El Atlético Madrid es hoy por hoy el mejor equipo español. Derrotó en el Bernabéu al Real y se permite soñar en grande. Los de Simeone llevan siete triunfos en igual número de presentaciones en Liga y cortaron una racha de 14 años sin vencer en el clásico madrileño. Muy poco de los Merengues.
Explicó en algún momento Ernesto Guevara que una disputa entre dos ejércitos en pugna no puede medirse simplemente de una forma aritmética. Que no necesariamente el que a primera vista pueda parecer más poderoso iba a resultar más vencedor, sino que al número de tropas y su capacidad armamentística había que multiplicarlo por un factor intangible pero muy importante: el convencimiento en la idea que se defendía. En una versión algo rosa, esa era un de las explicaciones para el triunfo de la guerrilla cubano ante el Ejército de Fulgencio Batista.
Este Atlético de Madrid si algo tiene es convencimiento. No solo en su juego, sino en su líder y comandante: Diego Pablo Simeone. El Cholo, sapiente de lo que es ese club y del potencial de su tropa, sabe que no puede entregarse a una batalla franca con los dos poderosos de España y así, juega a la guerrilla. Y le va bastante bien. Ya puso en jaque la hegemonía Real Madrid-Barcelona y ese es un triunfo enorme.
Se repliega y con ataques cortos e intensos va en busca de su objetivo. El guión es claro y no hay lugar para demasiadas salidas de tono. Cada encuentro es una feroz batalla donde saben que si no dejan todo y juega al límite de la concentración, el resultado no va a ser el deseado. Esto se potencia si merengues o culés están del otro lado.
Ya lo había mostrado en la final de la Copa del Rey, también en la Supercopa de España y hoy volvió a ratificarlo; desde su idea, el Atlético puede disputarle partidos a los dos colosos. La superioridad de los colchoneros hoy fue tremenda. Existía sí la chance de un triunfo visitante, pocos hubieran apostado por la distancia que existió entre un equipo y otro.
El hacedor de la bestia |
No solo se dio el remanido tópico de equipo contra individualidades, sino que además hubo una distancia enorme entre la certeza con la que unos desarrollaron su plan y otros que terminaron enviando pelotazos frontales como cualquier conjunto ramplón. Impropio de un equipo con futbolistas tan contrastados.
Ya el equipo que planteaba en campo Ancelotti invitaba a que Simeone y compañía se ilusionaran. Es que se sabía a qué iba a jugar el Atlético pero las opciones elegidas por el italiano fueron las erróneas. El doble pivote Khedira-Illarra jamás le dio el nivel de creación que necesitaban los blancos (mientras Modric pasó el primer tiempo en el banco). Isco arrancó demasiado tirado sobre una banda izquierda en la cual Ronaldo solía recaer. Juanfrán y Koke se desdoblaron siempre ayudados por un Gabi siempre puntal para ejercer esa ayuda extra.
La banda derecha era un canto a previsibilidad. Arbeloa es un jugador sin capacidades ofensivas; Di María en ese sector siempre tenía que enganchar hacia adentro. Las superioridades no se podían ejercer ni desde la banda fuerte ni desde el lado ciego y así el tándem Filipe Luis y Arda Turán se encargaron de pensar más en ataque que en defensa. A lo largo de los 90 minutos la presión colchonera no es que haya sido asfixiante y heroica, sino que fue muy bien ejercida. Benzema, por su parte, fue deglutido por Miranda y Godín.
De todas formas, hasta acá no hablamos de la enorme figura de la cancha. Diego Costa no solo anotó el gol del triunfo (definición precisa tras un robo en la salida del rival), sino que fue una pesadilla para Ramos y Pepe. Hizo de todo y como siempre, estuvo al límite de la expulsión. Si hablamos de guerrilleros, Costa es el Camilo Cienfuegos, carismático, un poco desacatado pero imprescindible. Debió anotar algún gol más.
Es que en verdad el resultado se quedó corto. Si el Real Madrid podría haber igualado en alguna acción de Morata en el cierre, pero la realidad marca que los del Cholo estuvieron más cerca. Thiago, el propio Costa, Koke (con una definición deluxe) o incluso Leo Baptistao gozaron de chances más que francas para definir el juego. Hubiera sido el premio indicado.
Ese convencimiento, ese plus que puede explicar tamaña superioridad de un plantel evidentemente más humilde fue agigantándose en el complemento, así como en el Real Madrid las dudas fueron creciendo a la par coronadas por un Ronaldo de pésimo partido perdiendo balones insólitos o un Bale que prácticamente no pudo ganar en el duelo mano a mano con sus marcadores.
Ronaldo jugó un partido para el olvido |
No pasó ni un mes de su partida y el conjunto blanco ya extraña a Ozil. Para el juego más estático que parecía querer plantear Ancelotti en su llegada, era el socio ideal de Isco. Hoy, el alemán goza en Londres mientras que el italiano deberá replantear y mucho el juego de su equipo: tanto Ronaldo como Bale invitan a pensar que los espacios y las transiciones veloces serían el mejor panorama para este equipo.
Del otro lado la felicidad debe ser enorme por estas horas. Así como se planteó que Newell's fue contracultural en Argentina, el Atlético de Madrid es contracultural en España. Levantó banderas que iban en contra de la cultura futbolística dominante hoy por hoy en esas tierras y las trabajó con precisión de orfebre Simeone y su cuerpo técnico. Romper los 14 años sin triunfos por Liga en el clásico de Madrid no es poca cosa. Saber si podrá romper con esa hegemonía es difícil a estas alturas, el plantel corto debería pasarle factura. Sin embargo, con esta disciplina interna y este hambre de triunfo, todo puede ser posible para el combativo y guerrillero Atlético del Cholo.
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