El seleccionado argentino Sub 17 venció 2-1 a Costa de Marfil. Sufrió en
los últimos minutos, pero ya está en semifinales y enfrentará a México. Este es el único título que le resta conseguir al fútbol argentino.
Tal como sucedió en el Sudamericano, Argentina comenzó bajo en su rendimiento, fue levantando de a poco, y llega a las instancias finales de este Mundial Sub 17. En el torneo disputado a principios de año tuvo un pésimo inicio, acá con más tranquilidad, accediendo a semifinales y soñando con consagrarse en este certamen por primera vez en la categoría.
El rival en
cuartos fue Costa de Marfil. Los equipos africanos siempre son difíciles en los
Copas juveniles, llegan a estos momentos amenazantes con dar el zarpazo, ya
saben de golpes históricos. El conjunto de Humbertito Grondona sabía que no la
tendría fácil y, de hecho, no comenzó bien el partido aunque lo llevó a su
terreno en el momento justo.
Los
marfileños fueron ganando las divididas y todos los rebotes desde que empezó el encuentro. Pero a los 5 minutos, en
la primera aproximación, llegó la ventaja. Un pelotazo largo perfecto de Matías
Sánchez, con una notable precisión. Joaquín Ibáñez, de lo mejor que ha mostrado
el combinado argentino hasta aquí, la paró con pecho, hizo un control orientado
genial y se perfiló para su zurda. Definió ante una salida defectuosa del
arquero rival, pero fue un gran gol para abrir un partido que se complicaba de
a poco.
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Perfecto control y perfecta definición de Ibáñez |
Después del tanto, el elenco nacional tuvo el control de la pelota durante casi todo el primer tiempo. Aunque no llegó demasiado al arco rival, por imprecisión en los pases y por el juego brusco de los marfileños, que iban siempre al cuerpo en lugar de quitar limpio y salir. Sánchez no estuvo preciso después de aquel gran pelotazo y Leszczuk no se hizo eje, solo el doble pivote de Compagnucci y Ferreyra sacó la pelota de abajo pero Argentina no tenía como armar en ofensiva; tampoco podía salir por banda, ya que Tripichio se proyectaba poco y Vega directamente no subía.
Desde un
primer momento, y en casi todo el partido, Costa de Marfil intentó hacer
prevalecer el físico de sus jugadores. Así se llevó la pelota y ocasionó
jugadas de ataque, pero en las divididas los defensores argentinos optaron por
hacer una pausa. No iban a chocar, sino que esperaban la acción del rival para
cortar. En la primera etapa fueron eficaces en la marca, tanto Mammana como Moreira.
Pese a
llegar poco, Moreira tuvo dos oportunidades provenientes de pelotas paradas y
convirtió. La primera se lo anularon mal por un offside que no existió. La
segunda anotó, abajo del arco tras distracción ofensiva de los Elefantes,
para ampliar la ventaja. El arbitraje y los líneas también incidieron en una
medida elevada. Los dirigidos por Ibrahim Kamará hicieron faltas duras cada
vez que intentaron recuperar la bola, merecieron tener algún que otro
expulsado, aunque allí se vio una principal diferencia: a la contextura física
marfileña no le siguió el concepto futbolístico, para el quite, para generar
juego, y los argentinos supieron como llevar el encuentro sin chocar.
De todas
maneras, a los 45 minutos iniciales con contundencia no le continuó un
complemento de igual manera. El equipo de Grondona cedió la iniciativa al rival,
lo dejó que viniese, que chocaran con sus limitaciones. La defensa estuvo
ordenada para no dejar filtrar un pase entre líneas. Igualmente, a Driussi
nunca le llegó limpia, los conductores no pesaron en la segunda etapa y los
marfileños no descontaron hasta cerca del final por impericia propia.
Faltando
poco más de 10 minutos, un centro pegó en la mano de Ferreyra. Penal y buena
ejecución de parte de Franck Kessie, para ponerle suspenso al cierre del
partido. Costa de Marfil invadió el campo argentino, que casi no atacó ni
contratacó. Con la idea de generar un ataque veloz y tomar mal parada la
defensa contraria, el DT puso a Astina por Tripichio, para tener salida rápida,
pero nunca pudo profundizar. El área argentina terminó llena de centros, y
emergió en cada uno de ellos, como ante los pocos remates de afuera, el arquero
Batalla para salvar el arco.
Un triunfo
merecido, más allá de las complicaciones, para acceder a semifinales y seguir
soñando. El martes será turno de enfrentar a México, el último campeón (en
2011) y que viene de eliminar a Brasil por penales en una histórica definición.
Argentina sufrió en el final, en el segundo tiempo no generó peligro en el área
del arquero Diabagate, pero ganó justamente y por ahí el partido pudo haberse
definido si no le anulaban mal un gol. Hay cosas para corregir, pero la
Selección ya está entre los cuatro mejores.
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