Muchos jugadores han vuelto a las entidades que los vieron nacer futbolísticamente, pero dejaron una pálida imagen. Los recuerdos quedaron en el olvido y los hinchas se lo hicieron saber. Para otros fue distinta la historia aunque son pocos los casos. Un repaso por un listado interminable.
Existe una especie de esqueleto narrativo en la literatura y
en el cine ambientado en un contexto bélico que ha dado a luz a diversos
relatos y obras: Una feroz guerra termina, y el ahora más desgastado,
traumatizado y agobiado soldado saluda por última vez a los supervivientes de
su pelotón para volver a su ‘vida normal’ en los suburbios de alguna ciudad. No
tarda en desenvolverse un conflicto que tornará preocupante y tensa a la
oratoria. El soldado no es el mismo desde que regreso de aquel campo de balas,
humo y gritos, y los primeros que lo notan, en esencia, son los cercanos a su
círculo familiar. Él volvió. Pero no volvió. ‘No es el mismo’. Una parte de él
murió allí. O simplemente su totalidad falleció en la disputa y solo regreso
una parte ida e irreconocible suya.
Por supuesto que la construcción de esta clase de relatos en
el plato de la ficción tiene una importante cuota de realidad. A lo largo del
mundo y de la historia, enorme cantidad de casos así salpicaron la rutina de
familias afectadas por enfrentamientos que devolvían a los involucrados con su
mente atormentada por lo presenciado. Ese extraño limbo de haber vuelto sin
volver, de caminar de nuevo un barrio o una habitación, ver fotos o videos, que
deberían resultarnos cómodamente familiares pero de alguna manera ahora son
ajenas a nuestra vida.
Esta introducción se aplica a una situación dramática que,
vale la pena aclarar, lejos está de una cancha de fútbol. Por supuesto que la
redonda acarrea toneladas de sentimientos y pasiones. Pero no es el caso de la
guerra. Dicho esto, podemos tomar el dilema final que nos regaló el análisis
previo para traer frente a nuestros ojos esa cuestión: Volver y no volver. Que
los archivos del pasado juren que eramos distintos a lo que somos, y no podemos
evitar ser, en este presente.
Vayamos puramente, bajo el ala de este concepto en el fútbol
argentino. No es novedad que tras temporadas de rendimiento notable en Europa,
un jugador criado en una escuadra, o que haya trepado al éxito en sus filas,
regrese al lugar que lo vio nacer en este deporte para quemar sus últimos
cartuchos y, por supuesto, devolver con la herramienta de su talento y
experiencia lo que el club le dio. Juan Sebastián Verón, en Estudiantes de La
Plata, y Juan Román Riquelme, en Boca Juniors, son dos casos emblemáticos de
realizar esta tarea con éxito. Ambos alzaron la gloria a nivel nacional y
continental en sus regresos a sus conjuntos. Entra en este campo, ¿por qué no?,
la reinvención como futbolista que atravesó Matías Almeyda en River Plate. En el Millonario también nos topamos con Fernando Cavenaghi. No podemos dejar
afuera a Marco Ruben y su nueva etapa en Rosario Central. Lucas Bernardi entra
en el listado, situado en Newell’s Old Boys. El reciente caso de Carlos Tevez
se hace su lugar en esta lista. Imposible no pensar en Diego Milito y Racing.
También se aproxima a nuestros pensamientos el sanlorencista Leandro Romagnoli.
Todos alcanzaron un auge futbolístico en el reencuentro con su primer amor en
el césped, adoptando (o retomando, según el caso) un grado de referente.
¿Pero qué pasa en el otro lado de la calle? Cuando el
retorno sucede en un bajo nivel lejano al tan cruel ‘lo que supo ser’. Como si
nos montáramos en una calesita y exigiéramos una vuelta que, concluida, nos
deje la sensación de que estuvo de más. De que se apostó por el triunfo
englobado en la cuenta pendiente y, por diversos motivos, el retiro debió
efectuarse sin levantar trofeo, o percibir reconocimiento alguno dentro del ámbito
profesional.
Podemos ir a por el caso de Andrés Guglielminpietro,
arribado a Gimnasia La Plata en el invierno del 2006 tras vestir casacas de
equipos como el Inter y el Milan. Luego de su paso por el Viejo Continente, y
dejando atrás intermitentes despliegues por Boca Juniors y el fútbol emirato, pegó la vuelta al sitio que lo vio debutar, crecer y explotar en los '90. El team platense se preparaba para encarar un semestre que
incluía torneo local y Copa Sudamericana. Pero lejos estuvo de pelear alguno de
los dos frentes, y un Guly de bajo nivel concluyó su estadía en el equipo
tras una discusión con Pedro Troglio. Un par de años más tarde se sumaría al
cuerpo técnico de… Estudiantes de La Plata.
En agosto de 2011 la vuelta de Gabriel Milito a
Independiente regaba las expectativas de una hinchada que se ilusionaba hasta
la médula causa de ver de nuevo al aguerrido y hábil defensor proteger la valla
del Rojo. Proveniente del Barcelona de Guardiola, sorteaba algunas
lesiones que persiguieron su etapa en tierra catalana para, nuevamente en casa,
recuperar el tiempo perdido y reactivar su carrera. A favor suyo hay que decir
que su status de ídolo no se vio afectado y hasta su último partido de
despedida los aplausos lo acompañaron, pero más en sentido de agradecimiento y
reconocimiento que valoración por lo último mostrado: A la par de aquel
Independiente, Milito estuvo alejado de aquel bastión del año 2002. Su retiro
acudió tan solo un año después, alegando estar extenuado mentalmente.
