Chile superó a Venezuela por 3-0 de la mano de un colosal Alexis Sánchez. El delantero del Barcelona fue una pesadilla para una Vinotinto que se aleja de sus chances mundialistas. Los de Sampaoli, a un paso de Brasil 2014.
Ahora levanta la cabeza. Ahora no solo piensa en la
individual. Ahora concibe a la opción colectiva como la primera, la más
importante. Alexis Sánchez evolucionó y se empodera como esa figura que tanto
necesita la selección chilena.
El "7" jugó un gran partido, pero en especial su segunda mitad fue
memorable. Cuatro pases de gol cedió el delantero del Barcelona, solo uno
terminó en concreción, pero ya para esa altura era un detalle: Sánchez
reconfirmaba que ha dado un salto individual impresionante.
Lo ayuda que está envuelto en un equipo. Le pasa en Can Barça, le ocurre en la Roja. Chile es otro
conjunto desde que llegó Sampaoli, recuperó lo mejor del equipo de Bielsa y hoy
es temible.
También ayudó al conjunto chileno la tibieza que ha exhibido el equipo de
Farías cada vez que tuvo que confirmar que estaba para el Mundial. Al igual que
en Buenos Aires (o como local ante Uruguay), en Santiago su postura ante el
partido fue demasiado pasiva. Grave error ante el vértigo que propone el DT argentino.
El conjunto local tuvo en ese primer tiempo mucho de lo que quiere Sampaoli, o
al menos mostró señales de aquella U de chile que se hizo gigante a nivel
sudamericano o continental. Mucha precisión en velocidad, con siempre al menos
cinco jugadores en posición de ataque y desdobles constantes por los costados.
El corredor derecho fue tiránico en los primeros 45 minutos. Isla, Vidal y el
delantero que cayera a banda (Vargas o Alexis Sánchez) eran amos y señores de
la noche del Estadio Nacional. Cichero no hacía pie ante la superioridad
numérica; Arango quedaba a media agua en esa banda izquierda y Perozo no sabía
si salir o quedarse en la zaga. Por momentos era baile.
Fue 2-0 (Vargas y González) y estaba más que bien. Cierto es que Rondón gozó de
una clarísima para empatar. Pero fue un arresto individual, nada más. Le faltó
competitividad a la
Vinotinto ; creersela un poco, sentir que era posible un
triunfo.
Más aun ante un conjunto como el trasandino que en su búsqueda ofensiva suele
ceder ventajas en defensa, aunque muchas menos que en el mandato de Borghi.
Recién en el complemento la visita se animó un poco.
Y debió haber descontado, pero el juez brasileño le privó un gol legítimo a
Rondón marcando una insólita falta en ataque de Arango en una pelota detenida.
Hubiera sido otro partido. Los pocos argumentos ofensivos de los de Farías se
diluían y los minutos corrían con el 2-0 inmóvil.
Alexis seguía haciendo diabluras, Pizarro ya estaba en cancha para darle pausa
a Chile y Vidal continuaba siendo ese todocampista increíble que semana a
semana la descose en la
Juventus. De una recuperación del "8", previa gran
asistencia del tocopillano Sánchez, el propio Vidal en una estética palomita
puso el 3-0 y selló la fiesta. Esa que contó con la Nueva Maravilla.
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