Salió de Nueva Chicago, dio vueltas por el mundo y hoy juega en Israel. La vida lo curtió, pero él la peleó, nunca bajó los brazos y gracias a eso hoy habla siete idiomas. Se cataloga como "un trabajador del fútbol" y se saca la "careta" para hablar de la corrupción en el fútbol..
Quizás algún argentino lo recuerde por su paso por Nueva Chicago o El Porvenir, también los hinchas de Colo Colo lo tendrán en sus mentes porque vistió la camiseta del Cacique, pero muy seguramente muy pocos sabrán qué fue de su vida o mejor dicho de su carrera futbolistica. Pero seguirle el rastro a Adrián Fernández no es tan complicado y mucho más si se puede charla con él personalmente. Igualmente lo mejor para tipos como nosotros, hablo de ustedes enfermitos no se hagan los desentendidos, es el glosario de anécdotas y vivencias de un tipo que salió de San Martín y hoy tira paredes en Israel.
Por suerte la tecnología avanza y hoy por hoy uno se puede meter en la vida de otro, si es que este otro quiere no sean mal pensados, y charlar con una persona que está kilómetros de distancia. Bah más que a kilómetros está en otro continente. La cámara se enciende y luego de que el intruso salude a los pequeños (Fernández tiene dos hijos, los cuales hasta dirán presentes en la entrevista) comenzará una charla que se extenderá por aproximadamente una hora y que tocará temas como sus inicios o su loca travesía por China.
"Salí de Nueva Chicago, donde ascendí en el 2001, de ahí me fui a El Porvenir. Después me voy a Colo Colo, un club que era un espectáculo, un
grande de ese país. A mí no me conocía nadie y la prensa me liquidó. Luego se
me da la posibilidad de jugar la Libertadores con The Strongest de Bolivia y
por un representante alemán tengo la posibilidad de ir a un test al Colonia de
Alemania, que en ese momento estaba en la Bundesliga. Cuando llegué no lo podía creer, porque había un nivel de la puta madre. No entendía nada", aseguró este delantero sin dar tiempo a que ningún defensor se acomode.
"De Chicago me acuerdo el ascenso, esos dos años en Primera y como llenaban las canchas los hinchas. Está en mi memoria y no me voy a olvidar porque es donde salí, es mi casa. A veces voy a ver los partidos, cuando llego y no termino el campeonato voy a ver al equipo. El partido con Chaca lo vi por internet, me tuve que ir dos días antes del partido, me quería matar. Siempre me acuerdo de dónde salí, por eso cuando termina la temporada les saco los botines a mis compañeros y se los llevó a los chicos de la pensión de Chicago", mencionó este punta que hoy se desempeña en el Ironi Nir Ramat Hasharon de Israel.
Además de movida nomás tiró una de sus primeras vivencias: "El
entrenador, durante el examen en el Colonia, me dijo algo que me quedó grabado para toda la
vida, una enseñanza. Hice toda la pretemporada, hice goles y todo, pero él
decía que los sudamericanos no éramos profesionales. Entonces me mandó a entrenar con la
reserva y me calenté porque venía de hacer la pretemporada y de hacer
goles con la primera. Venía de jugar la Libertadores y en Colo Colo, pensé que
tenía un poco más de moral y me dieron un cachetazo. Jugamos un partido, donde se definía si me
quedaba o no y la verdad lo jugué desganado. La cuestión es que después el
entrenador me vino a hablar y me dijo que me bajo para que de esa manera le
demuestre a los chicos que era el mejor. Al final tuvo razón, no era profesional".
"Tuve la suerte que en uno de esos amistosos que jugamos con
el Colonia estuvo el dirigente de un equipo de los Emiratos Árabes de Dubái. Mi
representante hizo conexión y me llevaron para allá. Estuve un año ahí y después pase Rusia. Venía del primer mundo y llegó a Nálchik, al Spartak de Nalchik, un
asco. Era horrible, una ciudad comunista horrible. Cuando llegué el entrenador
quería que yo le de plata por mes, le
dije que si me quería poner que fuera porque jugaba bien y no porque ponía plata.
Me dijo que todos los extranjeros hacían lo mismo. Entonces le pregunté al
traductor si me estaba traduciendo bien porque no lo podía creer. Estaba
recaliente, entonces rompí el contrato y
nos fuimos a Suiza, ahí nació mi primer hijo. Después estuve en Bulgaria, donde
tuve mi segundo hizo, así que tengo un hijo búlgaro y uno suizo ja", contó Adrián entre risas, algo que por suerte nunca faltó en la conversación.
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Festejo de gol.. |
"También estuve en Austria, ahora hablo siete idiomas pero
en ese momento no. Fue una de mis primeras salidas, llegué al Sturm Graz. El
entrenador me dijo que estaba esperando un brasileño que lo pidió hace un año
pero que vio un video mío y le gustó. Entonces me dijo que si llegaba el brasileño me
tenía que ir, pero que si llegaba un francés me quedaba. Como en ese momento no
tenía nada me quedé. Entré al vestuario y eran todos rubios de dos metros, gigantes. Me daban la mano, pero me sacaban la mirada.
