Juan Román Riquelme anunció que se va de Boca. El enganche cierra su etapa en el club erigido como el máximo ídolo de su historia. El eslabón perdido en el fútbol argentino; uno de esos jugadores que ya no se ven en nuestras canchas.
No soy hincha de Boca; pero si a cualquier amante del fútbol no lo conmueve en alguna medida la salida de Juan Román Riquelme del club de toda su vida, hay un problema. Es que el "10" define una manera de entender este juego, de respetarlo y el lugar donde mejor lo desarrolló ya no será más su hábitat.
Las imágenes se pueden reproducir hasta el infinito. El tipo con la cabeza levantada y la pelota bajo su suela. Como hiciera aquella vez ante el Real Madrid en Tokyo, cuando los merengues eran pura impotencia. Como realizara unos meses más tarde en el Parque Antártica, ante el Palmeiras, en una de sus actuaciones más brillantes. Ni que hablar del inolvidable caño al colombiano Mario Yepes en la Libertadores del 2000.
Pero si hablamos de actuaciones brillantes, el semestre que tuvo a comienzos del 2007 es inigualable. Volvió exiliado de España y en esa Copa Libertadores demostró toda su jerarquía y comandó a un equipo que supo tener pasajes de muy buen fútbol. Con Banega, Nery Cardozo y Ledesma por detrás, más la presencia de Palermo y Palacio más adelante, Román destiló clase por diferentes canchas sudamericanas. Goles clave contra Libertad y Cúcuta y una actuación brillante en Porto Alegre para sellar la final más despareja en la historia de la copa (5-0 el global).
Si bien en estos años dorados de Boca muchos fueron los artífices, así como afuera de la cancha el más importante fue Carlos Bianchi, dentro de la misma ese papel lo ocupa Juan Román Riquelme. Tal vez la cercanía con los hechos aún no nos permita magnificar en su justa medida a un jugador de esta clase, un guapo, uno que se caracterizó por aparecer en las difíciles (a pesar de que anoche, en su despedida, tuvo un mal partido) y sin renunciar a un estilo y una manera de entender este juego.
Cuando pensamos en la manera de jugar al fútbol del típico futbolista argentino, la imagen que se aparece es la de Riquelme. Es que en él se personifica a nuestro enganche, a los Beto Alonso, los Maschio, los Bochini, los Marcico, esos jugadores que solían aparecer con facilidad y que hoy no sólo no abundan, sino que son mirados con desconfianza. Si no, veamos los casos de Romagnoli y Gio Moreno (si bien es colombiano) y el nivel de crítica que racae sobre ellos y sobre la función.
Pechofrío, amargo, cagón, de todo se le ha dicho a Riquelme desde su debut (sí, incluso a pesar de haber mostrado sus mejores exhibiciones en partidos decisivos). Él jamás tuvo que apelar a frases rimbombantes ni a la demagogía de otros cuando se posan frente a un micrófono, como así tampoco fue a visitar barrabravas en un penal.
A tal punto fue la defensa de un estilo que ensayó Román, que cada vez que tenía la chance de hablar del juego levantaba su bandera. La de la pelota a ras de piso y el pase al compañero. "Yo soy de la idea del que juega mejor tiene más chances de ganar", repitió hasta el hartazgo en una frase tan sencilla que parece ilógico que pueda ser refutada.
Por supuesto, y quizás tal vez por pararse en esa trinchera, tiene sus detractores. En sí mismo, su carrera tuvo muchas confrontaciones. La primera fue aquella con Mauricio Macri, cuando naciera el Topo Gigio; pero una vez que salió del ala de Bianchi, los cruces con los diferentes entrenadores fueron una constante.
En algunas ocasiones, por cuestiones futbolísticas; aquí podríamos mencionar los casos de Van Gaal -que lo ubicaba como una suerte de extremo izquierdo- y en menos medida con Marcelo Bielsa, algo más mediático que real. Pero en otras ocasiones sí fueron cruces directos: Radomir Antic, Manuel Pellegrini, Julio César Falcioni, y hasta podríamos incluir a Diego Maradona, tuvieron diferentes desavenencias con Román, quien en muchas ocasiones fue inflexible. El capítulo de la disputa con Palermo en su vuelta definitiva al club es historia aparte.
En Europa logró dejar su sello, en un Villarreal histórico. Al ver hoy al Submarino Amarillo en la Segunda División, pensar que comandados por Riquelme llegaron a una semifinal de Champions League en el 2006 -sí, cuando el "8" terminó perdiendo un penal ante Lehmann- pone en su justa medida aquel logro.
Seguramente su gran cuenta pendiente sea la selección. Apenas jugó un Mundial, el del 2006 en Alemania, cuando José Pekerman lo había ponderado como su hombre clave. La Copa del Mundo del enganche fue discreta, y si bien Argentina se fue invicto del certamen, se esperaba un poco más del "10" (de todas maneras dejó su sello en una asistencia exquisita a Saviola en el debut). Así y todo, en su haber tiene un Mundial Sub 20 (en Malasia en 1997) y los Juegos Olímpicos en Beijing. De todas maneras, su mejor rendimiento con la albiceleste fue en la Copa América de Venezuela en el 2007, con Alfio Basile en el banco, cuando el equipo argentino se quedó a las puertas de la gloria ante Brasil.
Una cuenta pendiente |
¿Seguirá jugando? Es una incógnita que sólo él va a poder responder. De todas maneras, tenemos que ser agradecidos de haber sido contemporáneos de un jugador de esta estirpe, de un estratega de esa altura. El que de las "dos cortas y una larga" hizo una escuela. Los hinchas de Boca en particular y el fútbol argentino -si es que no sigue jugando en el país- lo van a extrañar. No hay mucho más que decir "gracias".
Muy buena nota. Agrego los números de Román. Me llamó la atención el promedio de gol, bastante más alto de lo que pensaba. De todos modos, tampoco llegar a demostrar lo que influye en el juego con asistencias y el armado de jugadas. http://www.infonews.com/2012/07/05/deportes-28407-los-numeros-que-deja-la-partida-de-riquelme-de-boca.php
ResponderEliminarClap, clap, clap... Aplausos para Roman e para Mr Huerta!
ResponderEliminarMuchas gracias!
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