El Milan y el Liverpool son dos de los conjuntos del momento en Europa combinando rendimiento y resultados. Sin embargo, ambos equipos tuvieron un pésimo comienzo en la temporada. ¿Este envión final les alcanzara para poder clasificar a la Champions League?
Si hubiéramos tenido que analizar el momento del Liverpool y del Milan a finales del 2012, seguramente, la evaluación hubiera sido diferente, más dura. Los elogios hubieran sido realmente pocos y más de uno se hubiera planteado si los caminos seguidos por ambas instituciones eran los indicados.
Sin embargo, este 2013 muestra otra versión de los dos equipos. Es más, podríamos decir que son la sensación en este momento en Europa. Con estilos bien diferentes, tanto Brendan Rodgers como Massimiliano Allegri parecen haber encontrado los caminos indicados. Por juego y por resultados.
El presente del Milan es inmejorable. Seguramente Allegri no lo habría imaginado luego de haber perdido cinco de los primeros ocho juegos de la Serie A y tras una insólita caída ante el Anderlecht en el Meazza por Champions. Al menos mediáticamente fue el apuntado número uno y no había semana en que no se hablara de su probable destitución.
Claro, los esbirros periodistas no mencionaban el desguace que había sufrido el plantel. A la salida ya en la campaña anterior de Andrea Pirlo, en el plano de los experimentados se había sumado la partida de otro emblema: el holandés Clarence Seedorf. Pero mucho más trascedentes fueron las ventas rumbo al PSG de Zlatan Ibrahimovic y de Thiago Silva.
El faro en ataque y el símbolo de la defensa de los Rossoneri marcharon rumbo a París y la estructura del equipo se resintió y mucho. Sin embargo, en los problemas encontró soluciones el DT. Es que hoy por hoy, pocos piensan en el sueco. El responsable de eso tiene nombre y apellido: Stephan El Shaarawy.
El Faraón, que ya tuviera su espacio en este sitio hace casi un año, fue el boom del primer semestre de la temporada. Sus goles fueron el bálsamo para el conjunto milanés. Así, poco a poco, el equipo fue levantando cabeza tanto en el plano local como en el internacional. La última derrota del Milan en Serie A fue en diciembre ante la Roma. En Champions pasó de fase con lo justo, pero en la serie de ida en octavos de final dio el batacazo al sorprender al Barcelona por 2-0 en San Siro.
La situación del Liverpool era diferente. Con problemas económicos, tema común a lo largo del continente europeo, no llegaron grandísimos nombres a comienzos de temporada, aunque la idea era apostar a un proyecto de largo plazo y con un estilo de juego más asociativo. Por eso, se contrató como manager a Brendan Rodgers, hasta allí el entrenador del sorprendente Swansea.
Precisamente desde el club galés llegó Allen (por 15 millones de libra, la apuesta de los Reds). Otra decisión interesante fue que decidieron deshacerse del limitado Carroll, por quien el club había pagado una fortuna al Newcastle, y Luis Suárez pasó a ser la carta en ataque.
Le costó al Liverpool en el comienzo. La irregularidad era moneda corriente y la modificación en el juego parecía ser muy difícil de asimilar para futbolistas acostumbrados a un estilo más directo. Concepto válido para marcadores centrales como para un volante como Gerrard que del despligue y los envíos largos hizo una carrera.
Así como el Milan se quedó en el mercado invernal a Mario Balloteli, el Liverpool también jugó sus fichas. Sturridge y Coutinho parecen ser dos muy buenas piezas para los de Anfield, con el plus de ser jugadores con un potencial en el largo plazo.
Afuera de la Europa League (en una emocionante serie ante el Zenit de Rusia), a los de Merseyside parece quedarles lejos el objetivo de apuntar a la clasificación a Champions, pese a sus recientes goleadas ante el Swansea y el Wigan. Diez puntos los separan del Chelsea y dos más con respecto al Tottenham. Precisamente los Spurs son el rival de este fin de semana.
Por su parte el Milan tras la goleada proferida a la Lazio el último sábado ya estpa tercero. ¿Podrá mantenerlo? Mucho dependerá del avance o no ante el Barcelona para saber si deberá rotar sus jugadores o no. Por lo pronto mañana se mide ante el Genoa e un choque en principio accesible.
De estos dos procesos más allá de las particularidades que envolvieron a cada caso, una de las lecturas finales que puede hacerse es que hay que darle tiempo a los equipos y en especial a los entrenadores. Formar un colectivo futbolístico no es tarea de un día para el otro, si bien existen casos puntuales que rebaten esta teoría. El Liverpool y el Milan necesitaron una buena cantidad de partidos hasta poder plasmar su idea. Hoy, van camino de ser (si no lo son ya) dos serios equipos de fútbol.
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