Mañana se juega la final de la Champions League; Bayern Munich y Chelsea definen quién es el campeón de Europa. Ambos equipos dieron la sorpresa en semifinales y ahora están a 90 minutos de obtener el título más importante a nivel clubes en el marco de la UEFA. Los alemanes cuentan con la ventaja de disputar el choque decisivo en su casa.
Si antes del encuentro de vuelta por los octavos de final, hubiéramos apostado por una final entre Bayern Munich y Chelsea hoy seríamos millonarios y no estaríamos escribiendo a la distancia sino desde Munich esta previa (?). Es que fue tras el primer encuentro de la fase decisiva que ambos equipos tocaron su punto más bajo en la temporada.
Sin embargo, hoy la realidad es diferente. Tanto alemanes como ingleses (sí, ya sé que la mayoría no son de esa nacionalidad, pero bue, uso y costumbre) se sobrepusieron a las dificultades, incluso en el caso de los Blues a un cambio de entrenador, y mañana se jugarán la chance de ser campeones de Europa.
Hablábamos de esa serie de octavos y el punto más bajo para ambos. Solo mencionar los resultados marcará el nivel de horripilantez preocupación de uno y otro tras ese juego. Es que mientras que el Bayern caía bien en Suiza ante el Basel, aunque apenas por 1-0, el Chelsea hizo un papelón en el Sur de Italia y se volvió a Londres con un 1-3 ante el Napoli que podría haber sido más duro.
Fue en ese momento que Roman Abramovich estalló y pateó el tablero; la ficha que cayó de la mesa más rápido fue la del portugués André Vilas-Boas que había llegado como el hombre encargado de realizar una revolución en Stamford Bridge, pero que se fue sin cambiar el aparato represivo Blue (?).
Viejitos piolas |
Es que su disputa contra la vieja guardia (Terry, Lampard, Drogba) generó un mal clima que se tradujo rápido en malos resultados con el final de la campaña demasiado lejos en el horizonte como para que el luso pudiera resistir. La llegada de Roberto Di Matteo fue aire fresco para el plantel y un voto de confianza para los históricos que se plantearon que esta era la última chance que les quedaba para conseguir la preciada Champions League.
Así, se pusieron como objetivo claro la Orejona; más aún cuando la Premier League estaba demasiado lejos. El italiano, de origen suizo, cambió el estilo y se divorció de la posesión. A su vez, convirtió a Ramires de un interior de combate a un extremo de velocidad y esa variante táctica fue clave.
La vuelta ante el Napoles fue heroica y el Chelsea comenzó a creer. Los cuartos ante el Benfica fueron sufridos pero el resultado final fue un triunfo y repentínamente, el equipo londinense estaba en semifinales para jugar un choque ya clásico a esta altura ante el Barcelona. La historia es conocida, pero si alguno vive en un Lumilagro, se las recordamos acá y acá. Como si la clasificación a la final de mañana no fuera suficiente, los Blues a su vez se quedaron con la final de la FA Cup ante el Liverpool, asegurando al menos un título esta temporada.
Decíamos algunas líneas más arriba que los bávaros habína caído en Suiza ante el Basel. Al mismo tiempo, fue en ese febrero fatídico, que perdieron la punta ante el Borussia Dortmund y jamás la recuperarían (además de caer el sábado pasado en la final de la copa alemana). Sin embargo,la vuelta ante los helvéticos dejó en claro que este Bayern quería llegar a la final. 7-0 fue el tanteador ante la que fue una de las sensaciones de esta Champions.
Un equipo demoledor |
Los cuartos fueron un trámite ante el Olympique de Marsella y en la semis hubo triunfo en el Allianz (o Fussball) Arena y, en el Bernabéu, clasificación por penales a la final de mañana, con un Neuer fantástico y una actuación colectiva brillante.
Uno de los datos a resaltar es que entre ambos equipos serán siete los jugadores suspendidos que no podrán actuar mañana. Los cuatro del Chelsea son Terry, Ivanovic, Ramires y Raul Meireles, mientras que en el Bayern se pierden la final Alaba, Badstuber y Luiz Gustavo. Pareciera, a priori, perder un poco más el conjunto inglés, dado que en defensa deberá improvisar un poco más y ante el poderío de la avanzada alemana parece un problema.
Destacar un jugador del lado local (como contó ayer nuestro gurú (?) la final se disputa en el feudo de Baviera) es muy complicado; de hecho la redacción de CR se vio en aprietos para hacerlo en la foto que ilustra esta nota. Es una muestra clara de lo homogéneo del equipo dirigido por Jupp Heynckes, que mañana puede quedarse con su segunda Champions (la anterior había sido con el Real Madrid en 1998).
De todas maneras, destacamos que Mario Gómez metió 12 goles en 11 juego en la competición -Messi hizo 14- que Neuer pasa por un momento brillante y que las bandas con Ribery y Robben, más el apoyo de Lahm, hacen que el ataque alemán se haga ancho para luego ser profundo.
Cech, en un momento brillante |
Del otro lado, nos quedamos con el mejor arquero de la temporada: Petr Cech. El golero checo, que el domingo cumplirá recién 30 años, fue decisivo en el tramo más importante de la competición. Sus tapadas en Stamford Bridge ante el barcelona evitaron la goleada y no un supuesto planteo inteligente. Luego de un arranque de año irregular, el arquero del cabezal llegó en un pico de rendimiento a esta final.
A su vez, también hay que resaltar la tarea de Didier Drogba tanto en Champions como en la final de la FA y hacer una mención, porqué no, al resurgimiento de Fernando Torres, que de todas maneras ya fue señalado como potencial moneda de cambio en caso de que el Chelsea vaya por Falcao.
Un dato de color marca que la única final a la que accedió el Chelsea fue en el 2008, en Moscú, y también con técnico interino, en ese caso Avram Grant. En esa ocasión un resbalón de Terry le negó el título a los Blues que quedaría en manos del Manchester United.
Seguramente no era la final soñada, pero es la final real. De un lado el juego colectivo y, a veces, avasallante del Bayern Munich con la pequeña ventaja de jugar en su campo. Del otro, el milagrito del Chelsea apoyado en la generación dorada que quiere irse del club por la puerta grande. De fondo la rivalidad histórica entre alemanes e ingleses. Digan lo que digan, promete ser un partidazo.
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