De repente los ojos del mundo se posaron sobre Siria. Claro, Estados Unidos, sheriff virtual del mundo, parece definido a actuar militarmente en contra del descompuesto régimen de Bashir Al Assad. Lo cierto es que los enfrentamientos entre partidarios del gobierno y los opositores llevan ya largos meses y las muertes se cuentan por centenares de miles.
A su vez, un número cercano a los dos millones de personas tuvieron que huir de Siria. Uno de los destinos principales ha sido Jordania, uno de los países más próximos y con una tradición de tranquilidad de la cual no gozan por ejemplo Líbano, Turquía o Irak, otros destinos que también han sido refugio para mucha gente.
Pero más allá de la carnicería que día a día sigue llevándose a cabo en Siria, en Amman -a unos 60 kilómetros del límite con Siria- este viernes se disputará un juego clave de cara a la clasificación al Mundial. Los locales gozan de una chance histórica de llegar al repechaje ante el quinto clasificado sudamericano.
Los jordanos son fanáticos del fútbol y lo contamos acá, cuando las chances de que pudieran pelear seriamente parecían escasas. Claro, habían caído en Omán como en casi todas sus excursiones fuera del estadio Rey Abdullah. Sin embargo, ese goce con un grito de gol inolvidable nos alertaba de la pasión por el fútbol. También los picados en las calles de la capital y nuestro recepcionista del hotel que era fanático de Messi, el Barcelona y la Selección Argentina, al punto de mostrarnos los goles del equipo de Sabella ante Chile a las 6 de la mañana.
Bueno, este heroico equipo jordano está a dos juegos del repechaje, pero para eso deberá sortear a Uzbekistán, un equipo a priori superior. Los uzbekos han tenido grandes Copas Asia en el último tiempo y en el 2005 alcanzaron esta misma instancia, cosa que los jordanos no. A su vez, no llegaron al Mundial aún por la diferencia de gol: igualaron en puntos con Corea del Sur en su zona pero tuvieron un gol menos a su favor en el coeficiente.
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| Jordania batió a Japón en Amman |
De todas formas, este juego no dirimirá un pasaje al Mundial, sino un boleto a la repesca con un equipo sudamericano (el quinto clasificado). Para este juego, en Jordania hubo cambio de entrenador, se marchó el DT iraquí, Adnan Hamad, y llegó el egipcio Hossam Hassan. Este fue ayudante de su compatriota, Mahmoud el Gohary quien le dio la gran proyección a los Nashama.
Si Jordania quiere tener alguna chance de sortear esta llave deberá bajar sus goles en contra, en especial fuera de casa: sumaron 16 en ocho juegos y fueron la valla más vencida de los diez equipos que alcanzaron esta instancia. Sin embargo, en casa batieron a Australia o Japón, por lo que apuestan a irse con buen resultado rumbo a Tashkent.
Del otro lado, Uzbekistán parece con más experiencia para este tipo de cruces. Además de tener futbolistas contrastados a nivel selecciones, el mayor roce a nivel clubes también pareciera darles un plus. Las mayores esperanzas -a sabiendas de algunas bajas- parecen puestas en Odil Ahmedov, jugador del Anzhi de Daguestán, el frustrado proyecto del que acaba de huir Samuel Eto'o.
Sin embargo, todo esto es una anécdota al lado de la tragedia siria. La sensibilidad humana se proyecta en situaciones extraordinarias a niveles no conocidos con anterioridad; haber estado a la vera de la ruta en el campo de refugiados de Zaatari, (a 6 kilómetros de Siria y poco más de 50 de Amman) fue una experiencia inolvidable.
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| Vista aérea del campo de refugiados de Zaatari |
Desesperación, tristeza, desazón, desesperanza. Gente que necesitaba compartir su historia, de cómo había perdido un familiar o un amigo, de su negocio que había quedado sepultado en ruinas tras un bombazo, de una pareja que murió tras una bomba. Palabras en inglés, algunas en árabe, otras en un idioma universal no hablado: miradas, señas, dolor.
Pero siempre ese hermoso escaparate llamado fútbol aparecía. Una camiseta del Barcelona con el dorsal 10 era el guiño, mencionar "aryentini", el siguiente para que nuevamente la redonda apareciera como motor cultural único. Así, un sirio que no veía a su familia hace 10 días parecía dibujar una sonrisa en su rostro: no solo se quedaba con Maradona y Messi sino que sorprendía con Kempes y Batista, con poco más de 40 años en sus espaldas demostraba sapiencia. Seguramente se haya ilusionado con aquel equipo que camino a 1986 cayó ante Irak, nación posteriormente clasificada. Incluso en el lugar menos pensado, el fútbol es una ventana para escapar del horror.
Excelente artículo.
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