gran partido desde lo estratégico. El Leverkusen fue al Allianz Arenacon una idea en mente: jugarle de igual a igual a su rival. Y así fue.

El Leverkusen se asentó rápidamente en campo rival sin la pelota, presionando constantemente durante la primera etapa. Esto generó que cuando solo iban dos minutos, tras una ingenuidad entre los centrales locales que se chocaron entre sí, la pelota le quedara a Bellarabi sólo frente al arco rival. El jugador, ante la rápida salida de Neuer, tocó el balón por la derecha del arquero, pero un gran cierre de Bernat sobre la línea impidió la apertura del marcador.

Con dificultades para sacar la pelota desde el fondo por abajo y elaborar desde atrás, el Bayern, lejos de caer en la ingenuidad y el fundamentalismo, optó por cambiar de fórmula para saltearse de la presión rival. Con envíos largos -siempre con sentido- que partían de Boateng o Alonso, en diagonal a los extremos o directos a Lewandoski, los de Guardiola intentaban profundizar sin la intervención del mediocampo, colmado de jugadores rivales y sin espacio para la construcción. Sin embargo, la escasa participación ofensiva de los laterales del local perjudicaba a los extremos, quienes siempre se encontraban en inferioridad numérica y sin posibilidades de asociarse con algún compañero.

Para disputar la segunda parte, Pep Guardiola mandó al campo a Rode en lugar de Gotze, quien tocó muy pocas pelotas en la primera parte. El ingresado fue fundamental, aportando más dinámica y recuperación en la mitad de la cancha. El Leverkusen, debido al gran desgaste de la primera etapa, adoptó una postura más defensiva y se replegó. A los 50 minutos llegó la jugada que decidió el partido. Tras un tiro de esquina, Xabi Alonso llegó por el segundo palo, la bajó de cabeza al medio y Ribery, a la altura del punto del penal, le dio a la pelota de zurda para poner el 1 a 0.

A partir de entonces, los visitantes se vieron obligados a salir del campo propio e ir a buscar el empate. Volvió a presionar arriba y a atacar por los costados, en especial por el sector izquierdo, donde Bernat dejaba espacios a su espalda. Más allá del empuje del Leverkusen por igualar el marcador, el local, que si bien no jugó un buen partido, no se vio nunca amenazado por su rival, y hasta pudo haber aumentado la diferencia con alguna contra, pero la poca eficacia de Lewandoski, quien erró un gol increíble con el arco sólo, impidió que el resultado sea aún mayor.

Ante uno de los rivales más difíciles que tiene la Bundesliga, el Bayern, aún sin poder desplegar su estilo habitual, supo rehacerse y variar los recursos a tiempo, para evitar de esa manera complicaciones innecesarias. Eso también es parte del libreto de los grandes equipos: saber cuándo y cómo cambiar si con el plan predeterminado no se puede llegar al objetivo. Volvió a ganar el Bayern Munich, que con este triunfo ya estiró a siete puntos su ventaja respecto del segundo, además de seguir invicto en este certamen. Todo apunta que en Munich, los barriles de cerveza se destaparán más pronto que tarde para festejar la obtención de otro título.

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