En Recife, Alemania ganó por 1 a 0 a Estados Unidos y se
aseguró la primera plaza. Los de Joachim Löw fueron uno de los equipos más
efectivos y creativos en ataque, pero en defensa las dudas todavía existen.
Por primera vez, el maestro y el alumno
se encontraban de vuelta. Nunca olvidaran aquellos días en el Mundial del 2006,
cuando llevaron a una Alemania renovada y contracultural a conseguir un valioso
tercer puesto.
Los germanos salieron
con su ya establecido 4-3-3, con Lahm como voz de mando y con la titularidad de
Schweinsteiger en el mediocampo y Podolski en la delantera. Por el otro lado, Klinsmann decidió poner a Graham Zusi por izquierda y Brad
Davis por derecha en su 4-2-3-1, tratando de cuidar las espaldas de los
laterales y ayudando a los volantes para recuperar y aprovechar el talón de Aquiles
de Alemania, las bandas.
Los primeros quince minutos Alemania se estableció en campo contrario manejando el balón, sus receptores se movían a la perfección y creaba infinidad de ocasiones, combinando por dentro con los volantes y sorprendiendo por fuera con la llegada de los laterales. Si por dentro no se podía, se combinaba por fuera, si tampoco se podía, pelota a Lahm y a volver a construir la jugada. Los de Löw eran una maquina moviéndose como piezas de ajedrez.
Una vez pasado el vendaval, los yankees pudieron
mover la pelota con criterio y consiguieron inquietar a la zaga germana con
balones a la espalda de Mertesacker, quien no tiene la rapidez de Hummels en la
anticipación, y menos en transición. El segundo tiempo, con la entrada del histórico Miroslav Klose, Alemania lo
jugó con la tranquilidad del resultado y el dominio en área ajena.
Hasta que, de una jugada preparada en el córner derecho, Mertesacker llegó tan
preciso como la aguja de un reloj para meter un buen testazo. Howard llegó para
despejarla, pero en el rebote, Müller la conectó perfectamente para que se
clave al lado del palo. Ventaja, posesión a su favor y dominio total. Alemania mostraba su potencial puro
en la cancha.
Poco se puede contar después del gol. Infinitos toques entre línea y línea,
llegadas por afuera y tratando de abastecer a Klose y Müller. Ya terminando el partido, los norteamericanos tuvieron dos chances para igualar
el partido.
Una contra comandada por el tándem Jones-Dempsey-Bradley creó una contra a toda prisa que llegó a parar a los pies de Bedoya. El disparo parecía ir adentro, pero Lahm salió al rescate para cortar el remate. Una más le quedaría al conjunto yankee, tras un centro de Bradley que por poco Dempsey no pudo conectar.
Jurgen Klinsmann parece haber consolidado un proyecto, basado en la regeneración de la selección anglosajona. Tras la pérdida de Altidore en el equipo titular por lesión, hubo preocupación por quien desempeñe el rol de Jozy, pero Dempsey demostró su calidad innata y condición de capitán.
Por el lado alemán, Joachim Löw sabe que ha llegado el momento de la verdad. La llegada de
Guardiola al Bayern fue una bomba futbolística en el país europeo, y con ella
la discusión sobre la identidad de la selección germana volvió a abrirse. La
apuesta de Lahm como mediocentro por parte de Pep, la lesión de Khedira a
principios de año, seguida también por la de Gundogan, hizo replantear a Löw
su planteo más usado, el 4-2-3-1. En un
amistoso ante Chile, el técnico alemán se animó con Lahm como constructor de
juego y Gotze y Ozil como “falsos extremos”. Pese a ganar 1 a 0, la afición no
se mostró satisfecha con el juego de la Mannschaft y acumuló
aún más dudas sobre el equipo titular.
En el primer partido del Mundial, Löw confió en la idea y se llevó todos los
elogios con una goleada a Portugal por 4 -0. El empate ante Ghana dejó ciertas
dudas en la zaga defensiva. Sus laterales improvisados (tanto Boateng como
Höwedes son centrales) les ha traído unos cuantos dolores de cabeza. Jogi trató
de solucionarlo con una presión asfixiante en los costados, comandada por Lahm
y con Schweinsteiger dando una mano. El hecho es que muchas veces la presión
surte efecto, pero cuando no es eficiente, atrás sufren mucho.
La Mannschaft se muestra por primera vez en su historia futbolística dependiente de cuán bien estén los de arriba para llevarse la victoria. Y eso algún día puede que sea una bendición, pero otros puede que indique el camino de vuelta a casa.
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