El utilero del equipo hablaba algo de español y me contó que era una ciudad muy racista. 'Vos
tenes colorcito (con su mano hace un gesto sobre su rostro) y se te va a hacer
duro', me dijo. La cosa era que cuando te saludan así es porque no te tienen respeto, pero era raro porque jugamos un amistoso, metí dos goles y cuando volvíamos en el micro me coreaban. A los dos días jugamos otro
partido y ni la toque, ni la vi. Ahí ni me saludaron, me volvieron a despreciar, ja. Ellos se juntaban en la sala del masajista, me acercaba para ver de qué
hablaban y llegaba ellos se iban. No entendía qué pasaba. Lo que
pasaba es que no les gustaba mi color, estaba muy caliente", narró entre sonrisas, sin embargo la cosa no terminó ahí.
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Posando para la publicidad.. |
Cuando uno piensa en Emiratos Árabes, quizás lo primero que se le viene la mente es el desierto, aunque tras sus pasos por esas tierras Carucha tiene clarísimo que la cosa es bien diferente. "Llegaba temprano al entrenamiento para ir al gimnasio,
hacía mucho calor y ellos se ponían a rezar. Me daban las llaves de sus autos, yo aprovechaba y mientras ellos rezaban probaba sus autos. Andaban en hammers, así que imaginate. En esa época eran dos profesionales por equipo, ahora son
tres. Les preguntaba de qué vivían porque ellos eran amateurs, me respondían
que tenían negocios o negocios familiares. A mí no me cerraba y un día
hablando con el capitán del equipo me dijo que tenía unas oficinas en el
aeropuerto. Pensé que tenía una agencia de viajes, ellos son re humildes y no les gusta hablar de eso, pero me tiró 'tengo
unos aviones'. El tipo tenía siete jets que hacían
vuelos cortos; hay mucha plata ahí".
En Cultura Redonda siempre le buscamos otra cara al fútbol y Fernández no tiene problemas en asegurar hitos de su trayectoria que quizás cualquier otro ocultaría. "Hice un test en China y a mí no me da vergüenza decirlo, porque soy un trabajador del fútbol, las figuras están en otras ligas. Sabía que allá eran poco serios, eso lo aprendí por la gente con la que trabajo. Siempre hago precontratos, tengo muchos amigos que fueron y estaban en bolas. Llegué a China y no soy Conca, él llega por millones, yo llego por diferentes números, ja. La cuestión fue que cuando llegué me hicieron una que hasta mi hijo más chico la sabe: firmé todos los contratos pero ninguno tenía el sello del club, ni del presidente ni de nada. Fui a la práctica y había siete jugadores en mi puesto, ahí me di cuenta que el contrato no tenía ninguna firma. Todos los jugadores estaban iguales, pero como estaba ahí decidí hacer la prueba igual. Jugábamos un amistoso contra otro equipo chino y a mí me pusieron en el banco, pero el técnico se puso justo adelante mío. Se puso a hablar con el traductor y hablaban en alemán. Comentaron que había un serbio que les ponía plata para quedarse. Todo esto adelante mío, pero pensando que yo no les entendía. En ese momento, el entrenador, me llamó para darme una indicación y le respondí en alemán el tipo se sorprendió y me preguntó si hablaba el idioma. Le respondí que sí y que entendía todo. Al final quedó el serbio, que era el que dejaba la plata, ja", recordó.
Como apreciarán Carucha no tiene problemas en narrar cuestiones que muchos otros niegan y que en general son moneda corriente en el mundo de la redonda. "Nos sacamos la careta, en las ligas que no son las grandes, en la de los trotamundos, en las que no se manejan grandes números hay un porcentaje que se le deja a los entrenadores o a los directivos. A mí no me da vergüenza decirlo, pero los jugadores no lo sabemos eso porque de eso se encargan los representantes. Nosotros sólo nos enteramos cuando no quedamos en un club y te sorprendés porque jugaste bien. Después averiguas qué pasó. No me amargo por eso, es así. No tengo necesidad de ocultar nada. Trato de vivir la experiencia y de aprender de lo malo y de lo bueno", sentenció el delantero.
Sus viajes por el mundo hicieron que este argentino aprendiera a los tumbos que todas las culturas tienen sus diferencias y hasta se animó a hacer una reseña de ellas. "El israelí es como el argentino. Les gusta solucionar problemas por los costados, es un argentino medio raro. Son amables, respetuosos y siempre intentan adaptar al que llega de otro lado. Los suizos se ahogan en un vaso de agua, cuando tienen un problema medio raro no saben cómo resolverlo. Ahí me han dicho: los lunes se saca la basura y los martes el cartón. Yo metía todo en la misma bolsa y la tiraba a las cinco de la mañana pensando que no me iba a ver nadie, pero el vecino me escribió una carta en alemán y me la tradujo en español, por si no entendía ja, explicándome otra vez como era la cuestión y me trajo la basura a la puerta. Por lo lujoso me gustó Dubái, para vivir una vida ordenada y con buena educación, Suiza, pero es muy aburrido. Para una vida más de joda Bulgaria y para una vida más argentina, Israel", explicó Carucha, quien, por lo visto, disfruta de su familia y de su profesión a pesar de las dificultades.
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