Uruguay, sin sobrarle nada, se llevó un triunfo clave de Venezuela por 1-0. Edinson Cavani marcó el tanto celeste en el primer tiempo. La Vinotinto desperdició una chance inmejorable de tomar distancia de sus rivales directos y ve peligrar sus opciones de clasificación.
Una derrota para Uruguay era prácticamente una despedida del Mundial de Brasil. Un triunfo para Venezuela significaba dar un paso firme hacia su sueño inédito de jugar una Copa del Mundo. Esa presión se sintió en todo momento en Puerto Ordaz en lo que era una final para la Vinotinto y la Celeste.
Muy golpeado llegaba el equipo de Tabarez, más allá del triunfo ante Francia en un amistoso. Es que luego de aquel arranque furioso una serie de pésimos resultados depositó a los orientales en el séptimo lugar antes del comienzo de esta fecha. Por su parte, Venezuela venía de sumar un punto agridulce en La Paz.
Comenzó mejor el conjunto uruguayo; la ausencia de Suárez la sopesaba con la vuelta a la titularidad de Forlán para acompañar a Cavani; Cebolla Rodríguez y Gastón Ramírez llegaba desde atrás y el resto asignados a tareas defensivas. En Venezuela el planteo era el que viene mostrando, con Rondón como faro, Arango que comenzó por la izquierda y la subida de Rosales por la derecha.
Ese arranque ambicioso uruguayo no llegó a durar 10 minutos; de a poco, los de Farías se fueron adueñando de la pelota y si bien no eran profundos jugaban cerca de Muslera. Rondón ganaba con el cuerpo y Feltscher intentaba ser su complemento. La zaga uruguaya salió con un precepto claro, el de no arriesgar. Godín y Lugano se cansaron de rechazar, nada de intentar salir con el balón limpio, el peligro, lejos de su arco.
Eso potenciaba el control de las acciones para los caribeños. En el ciclo Farías, las acciones a balón detenido han sido una de las vías para marcar pero en la noche venezolana, la defensa uruguaya fue muy firme y jamás concedió opciones en los tiros de esquina. Sacaron todo.
De cualquier forma, el juego tenía demasiadas equivocaciones, pases erradas, envíos largos sin destino. Bastó que le cedieran unos metros a Cavani como para que el delantero del Napoli se armara una acción de gol. Balón por la derecha, un par de enganches y definición precisa de zurda; desde esa acción individual, Uruguay armó su victoria. Esa que hasta allí no tenía razones de ser.
Tras cartón, los de Tabarez pudieron ampliar en dos oportunidades, pero erraron en contras muy claras. El golpe fue un mazazo para los locales, el peso de su historia pareció venírseles encima.
En el complemeto, Uruguay se replegó en exceso. Descartó cualquier opción de contraataque y se limitó a defender. Revistió de épica un juego que carecía de la misma y terminó sufriendo. Farías mandó al campo a Aristeguieta y ante el poco juego asociado, los envíos frontales terminaron siendo la moneda corriente. Siempre estuvieron firmes en el fondo Lugano y en especial Godín.
Sobre el final casi lo empata Venezuela, un remate de Rosales, desvío mediante, estuvo cerca de meterse en el arco de Muslera, guiño del destino, besó el poste y se marchó. Con muy poco Uruguay se terminó llevando la victoria; ante la pobreza de resultados recientes seguramente poco se cuestione, los tres puntos eran una necesidad imperiosa. Del otro lado, Venezuela quedó con la necesidad de sumar y mucho en los tres juegos que le restan, quizás el tren mundialista haya pasado esta noche y no se haya subido.
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