Italia le ganó 1 a
0 a
Bulgaria en el Renzo Barbera con un gol de Gilardino y quedó bastante bien
parada de cara a los últimos encuentros por las Eliminatorias para el Mundial. Buffon
y Pirlo, de lo mejor del local.
La “Azzurra” estaba decidida a ganarlo desde el vamos: 4-3-2-1 o esquema
en flecha para ir a buscarlo. Experiencia en el medio: De Rossi (30 años),
Thiago Motta (31) y Andrea Pirlo (34). Por el lado de la visita, la presencia
de Manolev y de Popov invitaba a especular con un feedback, ida y vuelta
constante entre uno que va y el otro que responde de contra.
Y ya Gilardino pateó al arco; no contamos un minuto de juego e Italia
había molestado a Mihaylov. Y Nedelev contestó en la otra jugada. Y ya había
una llegada por lado. Y ya había expectativa. Y ya había que empezar a darse
cuenta que el resto del partido no fue igual arranque.
La pelota descansaba en los pies
de Pirlo, quien manejó todos los ataques de los de Prandelli. La profundidad
era casi nula. Hicieron trabajar poco al guardavalla búlgaro, en el principio
del partido, pero la posesión estaba. Aunque también estaban las contras de la
visita y Popov se floreaba: se transformó en el Pirlo de Bulgaria (salvando
algunas diferencias) y manejaba contras, apoyado en una defensa que no pasaba
sobresaltos y no tenía mayores inconvenientes.
La pelota le cayó a Candreva, se sacó un hombre de encima, desbordó y en
el área chica, con un Mihaylov ya pasado, saltó Alberto Gilardino, puso la
testa y a cobrar. Y estaba bien, no por juego, no por profundidad, pero si por
dominio del balón e intenciones para querer ganar.
Y sacaron del medio; y la jugada siguió y en el trajín le cayó Pirlo, se
la puso en el fondo a Antonelli y Gilardino entraba y no había manera de
frenarlo. Apareció el brazo mágico de Mihaylov para quitarle el gol y mantener
la distancia por la mínima.
El primer tiempo no otorgó demasiado más; sirvió para que Pirlo siga
agrandando su figura y para que De Rossi y Candreva sigan acompañando al medio.
No gravitó Manolev y como si fuera poco Popov no podía ser certero frente al
arco de Buffon.
Arrancó el segundo tiempo y con él “el show de Buffon”: centro desde la
derecha, pasado, Iliev (que entró por Manolev) la volvió a meter al área y
Popov solito la empujó adentro del área chica; Buffon estiró sus 191 centímetros ,
sus 35 años y evitó que la pelota entrase, ahogando el grito de gol de una
manera excepcional.
Y aparecieron los problemas para Italia. Los centros le dolían y más
cuando desde otro córner la pelota fue anticipada por un atacante en el primer
palo y Giggi Buffon se calzó el traje de héroe nuevamente, la sacó sobre la línea
otra vez, mientras los búlgaros reclamaban un gol inexistente.
La experiencia se transformó en el estandarte cuando un tiro libre,
lejos del arco de la visita, quedó a cargo de Pirlo quién hizo estirarse
totalmente a Mihaylov. La ventaja se mantenía en la mínima. Y, a cuentagotas,
aparecía Popov. Más allá de su técnica y habilidad, se engolosinaba y terminaba
perdiendo contra Chiellini y Bonucci, que estuvieron muy bien de abajo.
Se terminaba el partido, De Rossi y Pirlo ya no tenían tanto la pelota.
Los que si la tenían eran Delev y Nedelev; Popov ya estaba en el frente de
ataque, pero pecaba de egoísta. Y en el corner del final el arquero visitante
estaba en área y el centro pasó a toda la defensa, ganó Bodurov y cabeceó. La
pelota movió la red, pero del lado de afuera y se terminó.
La suerte acompañó a Italia en los minutos finales y Bulgaria nunca tuvo
una idea totalmente concreta de cómo atacar. Pirlo y Buffon se lucieron en el
local, no se les notó su edad. Pero el equipo de Prandelli ganó con la suerte y
la edad como estandarte.
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