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Ribery y los recursos

El Bayern volvió a derrotar a la Roma. Esta vez fue por 2-0 como local, ante un rival que optó por replegarse y ceder la iniciativa. Ribery volvió a ser elemental, esta vez por dentro.





Aquel resultado en el Olímpico ha disfrazado las intenciones de la Roma. Si en la previa de la goleada sufrida, se especulaba con que podía plantarse de igual a igual frente al Bayern Munich, lo que vino luego ha sido un golpe duro. En las tres jornadas posteriores de Serie A, sacó los tres resultados posibles, y le suma ahora otra derrota ante los muniqueses, después de caer ante Napoli el fin de semana.

De cualquier manera, estos marcadores negativos reflejan el peor momento de Rudi García desde que asumió en la entidad de la ciudad eterna. Basta con mirar hacia atrás y observar las consecuencias para realizar un análisis de lo que el ex entrenador del Lille ha brindado a la Loba, que regresó a Champions League. Sin embargo, todas las virtudes se vieron disminuidas ante el campeón alemán hace dos semanas. Y ese resultado hizo que, para visitar tierras germanas, modifique hasta la ambición de su equipo.

En el transcurso del 1-7, Roma jamás había podido sacar la pelota con claridad, una pérdida se traducía en riesgo inminente y al equipo le costó una enormidad recuperar en transición defensiva. Por tanto, la idea para el segundo choque entre ambos conjuntos varió. García decidió emplear un sistema más conservador, con dos líneas de cuatro hombres cerca de su área, y apostó por una esporádica contra. Roma, más que nunca y de forma contraria a su filosofía, fue una escuadra de una jugada. Sin Pjanic, Totti ni Gervinho de titulares, la idea se basaba en salir rápido y de forma muy vertical –quitar pausa y sumar vértigo-. El repliegue y cierre de espacios fue la plataforma para enfrentar a un rival que ya ha demostrado tener muchos recursos y que sabe responder ante el planteo adversario.

Desde el momento inicial, los italianos entregaron el balón. En las horas previas al partido, el técnico visitante había expresado que las posibilidades de imponerse en el Allianz Arena eran muy pocas, por lo que apostó a no volver a sufrir aquella catástrofe. Durante el primer cuarto de hora del encuentro, el plan de Roma fue llevado a cabo de forma perfecta. Cerraban los caminos, no dejaban vacíos por los que filtrar pases y basculaban de una zona a otra del campo, para evitar los cambios de orientación y la poca influencia de las determinaciones bávaras. Conseguían obstruir los pasillos, aunque la probabilidad de sacar la contra era casi nula ante la inferioridad de Destro frente a la defensa del Bayern (tanto Boateng como Benatia estuvieron muy bien en campo abierto).

Pero aparecería la llave, esa a la que Guardiola recurrió para romper al Dortmund, el jugador que va recuperando ritmo y que jugó su segundo partido como titular tras recuperarse de la lesión. Retornando a la búsqueda que comenzó en sus primeros días en Alemania, Pep ubicó a Ribery en el eje central del ataque. No como falso 9, pero sí por carriles interiores detrás de Lewandowski. Sus movimientos entre líneas fueron de una gran calidad y, una vez que Roma adelantó por segundos su línea defensiva, hizo su gracia. Recibió en tres cuartos, aguantó el balón para esperar la subida de Alaba, tocó al espacio y atacó el área por dentro. El austríaco lo vio llegar y le devolvió el balón, para que Franck conecte a un toque al segundo palo. Así abrió el partido el Bayern, mediante su arma secreta.

Pronto llegarían más chances con el delantero polaco ejerciendo de pivote y descargando para dejar de cara. Esta vez, los bávaros no tuvieron a Robben, que logró hacer mucho daño en este tipo de jugadas en la temporada, pero sí contaron con la rotación continua en campo rival y un Alaba que llegó por todo sector al área rival. Actuando de interior izquierdo, combinó con mucha velocidad y se sumó permanentemente a los ataques.

Con el paso de los minutos, la idea de la Roma carecería de sentido. Siendo un equipo constituido para jugar con el balón, la presión muniquesa volvió a no dejarle salir. Al igual que sucedió en el partido anterior y consciente de las intenciones romanas, Pep mandó a sus jugadores a recuperar alto. Así, ahogaron a los poseedores y lograron quitar la pelota en terreno contrario. Xabi Alonso –vital nuevamente para cortar transiciones rivales-, Alaba, uno de los mediapuntas y Lewa asfixiaban al zaguero que buscaba salir, y lo obligaban a soltarla sin sentido o a un envío largo. La Roma, en ese aspecto, carece de futbolistas con capacidad para juego directo.

Las asociaciones con agilidad del Bayern en el segundo tiempo hicieron que los de García acabasen totalmente inconexos y sin ocasiones de construir una jugada. Tanto la presión que ejercían los locales, como la desmoralización a la que fueron acarreados, quitaron todo tipo de aspiración. Del otro lado, cada día se observa más una tendencia a jugar al ritmo de Lewandowski. El atacante polaco se siente cómodo con juego rápido y vertical, y se ha convertido en un receptor de parte de los zagueros. Si lo exhibió ante el BVB de Klopp, volvió a hacerlo por Champions para sellar el encuentro que otorgó la clasificación a octavos de final. Boateng envió un balón raso que rompió líneas y encontró a Robert, quién giró y centró para la aparición de Gotze. Su ex compañero en Westfalia se encargó de cerrar el marcador desde el área chica.

Solo quedaría tiempo para una mutación táctica en la salida del Bayern, con la sustitución de Alonso, la ocupación de su lugar por Alaba y el posterior ingreso de Rode en reemplazo del jugador de Austria. También habría lugar para los desmarques de Shaqiri o una doble atajada magnífica de Neuer, en la única acción en que tuvo que intervenir. García logró evitar un desastre similar al vivido, pero el Bayern supo hallar los espacios y tuvo nuevamente en Ribery a su arma principal.

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