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Un partido digno de una final..

Hermoso clima dibujó el aire de Belo Horizonte. Clima de Libertadores, sin dudas. Mineiro ante Newell's por un lugar en la final, esa que ya tenía a Olimpia de Paraguay. Dentro de la cancha hubo un dominador como sucedió en la ida, donde los leprosos ganaron 2-0, también hubo emociones y goles..

La bola comenzó a rodar y se encendieron las luces de los 22 jugadores, aunque los primeros que pusieron primera fueron los brasileños que salieron en busca del arco rival sin dudarlo. Dos minutos le bastaron al Mineiro para tener una chance clara y encima la capitalizó. Sí señores, dos minutos y Mineiro ganaba 1-0. El clima se ponía más denso, el aire se cortaba y todo gracias a un pase precioso de Ronaldinho que Bernard definió por entre las piernas de un Guzmán quien salió a cortar y se quedó en el camino. 

Decimos que la asistencia fue lo que cambiaba el aire y no el gol, ya que esa pelota entre líenas y al vacío fue todo el gol. No porque no haga falta de una definición, sino porque  el fútbol es sorpresa, desfachatez e ingenio, entre otras cosas, y el movimiento de Dinho fue todo eso junto. Aplauso para él y a volver al partido, que luego de esto se puso más interesante todavía. Bah si esto es posible fue así y tras sacar del medio, los de Rosario intentaron seguir con su plan, aunque les costó llevarlo a cabo. 

Hablamos del guion que llevó a los rojinegros a ser el  mejor equipo del fútbol argentino y a estar entre los mejores de Sudamérica, ese que es bien simple pero difícil se llevar adelante en un fútbol tan vertiginoso. Pelota al piso, salidas desde abajo siempre y siempre es SIEMPRE. No importa cuántas veces se equivoque el arquero al dársela a un defensor, no importa cuántas veces un central tenga que volver como loco a cubrir los espacios por una mala entrega. Newell's no abandona su juego y cree en él, algo que intentó poner práctica y no llegó a plasmar en supremacía  cosa que sí ocurrió en la ida y en muchos otros encuentros.

Magia leprosa..

Los de Martino no pudieron plasmar su idea madre más que nada por el simple hecho de que del otro lado encontró a un Mineiro altamente agerrido y metedor. Todos corrían e iban al frente. Quizás haya sido por la desesperación o simplemente porque la presión les mató sus ganas de jugar. No lo sabremos, la cuestión fue que, como dicen en el barrio, los locales fueron a los ponchazos a buscar el resultado favorable. Ronaldinho la bajaba y la bola se elevaba. La bola volvía hasta los centrales, Gilberto Silva y Leonardo Silva, y otra vez al área contraría. Jo peinaba y buscaba, pero así conquistar el triunfo era un ruleta indescifrable. 

Los minutos pasaron y Newell's se paró de contra pero no se lo vio incómodo. Estuvo bien parado: firme y con buenos toques cuando pudo avanzar. Del otro lado no hubo muchas ideas. Dinho se apagó, los laterales nunca pasaron al ataque y todo se centralizaba, cosa que benefició a los Leprosos porque Bernardi y Mateo recuperaron todo lo que se le pasó por delante. Maxi Rodríguez se apoderó del liderazgo y le puso paños fríos a las pelotas que quemaban. La Fiera fue la figura de su equipo, claramente. Igualmente los del Tata no jugaron bien, esto también hay que marcarlo. Salirse de su personaje le jugó una mala pasada sobre el final y lo pagó cago. Mateo despejó a medias y Guilherme se la mandó a guardar a Guzmán. A los penales, esa definición que tiene un poco de todo: destreza, emoción, concentración y suerte. 

Justamente fue el ex Atlético de Madrid a quien le tocó definir la serie desde los doce pasos. El último, cuando la cosa estaba 5-4 a favor del Mineiro. Si marcaba la serie seguía y si lo erraba el sueño se terminaba ahí. Lamentablemente fue esto último. Digo lamentablemente porque Newell's le devolvió al fútbol argentino el espíritu del buen toque, de que aún se puede a pesar de que todos piensan que no, de que confiar en una forma de jugar, que encima es bella, te puede dar victorias y que no es necesario colgarse del travesaño como idea principal para que te lleves tres puntos o una clasificación. 

                                     

A pesar de esto, más de uno podrá recordar a este choque como LA FINAL que todos hubieran soñado por lo que ambos mostraron en la fase de grupos, en las llaves y al nivel colectivo con momentos de gran fútbol. La historia la escriben los que ganan, dicen por ahí. No creo que sea así y más si entendemos que las formas valen más que tres puntos. Iluso me dirán, pero este Newell's de Martino merece los elogios de todos y el recuerdo de todos. Un conjunto que le devolvió el fuego a un mundo de la redonda argentino que estaba apagado y sin vida..

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