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Esperándolo a Tito

Luego de un primer tiempo anodino, el Barcelona triunfó con categoría ante el Valladolid como visitante. Sí, como casi siempre, la gran figura fue Lionel Messi quien cerró el 2012 con 91 goles. Los blaugranas marchan con 16 victorias en 17 presentaciones.


No hay color en esta Liga. Pero ya no es la bipolaridad que se había dado en las últimas tres temporadas; no, este Barça podría jugar en cualquier campeonato del mundo (incluso la Premier) y llevaría esta distancia. Es que estamos asistiendo a una nueva era dentro de este equipo de ensueño: se reinventó tras una temporada de transición y parece relanzado, con más hambre, con algunas pequeñas variaciones y con un Messi cada día más jugador.
Y si hablamos de que el argentino está creciendo no nos referimos únicamente a la cuestión numérica de goles. Por un momento vamos a obviar esa animalada de 91 goles en un año, de la cantidad de dobletes consecutivos y demás. No, ahora vamos a hablar del desarrollo más interesante que se dio en las última temporada y media con Leo: está reconviertiéndose a gestor de jugadas.
No es infrecuente ver al rosarino tirado atrás, participando de la elaboración incluso más que Cesc (cuando es de la partida, Thiago en el día de hoy), acercándose a la zona que solía ser dominio exclusivo de Xavi, Iniesta y Busquets. De hecho, hoy fue Messi quien desatascó lo que era un empate chato en el primer tiempo en el Nuevo Zorrilla.
Hasta el final de esa primera parte, el Valladolid había platado cara (sin jamás inquietar a Víctor Valdés, esto hay que decirlo también) a un equipo mucho más poderoso, con recursos nobles. Achicó espacios, se doblegaron en el esfuerzo y aprovecharon la imprecisión de Alexis Sánchez -muy bajo nivel esta temporada- y Pedro, quien luego repuntaría en el complemento. Ante la ausencia de Adriano, volvió al once titular Dani Alves. El brasilero no lo hizo mal ni mucho menos, pero parece haber perdido potencia, esto hace que sea menos resolutivo en el último cuarto de campo y que libere más fácilmente su espalda. El resto de los conceptos, por supuesto que siguen vigentes.
Pero volvamos a Messi. Ya había estrellado un tiro libre en el palo, ya le había cedido dos veces el gol a Alexis, aunque este no hubiera concretado, y no tenía opciones él de cara al arco pucelano. Sin Cesc, ni Iniesta, con un Thiago intermitente y con Xavi ralentizando en exceso el juego -en compararción a otros partidos de esta temporada- la revolución en el partido de hoy lo introdujo Leo. Bajó a zona de volantes, tiró una pared, le cambió la velocidad al ataque y en una muestra de ataque posicional made in Cruyff (o Rinus Michels) abrió rumbo a Jordi Alba, ubicado como extremo izquierdo. Esa vacante en el área que había dejado Messi la ocupó Xavi, aquel que había sido desplazado en esa ocasión de la elaboración; el de Terrassa simplemente la empujó abajo del arco. Chapeau.
Soy leyenda


En el complemento se vio una imagen mejor del Barça. Mejoró Pedro y eso facilitó la circulación; Thiago ganó en confianza y el juego fluyó, solventado por las muy buenas tareas de Piqué y Mascherano. Pero todo esto se reduce a la nada misma frente al genio en acción. Corrían quince de la segunda parte y se le dio por frotar la lámpara a Messi. Tiró una pared con Xavi, quien devolvió de taco, y encaró al arco de Dani Hernández. Montado sobre la pelota, le tiró un caño delicioso a Sereno, que quedó en ridículo, y luego la cruzó de zurda contra el palo. Golazo; el número 91 del 2012.
De allí al final siempre dio la sensación de que el Barça ampliaría, pues el Valladolid no mostraba respuesta alguna. Sin embargo, Javi Guerra logró descontar en el único remate al arco de los locales a un minuto del final. Se podría haber sembrado alguna duda, pero el recién ingresado Tello sentenció, en una jugada en que tuvo facilidades defensivas pero que luego resolvió con maestría el canterano.
El grupo unido en la adversidad
  
Puede descansar tranquila la gente catalana. Es que este equipo ha dado muestras sobradas que en la adversidad se ha hecho mucho más fuerte. El duro golpe recibido esta semana con la noticia de la recaída de Tito Vilanova afectó al plantel, pero comandados por Jordi Roura se parecieron al equipo de siempre. Es que las ideas trascienden a los apellidos individuales. El Barça gana y así se la pasa esperándolo a Tito.

  

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