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Se va la primera


Boca y Corinthians se miden esta noche por el en la final de ida de la Copa Libertadores. Para el club argentino esta será su décima instancia definitoria, mientras que los brasileros arribaron por primera vez al choque decisivo. Estilos similares y una serie que promete ser muy cerrada. 


Los dos son equipos muy populares; probablemente sea una de las finales que más expectativa genere por eso en los últimos tiempos en esta parte del mundo. Sin embargo, hablar de un choque decisivo en la Libertadores entre Boca y Corinthians nos lleva a a hablar de clubes con una relación disímil con la copa, pero con conjuntos con algunos parecidos. Empecemos por la historia.

Si bien tuvo éxitos en la década del '70, llevando a levantar dos veces la copa, la gran relación de Boca con la Libertadores arranca con la llegada de Carlos Bianchi a la dirección técnica. Fue ese entrenador el que sentó las bases de lo que sería el equipo más ganador de la historia del club, y que logró pervivir en mayor o menor medida a pesar del paso de otros técnicos como Miguel Ángel Russo, Alfio Basile o el mismo Julio César Falcioni.

Aquel cuadro que se formara a mediados del '98 marcó un antes y un después que casi borró de la memoria colectiva participaciones penosas que Boca había tenido tiempo atrás; ya sea por actuaciones desdorosas (como el famoso empate ante Oriente Petrolero que eliminara a River del certamen) o por palizas de consideración (como la que le diera el Palmeiras de Rivaldo y Roberto Carlos en el '94). 

Cuatro copas y una final más han sido motivo más que suficiente como para que los Xeneizes tomaran para sí el concepto tan híbrido de "mística". Por supuesto, ese apelativo más que en la camiseta, ha sido llevado adelante por jugadores como Riquelme, Battaglia, Palermo o incluso Schiavi, que supieron guiar a Boca en los momentos de gloria de los últimos 15 años. 

Estampa de crack

Del otro lado, la historia es bien distinta. Trazando una comparación, el nivel de obsesión que el Corinthians tiene con la Taça Libertadores es similar al que en Argentina se da con San Lorenzo. Es que el Timao -en ese paralelismo mucho más popular en proporción que los de Boedo- es el único conjunto grande de Brasil que no logró el título; más lejos aún, ni siquiera había llegado a una final. 

Múltiples equipazos habían tenido esa meta, desde aquellos de Sócrates y la Democracia Corinthiana en la década del 80, hasta otros más cercanos como el que tenía a Tévez como goleador (eliminado por River con tangana histórica en las tribunas) o incluso el de Ronaldo y Roberto Carlos, que en el 2010 fue primero en la general de la fase de grupos pero en el mata-mata cayó ante el Flamengo. O peor aún en la edición del año pasado, cuando fue derrotado de manera humillante por el Tolima de Colombia en el repechaje, hecho que aceleró la salida del Fenómeno y el lateral izquierdo.

Pues bien, quizás en la edición en que menos chances parecía tener en la prevía, el Corinthians llegó a la final. El equipo de Tite ha sido probablemente el más conservador de todo el certamen y endilgarle el apodo de Chelsea sudamericano parece una tentación. Sólo goles le conviertieron a lo largo de los 12 partidos que jugó hasta ahora. 

La ilusión de los paulistas

Sin embargo, esta característica no es una novedad en el último campeón brasilero. Fue el equipo menos goleado en el último Brasileirao, ya que le metieron 36 anotaciones en 38 juegos. Su deficit, por otro lado, está en el otro lado del campo de juego: en el mismo torneo, apenas anotó dos goles más que los que hiciera el anteúltimo (América de Minas Gerais) y fue el que menos conviertió de los seis primeros -53-.

No fue un lecho de rosas el camino del equipo paulista. La fase de grupos la superó sin mayores inconvenientes, aunque sin medirse con equipos de fuste (Deportivo Táchira de Venezuela, Nacional de Paraguay y  Cruz Azul de México). En octavos se cruzó con el débil Emelec de Ecuador y en cuartos ante el Vasco da Gama estuvo cerca de quedar afuera (1-0 en el global de la serie).

En las semis, el espíritu de este conjunto se vio en todo su esplendor. Ante el Santos, el último campeón de América, los de Tite -que ostenta un récord más que positivo ante equipos argentinos en Libertadores- salieron a refugiarse en la ida y se encontraron con un gol(azo) de Emerson Sheik. Con uno menos, por la expulsión del delantero, fue Cassio el encargado de sacar atajadas brillantes. En la vuelta en el Pacaembú, Neymar puso las cosas en tablas, pero Danilo -una de las figuras del Corinthians- clasificó a los locales.

El presente corinthiano no es el mejor en el Brasileirao, al cual relegó por completo. Es que tras seis fechas disputadasm se encuentra en zona de descenso con un sólo triunfo. Vale decir que el mismo fue en el clásico, ante el Palmeiras el último fin de semana.

Abrazo de gol

Del otro lado, la historia de Boca este semestre es un tanto particular. Comenzó con aquel empate en Venezuela que casi eyecta a Falcioni. El emperador (?) podría haber dejado su cargo si Arsenal lo derrotaba en la tercera jornada, ya que antes había caído con el Fluminense y estaba al borde del knockout. Sin embargo, toda la guapeza que tuvo el equipo de Sarandí hace un par de semanas no se evidenció en los choques por la Copa. dos triunfos xeneizes dejaron a Boca casi clasificado. 

Todo cambió desde allí. Victoria en Río ante el Flu, ante Zamora en La Bombonera y los  octavos ante la Unión Española terminaron resolviéndose más fácil de lo que en algún momento pareció. Ya en los cuartos, nuevamente el Fluminense apareció. Arbitraje favorable en Buenos Aires y gol postrero de Silva en la vuelta, para una actuación discreta. Y en las semifinales, ese cuco llamado Universidad de Chile fue resuleto con oficio por Boca, con un 2-0 en el global. 

En casa, el balance fue agridulce para los de Falcioni. Es que hasta hace pocas semanas, parecía que el triplete podía cerrarse en julio. Sin embargo, un empate insólito ante el luego descendido Banfield le dio la chance a Arsenal de alcanzar a Boca. El 0-3 del campeón fue inapelable ante un Boca sin respuestas. En tanto, la final de la Copa Argentina ante el Racing Club de Avellaneda, se pasó para agosto.

Yendo al juego, pocos pueden imaginarse un partido demasiado abierto. Por supuesto, esto es fútbol y luego puede pasar cualquier cosa, pero el libreto original marca que esta noche en La Bombonera, Boca tendrá el peso del trámite y la pelota. El Timao muy probablemente se cierre atrás esperando generar alguna chance de contra. El mismo Tite dijo que no piensa cambiar lo hecho hasta ahora. 

Del otro lado, la presencia de Mouche puede llegar a ser una de las claves si el delantero logra resolver correctamente. Sus diagonales a espaldas de los laterales, faclitándole pasillos a los estiletazos de Riquelme serán un arma importante. Como todos los técnicos que se miden a Boca, dijeron que no pueden darle libertades al 10. Se sabe también que es más fácil enunciarlo que conseguirlo.

De cualquier manera, apenas se jugarán los primeros 90 minutos. El próximo miércoles en el Pacaembú se sabrá qué equipo es el nuevo campeón de América.     

        

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