Messi frotó la lampara y desatascó a un equipo argentino demasiado gris en ataque y vulnerable en defensa. Pero cuando el genio está en ese nivel, la Selección tiene que hacer muchos méritos para no llevarse un triunfo. 4-3 emocionante ante un Brasil con muchos titulares y que piensa en los Juegos Olímpicos.
Analizar la victoria de Argentina por 4-3 ante Brasil y quedarnos únicamente con lo magnífico del trabajo de Lionel Messi sería escaso. Es que se sabe, el 10 del Barcelona es un crack, lo demuestra partido tras partido, y es el sucesor natural de Maradona en la línea de los mejores jugadores de la historia del fútbol mundial. Quizás la gran pregunta, o en todo caso, lo más jugoso para pensar sea cómo planea el Seleccionado aprovecharlo, si como se planteó a priori el último sábado ante Ecuador o como lo hizo hoy ante este combinado brasileño.
Decíamos acá, que este equipo se arma de adelante para atrás o no se arma; que el único sector del campo de juego donde tiene valores de primera línea a nivel mundial es en los último 30 metros de la cancha. Hoy todo eso quedó más claro aún que la semana pasada; y es que en la búsqueda del supuesto equilibrio, el ingreso de Sosa por Agüero, rearmando una línea de cuatro volantes, pero quitándole a Messi una referencia por delante de él, generó que Argentina perdiera potencia en ataque y jamás ganó consistencia en defensa.
Las opciones fueron muchas por el lado brasilero en el primer tiempo, y el gol que puso en ventaja a la Verdeamarelha (en leve offside) a través de Rómulo no fue una sórpresa. En la primera media hora Messi casi no había tenido contacto con la pelota, y mucho menos había logrado recibir en soledad. Sin embargo, un par de apariciones bastaron para que el resultado fuera otro.
Contra Neymar, rinde más |
Primero Higuaín lo dejó de cara al gol y Leo definió con sencillez y categoría, luego una buena triangulación junto a Di María y el Pipita derivó en que Messi quedara de cara a Jefferson nuevamente; gambeta larga y definición mansa. Golazo y 2-1. Una serie de intervenciones de Romero evitaron la igualdad del Scratch.
En el inicio del complemento el panorama fue diferente. Parecía que si se animaba, Argentina lo liquidaba. El partido pedía la pimienta de Agüero en lugar de la apatía de Sosa. Di María e Higuaín desperidicarion buenas chances de aumentar. Del otro lado, una acción muy simple que desnudó toda la fragilidad del andamiaje defensivo argentino,terminó con Oscar definiendo ante Romero.
El gol impactó en la Albiceleste, que contaba con Guiñazú (que cumplirá 34 años en unos pocos meses) en lugar de Sosa. En un córner, un error grosero de Romero, le dejó servido a Hulk el tanto, y el delantero del Porto no perdonó. Allí sí Sabella se decidió a incluir a Agüero -por Di María- y el Kun aportó lo suyo para la remontada final ante un Brasil que no contó con Maicon, Dani Alves, Kaká, Julio César, Lucio, Ganso y algunos más...
La respuesta argentina llegó por la vía aérea, con Fede Fernández ganando en un córner y poniendo las tablas. Luego el ex Estudiantes -hoy suplente en el Napoli- despejó una pelota en la línea y se repuso así de una tarea flojísima en el resto del juego. Y para el final, quedaba lo mejor de Messi.
Descomunal año de Messi |
El crack hizo una primera maniobra en la cual, tras pase de Agüero, y con la diagonal de Higuaín que le arrastró marcas, iba a a quedar mano a mano con el arquero pero lo bajaron (debió ser expulsión). En el tiro libre, se lució Jefferson; minutos después en una maniobra similar, Messi hizo un gol inolvidable. En lugar del último enganche, se decidió a disparar y el genio la colgó del ángulo. Fantástico. Segundo triplete con la camiseta argentina como corolario para una temporada magnífica.
Nuevamente, muy disímil el nivel de un sector y otro del Seleccionado, pero con el agravante de que "regaló" parte de su arsenal en la búsqueda de un objetivo (solidez defensiva) que quedó lejísimos. De todas maneras, para Sabella estos dos buenos resultados -el más importante fue el del sábado pasado- le darán tranquilidad para trabajar y de una buena vez por todas empezar a armar, en serio, un plantel que pueda estar en Brasil en dos años.
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