San Lorenzo se llevaba un triunfo clave de Asunción hasta que en el tiempo de descuento Santa Cruz puso el empate para Nacional. Se define en una semana en Buenos Aires; el pronóstico es favorable para el azulgrana.
Los argentinos en una de las cabeceras del Defensores del Chaco festejaban y mucho el triunfo de San Lorenzo en la ida de la final de la Copa Libertadores. Un golazo colectivo definido de manera sensacional por Mauro Matos le daba una victoria clave a los azulgranas en la esa búsqueda de saldar una deuda histórica. Sin embargo, de manera poco explicable, Nacional de Paraguay se terminó llevando un punto que tiene sabor a algo más debido a lo inesperado y, porqué no, a lo poco merecido del mismo.
No, San Lorenzo no fue una máquina. Jugó por debajo de su potencial, pero fue dominador del juego en amplios pasajes del mismo. Exceptuando un lapso de 15 minutos en el primer tiempo, donde los dirigidos por Moriñigo complicaron con algunas salidas rápidas, los balones pivoteados por Bareiro y alguna pelota detenida. Poquito para un aspirante a campeón de América.
Si los de Boedo llegaron hasta acá fue, entre otras razones, por Piatti y especialmente por Mercier. Hoy el talentoso volante fue intermitente, pero aportó el criterio de siempre. Lo del Pichi fue sobresaliente, jugó como un campeón y de no ser por la omnipresencia del pacman ex Flandria, Platense y Argentinos algunos errores individuales de los elementos defensivos de San Lorenzo hubieran quedado más expuestos. El volante central dejó de ser el orden y el criterio para ser el alma de este equipo.
Individualmente dice poco Nacional. Pero tiene algunas virtudes que hacen de un equipo limitado uno competitivo. Porque mientras mantiene el orden es difícil de doblegar, porque cree en su plan y porque cuando pudo hacerlo, intentó tener una idea para contragolpear. Ha llegado mucho más adelante de lo que pensaba.
Más había avisado en el primer tiempo con un tiro en el palo previo manotazo de Nacho Don, pero los de Bauza habían concretado pocos avances pese a una sensación de superioridad muy latente. Sin embargo, llegó el gol promediando el complemento, cuando el dominio era más acentuado. El DT del equipo paraguayo modificó las piezas en el complemento y con el formato 4-4-2 ganó solidez por las bandas; pero se sabe que esto es una manta corta donde cubrió por fuera, se desprotegió por dentro. Con paciencia, San Lorenzo hilvanó una hermosa jugada colectiva, Buffarini rompió con diagonal por el medio que encontró el pase justo de Romagnoli, apertura hacia Villalba y Tito encontró con un centro bárbaro a Mauro Matos, héroe anónimo de este histórico conjunto santo. Una volea espectacular le daba el triunfo a la visita.
Había olor a que la serie se iba a sentenciar en la ida. Porque Nacional tuvo que salir a buscar sin argumentos y con menos espíritu. Pero tras un breve lapso de menos de 10 minutos, San Lorenzo se apagó. La salida de Romagnoli dio paso a un Barrientos de presencia testimonial. Los argentinos no tenían la pelota, pero Nacional no lastimaba.
En esa andanada de centros frontales sin un destinatario claro, en el último Bareiro le acomodó bárbaro el cuerpo a Gentiletti y se la bajó a Santa Cruz quien anticipó a un Fontanini de regular partido y aprovechó una tardía salida de Torrico para clavar un empate impensado.
San Lorenzo sigue siendo el candidato y sale de Asunción con un buen resultado pero con un golpe anímico que tiene una semana para procesar. Además, deberá afrontar el juego decisivo sin su gran argumento ofensivo: Ignacio Piatti, factotum de este presente azulgrana. Nacional se jugará su fichita para cerrar una gesta épica que sería de las más grandes de la historia del fútbol sudamericano teniendo en cuenta la valía futbolística de un grupo de muchachos que jamás imaginaron estar donde están. Son 90 minutos, y aunque sea una perogrullada, puede pasar cualquier cosa.
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