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A la lona

El Milan superó por 2-0 al Barcelona y dejó al conjunto catalán contra las cuerdas. Si bien tuvo menos la pelota y por largos pasajes no atacó, el equipo italiano desarrolló de principio a fin su libreto ante un rival esteril. Los de Roura, fueron una sombra. 





La tiene Piqué, la juega con Puyol, vuelve a jugar con el ex Manchester United y nadie presiona. El Milan deja en claro que quiere que la pelota esté en poder de los centrales del Barça; en cuanto intenta romper una línea la presión de sus tres mediocampistas es total. El experimentado Ambrosini será el encargado de ir marcando los tiempos de esto, los locales dejan en claro sus intenciones. 

Las de la visita se saben, posesión, circulación de pelota y juego en campo rival. Restaba ver qué tan abierto sería el planteo del Barcelona, si jugaba un poco más al ida y vuelta, resignando tenencia (planteo que ya realizó a lo largo de esta temporada) o si volvía a un módulo más "guardiolista"; pareció a lo largo del partido que optó por esta salida.

Sin embargo, no es fácil decir si fue por elección o porque no tenía más remedio. Es que para mantener un partido más abierto -dentro de las premisas de los culés- la pelota tiene que circular rápido y el césped del Giuseppe Meazza lo hacía imposible; así, el Barça no jugó a fondo en ningún tramo del partido. 

Por supuesto, el rival también tenía, y mucho, que ver. A la presión del tándem Ambrosini-Montolivo (a mi gusto el mejor de la cancha) hay que sumarle lo que exigía por su sector Boateng, el peligro implícito que significaba El Shaarawy sobre su banda y por último la buena lectura que hizo en casi todo el partido Mexes acerca de cuándo salir a presionar arriba a Messi

Mexes, una estampilla


Se sabe (o al menos eso ocurrió en más de una ocasión) que este tipo de planteos termina por fastidiar o sacar del partido a Messi. Práctiamente sin cometerle infracciones, el conjunto de Massimiliano Allegri borró de la cancha al rosarino a partir de los 30 del primer tiempo. Hasta ahí había intentado ser eje del juego visitante y también le había generado problemas a Constant cuando se recostaba por la derecha. 

Pero si el Milan tenía algunos problemas por esa banda, qué decir de lo que pasaba del otro lado en ambos laterales. Dani Alves fue una invitación para la pelota a sus espaldas y si el Rossonero no abrió antes la cuenta fue por la impericia de El Shaarawy. A su vez, en la pelota detenida también tuvo la suya Boateng, uno que empieza a ser una sombra negra de los catalanes. Por esa banda, Jordi Alba dibujó un partido muy light; en esta clase de choques era donde Eric Abidal sumaba y mucho por su solvencia

Así y todo, el Barcelona acorraló en buenos pasajes de la primera parte al equipo italiano. No tenía profundidad, es verdad, pero ya no salían contraataques y era un frontón el match. En la práctica, esto fue así desde los 25 de la primera mitad, hasta el gol de Boateng. 

Para algunos polémico, para quien escribe fruto de un rebote absolutamente casual en la mano de Cristian Zapata, el ghanés Boateng disparó y puso el primero en una jugada bastante fortuita (Valdés tuvo una respuesta floja, estaba muy estático y su reacción fue magra). Probablemente cuando menos lo merecía, el Milan pasaba adelante.

La nueva bestia negra del Barça
Allí se envalentonó el local y tuvo más llegadas. El Barça por su parte generaba poco y parecía confundido. Alexis ingresó (tarde) en lugar de Cesc, quien había sido absorbido por el planteo lombardo. El desborde de Tello no hubiera sido una mala alternativa con el juego en tablas. Apenas un remate de Iniesta desde afuera -el cerebro fue de los más rescatable de la visita- llevó peligro al arco de Abbiati.

Y cuando se volcaba el Barcelona en busca del descuento llegó el segundo. La perdió en un lateral el cuadro catalán y Montolivo, vivísimo, se la envió a Niang, quien en sus pocos minutos en cancha había mostrado que le ganaba el duelo físico a Puyol. Este la aguantó, jugó con El Shaarawy y el Faraón la abrió con Muntari que de zurda puso el segundo. 

Algunos recordarán la victoria del Inter ante el Barça por 3-1 con Mourinho de entrenador. Los desarrollos no tuvieron mucho que ver, pero sí el lugar de incomodidad donde queda parado el Barcelona, que ni siquiera anotó como visitante. Un gol milanés en Camp Nou dejaría las cosas cais sentenciadas. 

El Milan, como esos boxeadores astutos, se dejó castigar muy poco y luego de un par de anuncios metió dos golpes que tiraron al Barcelona a la lona. No fue un knockout, pero sí los blaugranas deberán recomponer y mucho su juego en la vuelta si quieren seguir adelante en esta Champions. 

   

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