En el Vicente Calderón y frente al Valencia, Diego Costa
volvió a romper todo esquema de partido para poner al Atlético en lo más alto
de todo y demostrar que la competitividad del equipo del Cholo está dispuesta a
romper cualquier hegemonía.
En el día de ayer en el fútbol español, el Atlético de Madrid demuestra ser el
equipo más regular de todo el torneo, haciendo un torneo casi perfecto con solo
un partido perdido y puntero junto con el Barcelona y barriendo equipos en
Champions con una claridad sorprendente.
Ayer le tocaba una prueba de fuego ante un Valencia que venía
a buscar una victoria imperiosa en Liga para sacar a flote el proyecto Djukic.
El partido empezó con los dos equipos muy espesos en ataque. El Atlético salió
buscando los huecos habituales que deja el Valencia en el medio, pero Oriol
Romeu y Parejo hicieron un gran trabajo tanto defensivo, cortando cualquier
posibilidad de pase por la zona media, como ofensivo, distribuyendo la pelota
con un acierto asombro por la magnitud del rival. Ante la buena actuación del
doble pivote valenciano, el Atleti buscó abrir juego por fuera con sus
laterales, pero los centros tanto de Juanfran como de Filipe eran ganados por
la zaga defensiva del Valencia.
Después de una primera parte opaca para los dos conjuntos,
los colchoneros salieron al segundo tiempo con una actitud totalmente
diferente, en especial el brasileño Diego Costa, quien desde el arranque tomó
confianza. Así fue que en una contra recibió en 3/4 y emprendió una corrida que
terminó clavándose abajo en un tiro cruzado y apareciendo como si de un ángel
de la guarda se tratase, fiel a la historia del Atlético. El gol fue suficiente
para que el rival se desmorone y empiece la fiesta madrileña, con Raúl García
como autor del segundo tanto y Diego Costa cerrando con un gol desde el punto
de penal.
El Valencia se vio totalmente arrasado y los pocos cimientos
construidos en el primer tiempo no sirvieron para mantener a flote un proyecto
que todavía no termina de convencer.
Si vemos al Atleti, percibimos una actitud competitiva y
batalladora como si de una guerrilla se tratase, buscando desbancar a los
grandes equipos y explotar al máximo su nivel en Europa. Todo es cuestión de
tiempo, pero si hay algo seguro es que el Cholo y sus guerrilleros están preparados
para cualquier combate contra cualquier enemigo, y eso hoy en el fútbol vale
mucho.
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