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Vale más tu llanto que cualquier estrella

Liverpool dejó pasar una gran chance ante el Crystal Palace, pero lo más emotivo del partido terminó por ser el llanto de Luis Suárez. El delantero no escondió sus sentimientos y uno de nuestros corresponsales también se dejó llevar por la emoción que le generó la situación.


Anoche después de la debacle del Liverpool ante el Crystal Palace tras ceder una ventaja de tres goles y terminar con un empate que lo aleja muchísimo del sueño de volver a ganar la Premier. Vimos llorar a Luis Suárez. A un uruguayo que llegó hace algunos años. ¿A un uruguayo? ¿Por qué no a un inglés? ¿Por qué a un tipo que quizás siente más la camiseta tricolor que la red?

Anoche una sonrisa se volvió a dibujar en el rostro de aquellos románticos del balompié y no porque nos dé alegría el llanto de un player, sino porque es la muestra de que aún hay caudillos, que aún esos tipos que ganan millones pueden por un momento sentir la desilusión del hincha, aunque sea en otras latitudes y la expresión y el sentimiento se encaminen hacia una causa que no es la nuestra.

Desconsuelo
Testigos mudos y hasta complacientes hemos sido de una gran cantidad de momentos en los que al jugador le da lo mismo el resultado. Porque el resultado se asume como una parte inherente al juego: a veces se gana y a veces se pierde. Y los jugadores lo asumen como tal. Vamos no pasa nada, que ya vendrá el próximo fin de semana, la próxima temporada, el próximo Mundial... el fútbol siempre da revancha.

Pero cuando el juego deja de ser un juego y se entiende como la felicidad o la tristeza de un hincha que alienta, que admira y que idolatra, eso es otra cosa. ¿Cómo puedes entender la frustración del hincha por ver la pelota que da en el poste y se marcha? ¿Cómo encontrar calificativos para la felicidad orgásmica que ocasiona un gol? Hay pocos jugadores capaces de conectar con esas emociones... Y tú Luis Suárez eres uno de ellos.

Hoy te invito a apretar los puños y volver a dar la cara, como lo has hecho en toda tu carrera. Porque tú nunca te escondes; no lo hiciste ni en Sudáfrica, ni en Amsterdam ni en ninguna parte.

Tan cerca y tan lejos...
Porque tras este año fantástico en el que reventaste la Premier, en el que tus cifras anotadoras sólo las equipara un enfermo del gol que juega en una liga menos física. Resulta que hacia el final de la temporada no son tus magníficas potestades con la pelota, que están por encima de cualquier juicio valorativo las que nos hacen traerte a la palestra. Sino ese gesto tuyo que te hace descender de tu pedestal de divinidad futbolística, para mostrarte como un terrenal ser, capaz de desmoronarse emocionalmente: de sentir, de sufrir.

Gracias Suárez por el llanto sincero, por la demostración honesta de tu entrega y amor por tus huestes. Gracias, porque un título liguero no te hace ídolo, pero estas lágrimas derramadas sobre el verde césped, te han llevado ya al recinto de los indispensables, de los que honran este juego, de aquellos que verdaderamente aman la camiseta.

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