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Una muerte que no abuena

Julio Humberto Grondona murió a los 82 años y con su desaparición física se terminó su mandato de tres décadas y media al frente del fútbol argentino. Clubes quebrados con una AFA rica, un fútbol sin visitantes, barras millonarios, el legado del dirigente. 


Cualquier cosa que se escriba del futuro de la AFA, de lo que vendrá después de la muerte de Julio Humberto Grondona y su final como presidente vitalicio del fútbol argentino, es mera especulación. No hay prácticamente ningún dirigente que no haya coexistido con Grondona en el puesto más alto de la pirámide, entramos en la dimensión desconocida

Sin embargo, sí se puede escribir y mucho de su pasado, de su legado, de sus 35 años (¡35 años!) como titiritero de la pasión más grande de los argentinos. Tres Papas, la última dictadura militar, la Guerra de las Mavinas, el gobierno radical de Alfonsín, la década menemista, el gobierno radical de De la Rúa, los cinco presidentes en una semana, el interregno duhaldista, la década kirchnerista. La caída del Muro de Berlín y de la URSS, la Guerra del Golfo, la muerte de Pablo Escobar, el 11 de septiembre del 2001, la invasión a Irak de Estados Unidos, Osama Bin Laden y su final, los aviones malayos, la abdicación del Rey Juan Carlos. Todo esto pasó y siempre Julio Humberto Grondona controlaba la AFA con el mismo poder y puño de hierro. 

El mundo del fútbol, ese que le temía y vivía de las migajas que dejaba derramar del enorme plato que se hacía cada vez más suculento en la calle Viamonte, lo despidió honrándolo. Incluso, algunos que lo criticaban y mucho en el último tiempo parecieron abuenarse tras el deceso de Grondona. 

Sin embargo, la gente, esa amalgama tan imprecisa muchas veces, no se entristeció, ni despidió a "un grande", ni al "caudillo", ni al "enorme dirigente". El futbolero de ley, el testigo de cómo sus instituciones fueron vaciadas no solo ante la vista de Grondona, sino muchas veces con el beneplácito de este (recordar el premio que obtuvo  con un puesto en FIFA José María Aguilar luego de su nefasta gestión en River que terminó tiempo después con el descenso millonario), ese hincha no lo va a extrañar. Porque es el mismo hincha que observó cómo primero los barras se quedaban con el control de la tribuna, luego de muchos negocios del club y por último con los Mundiales y el Seleccionado. Los negociados que diferentes barras hicieron en Brasil con entradas recibidas de esa conducción de halo grondoniana han sido fastuosos. No casualmente algunos dirigentes, incluso el hijo de Grondona (Humberto, Seleccionador del sub 20) fue apuntado por las reventas de los codiciados tickets en Brasil. También el presidente interino de AFA, Luis Segura.

La gestión del seleccionado ha sido lo mejor del ciclo Grondona. Y hace 21 años que Argentina no obtiene un título a nivel mayores. El propio Grondona reconoció más de una vez que tuvo la suerte de asumir en 1979, nueve años después de haber sido suspendido por amenazar a un árbitro en un vestuario, y ser contemporáneo de la aparición de Diego Maradona. De aquel pibe que gambeteó a todos en Japón en el Mundial juvenil al que llevó a la Albiceleste a la Copa del Mundo en México y al subcampeonato en Italia. La impunidad era tal en los últimos tiempos que incluso se dieron el lujo el propio Grondona y su hijo Humberto de atacar al máximo ídolo durante el Mundial de Brasil tildándolo de "mufa". 

Sabella vino a recomponer las cosas luego de un período siniestro que se había iniciado tras la salida de Pekerman; mientras se iba aquel que había sido un acierto enorme en su momento como conductor de los equipos juveniles, no solo llegaba Alfio Basile, también se firmaba un contrato con la firma rusa Renova en la cual AFA cedía los derechos de organizar amistosos. El beneficio económico por delante de la ambición deportiva. Un desacompasado Basile, el ciclo de Maradona y el periplo de Sergio Batista ponían a la Selección en un lugar humillante. 

Solo una oposición enfrentó Grondona en los 35 años de reelección indenfida en AFA. Fue cuando Teodoro Nitti se presentó y sumó un solo voto. Abstenciones y ausencias en comité ejecutivo han sido el máximo obstáculo que enfrentó el hombre de Sarandí, político de una estatura superior. Hacía y deshacía a su antojo, todo pasaba por sus manos, incluso hasta fue nombrado presidente del Colegio de Árbitros en los últimos años cuando el qué dirán había dejado de importar. Sin hablar inglés ni manejar una calculadora llegó a Vicepresidente de la FIFA y durante un tiempo presidió el comité de finanzas de una de las multinacionales más importantes del Mundo. Su peso desde las sombras también se hacía sentir en la Confederación Sudamericana. 

Si no tenía disidencias internas, pese a declaraciones altisonantes de dirigentes de turno supuestamente opositores, tampoco sufrió un hostigamiento periodístico. El contrato que firmara la AFA con el Grupo Clarín y Torneos y Competencias le aseguró blindaje a su figura y a sus socios la posibilidad de llegar a todos los rincones del país fundiendo a muchas PyMes del interior del área de comunicaciones con un producto tan atrapante como el fútbol. 

Pero la muñeca de Grondona era tan hábil como la de Roger Federer. Cuando no pudo sacar más rédito de esa relación analizó la jugada y jugó un passing a la carrera. Se alió con el Estado Nacional y un gobierno de signo peronista pese a su ligazón afectiva con el radicalismo. Los torneos pasaron de llamarse Copa Cablevisión a hacer alegorías al Gaucho Rivero o los Nietos Recuperados. En las transmisiones el (mismo) relator de turno no hablaba ir a "tomar un champucito con la Chiche" pero sí destacaba las maravillas del oficialismo desde Fútbol Para Todos

A sus enemigos trataba de cooptarlos, como hizo con Cherquis Bialo, y sino los ninguneaba y atacaba en todos los frentes. Víctor Hugo y su equipo de "Competencia" (el propio Román Iutch sintió el peso del grondonismo en su salida de TyC), el Ruso Verea, Diego Bonadeo, algunas figuras que han mantenido el sentido crítico para con Grondona cuando hacerlo era tarea titánica. 

Con ese halo borgiano evitó la formación de la Liga Argentina de Fútbol a comienzos de los 90, cuando un grupo de dirigentes pensó en armar un proyecto similar al de la Premier League o la Liga Española. Fue en esa década en la que el proyecto de la TV y la AFA se hizo realidad: Boca y River se despegaron de los otros tres grandes y legaron un fútbol dispar en cuanto a mediatización e ingresos. Ya los malditos Promedios había hecho lo suyo como para empequeñecer aún más a los pequeños. 

Ninguno quería sacar los pies del plato, el temor a las represalias eran enormes. Con clubes asfixiados económicamente, la ayuda para los amigos y el rigor para los enemigos generaba un mar de genuflexiones. En ese mundo de ciegos (y de mudos) Grondona era rey. Si para Luis XIV el Estado era él, para el hombre de Sarandí, la AFA era él. Solo la solución biológica, como con Francisco Franco, podía acabar con su hegemonía. Queda mucho por analizar y reflexionar, el fútbol argentino debe definir qué quiere hacer de su futuro.       
      

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