La muerte de Julio Grondona abre varios interrogantes en el
futuro de la Asociación del Fútbol Argentino pero también deja un enorme vacío
a nivel continental y un gran problema para los objetivos políticos del
actual presidente de la FIFA, Joseph Blatter.
Los ánimos se van tranquilizando luego de la pérdida del
líder que parecía eterno. Discutido y polémico pero de enorme capacidad
política y gran poder de adaptación a las distintas situaciones que se le
presentaron en su camino dirigencial, Julio Grondona se constituyó en un hombre
tremendamente influyente dentro y fuera de las fronteras de la Asociación del
Fútbol Argentino.
Por su escritorio pasaron necesidades nacionales,
continentales e internacionales ya sea de interés netamente futbolístico como
de orden político que supo manejar con maestría para superar todo
cuestionamiento y sacar provecho casi personal que se reflejó notoriamente en
el crecimiento de su poder como dirigente. Con esto logró en el nivel nacional
mantenerse en el máximo cargo del deporte más popular de nuestro país durante
más de tres décadas, convertirse en el padrino del fútbol sudamericano en el
concierto internacional y sostener desde una negociación ardua la llegada al
poder de la FIFA de Joseph Blatter tras el alejamiento de Joao Havelange en
1998.
El fútbol argentino comienza a preguntarse los caminos a
seguir en lo inmediato mientras distintos grupos se interesan en postularse
para lo que viene a partir de las elecciones del próximo año. Con el compromiso
pre adquirido del torneo de treinta –aproximadamente- equipos, la dirigencia
argentina trata de inventar algo para conformar a todos los que le habían dicho
sí a Grondona y no al proyecto al tiempo que deben lidiar con las ilusiones
devenidas en inversiones bastante onerosas de aquellos clubes del ascenso que
ven en esta primera fase de transición, una oportunidad para subir un peldaño
en el escalafón de nuestro fútbol. Pero atentos al árbol de lo nuestro dejamos
de ver el bosque del futuro del fútbol mundial sin el ex mandamás de AFA y
vicepresidente de FIFA.
La vacante que dejó Grondona en FIFA, fue rápidamente
ocupada por el uruguayo Eugenio Figueredo, que, a su vez fue reemplazado por el
ex presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol, Juan Ángel Napout. Si bien
ocupará la vicepresidencia del organismo rector del fútbol mundial, Figueredo,
hombre bastante cuestionado puertas adentro del fútbol uruguayo, carece del
peso notable que había alcanzado Grondona en la consideración de Blatter y su
llegada al resto del mundo futbolístico es bastante escasa.
En tiempos donde la continuidad de Blatter al frente de FIFA
no es bienvenida en el continente europeo como quedó claro en las declaraciones
de Michel Platini, una de las amenazas más importantes para el actual presidente,
y donde la FIFA se encuentra bajo la lupa de gobiernos, medios, inversores,
auspiciantes y del corazón mismo del fútbol por las reiteradas sospechas de corrupción, la
muerte de Grondona resulta altamente inoportuna para el suizo y plantea un
escenario que deja al descubierto la posibilidad de un nuevo orden mundial del
fútbol dirigido desde la UEFA y con mucho menos voz para nuestro continente que
debe, por ejemplo, al ex mandatario de AFA la posibilidad de contar con la
mitad de sus afiliados en una Copa del Mundo con las cuatro plazas y media que
tiene CONMEBOL para repartir entre diez federaciones.
Con la necesidad del voto de dos tercios de los afiliados a
FIFA y con alrededor de ciento cuarenta federaciones distribuidas entre Asia, África,
Centro América y el Caribe y Oceanía, claro está el panorama cuando uno debe
intuir hacia donde se dirigirán las promesas de los nuevos aspirantes al sillón
presidencial de FIFA. Y cuando las plazas sean medio de intercambio, habrá que
quitar beneficios a aquellos que entregan pocos dividendos para explotar las
ventajas de aquellas asociaciones que ofrecen votos en cantidad. Allí, una plaza
y media de las que hoy goza Sudamérica.
Otro tema importante que puede imponer Europa en la mesa de
discusión es el formato de Eliminatorias. Una dirigencia más orientada a las
necesidades de los clubes grandes del viejo continente, puede poner en riesgo el
sistema de todos contra todos para retornar a un formato más corto que genere
menor desgaste a la interminable cantidad de figuras sudamericanas que
pertenecen a las instituciones de mayor peso en UEFA. Si bien cada asociación
determina el formato de sus eliminatorias para disputar las plazas otorgadas
por FIFA y el mismo ente regente determina ocho fechas internacionales por año -que seguramente Europa intentará reducir-, no es de extrañar
que la cuestión pueda revisarse y traer otro dolor de cabeza a las federaciones
sudamericanas que tendrían menos plazas y mayor riesgo de eliminación en un
torneo más corto y con menor margen de error. Probablemente aquí, la única salida sea una fusión con CONCACAF que permita recurrir a la cantidad de federaciones intervinientes como excusa para conseguir mantener los cupos, aunque deban disputarse en la cancha contra algunos peligrosos seleccionados centroamericanos.
Con todo lo expuesto, habrá que seguir de cerca la evolución
política y organizativa del fútbol y estar atentos a cambios importantes a corto y mediano plazo que
demuestran la superlativa influencia de un personaje tan demonizado desde afuera
como alabado desde adentro del nivel organizativo y dirigencial del fútbol
mundial.
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