Continuaría, en el punto y aparte de su carrera, en el banco de suplentes de la
reserva de Independiente, ahora como director técnico.
Roberto Abbondanzieri, multicampeón defendiendo el arco de
Boca Juniors, regresó a la Bombonera
desde el Getafe español para afrontar el anochecer de su trayectoria en un equipo
que supo bañarlo en gloria. En el génesis del 2009 el traspaso se concretó, siendo
el Pato un partícipe de lleno en la turbulenta temporada 09-10 que afrontó el Xeneize. Una derrota 2-4 ante Newells en la tercera fecha del Clausura '10 adelantó su salida del primer equipo. Abandonaría el mismo al poco tiempo para
concluir su carrera en el fútbol brasileño.
En los '90, un joven Diego Placente dio sus primeros pasos
en el fútbol en Argentinos Juniors. Sus buenas actuaciones en el Bicho le
valieron el pase a River Plate y, a posteriori, lapsos en la liga alemana,
española y francesa, además de en San Lorenzo y en el Nacional uruguayo. En
2012 decidió retomar a La Paternal, en un equipo que buscaba alejarse de las
peligrosas aguas del descenso. Lamentablemente, las lesiones lo harían pasar casi
desapercibido hasta que, a mediados del 2013, una mediática discusión con
Ricardo Caruso Lombardi lo devolvería a las primeras planas. Mientras RCL
insultaba, envuelto en gritos y nerviosismo, al defensa involucrado frente a decenas de micrófonos, Placente dijo
basta y abandonó la actividad profesional.
Las lesiones también minarían el camino de Luciano Figueroa,
quien en el mejor momento de su carrera se vería obligado a ver la acción desde
afuera del campo causa del capricho de sus huesos. Su andar en el fútbol había
iniciado a comienzos de los 2000, rompiendo redes en su Rosario Central natal.
A comienzos del 2010, tras intentar recuperar su forma pasando por el fútbol
italiano y Boca Juniors, emprendió la vuelta a aquella institución en vísperas
de una gran ilusión. La misma se desvanecería con el pasar de las fechas. Un
puñado de meses más tarde, Central caía en la promoción ante All Boys, viéndose
obligado a descender a la segunda categoría. Figueroa se mantendría un tiempo
más allí hasta aceptar, posteriormente, una oferta del Emelec ecuatoriano.
Roberto Sosa hizo tantos de todo tipo y color a fines de los '90 con la camiseta de Gimnasia La Plata. Los mismos le otorgarían el traspaso
al fútbol italiano que desencadenaría vestimenta de un puñado de clubes del Calcio. En 2008, concluida la experiencia en el Viejo Continente, se puso
nuevamente la camiseta de su primer equipo. Sus goles eran la promesa más
venerada. Pero los mismos brillaron por su ausencia. En 32 partidos, solo
marcaría en dos oportunidades. Diría adiós al conjunto platense para volver a
territorio europeo, más específicamente al under italiano.
Un gol anotado con la camiseta de Boca Juniors había dejado
enfurecidos a los simpatizantes de Independiente con Federico Insúa. La palabra
traición comenzó a adjetivar su nombre, tapando una sensación de dolor: Si bien
no nació futbolísticamente allí, Insúa había alcanzado un magistral juego en
‘el Rojo, siendo campeón con el mismo. Aquel tanto con una casaca rival fue
una daga en el corazón. Pero en el 2013, la posibilidad de pedir perdón dentro
de la cancha se transformó en realidad. Un Independiente luchando por ascender
veía la vuelta del Pocho como una nueva motivación para la ansiada búsqueda
del ascenso. Un equipo irregular que por lapsos parecía encaminarse al
éxito y por momentos solía parecer en caída libre no fue un buen acompañamiento
para este volante ofensivo. El ascenso se concretó, pero con un Insúa de mayor
a menor. Dejaría el equipo al poco tiempo.
Los casos más recientes de Javier Saviola y Pablo Aimar en
River Plate le dan conclusión a esta sección. El Conejito no dio con aquel
imparable jovencito del génesis de su carrera y dio un paso al costado. El Payaso, por otro lado, vio cómo las lesiones le daban cimientos sumamente
sensibles a su participación en la Banda. El adiós fue una palabra necesaria,
entonces.
Sería sencillo caer en el falso hallazgo de que ‘algunos
regresos son innecesarios’ o ‘es mejor dejar la partida a tiempo’. La realidad
es que son pensamientos incompletos. Existe una cuota de valentía, e incluso de
agradecimiento, que llevó a los nombres citados a regresar a los sitios que los
vieron crecer futbolísticamente. La fortuna no los acompañó, es cierto. Pero
quizá quitando puntualmente el caso de Guglielminpietro, ninguno vio desprestigiada
la posición de cariño y afecto que se había ganado. Milito fue despedido en una
cancha que coreó su nombre sin cesar, y es casi un hecho que en un futuro no muy
lejano su carrera como DT le deparará sentarse en el banco del Libertadores de
América. Placente pudo retornar a Argentinos como ayudante de Claudio Borghi. Ni
el más cascarrabias seguidor podría negarle un aplauso a Saviola o Aimar en el Monumental, o a Abbondanzieri en La Bombonera. La lección es, quizá, que los
buenos inicios no garantizan finales felices. En el fútbol nunca sabes lo que
te va a tocar. Y muchos pueden dar fe de eso.
Muy buen post....creo que Lucho Gonzalez ( aunque no nació en River , se lanzó como jugador en la banda ) va por las mismas Tevez después de un incio de ensueño la está teniendo difícil
ResponderEliminarGuillermo