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La extravagante carrera de Paulinho

El volante brasileño, que acaba de ser traspasado al Guangzhou Evergrande de China por 14 millones de euros, ya conoce lo que es jugar en un país donde el fútbol no es el deporte rey.




Su nombre proliferó en 2012, cuando su equipo, el Corinthians, se consagró campeón de la Copa Libertadores tras vencer a Boca en la final. Pieza clave de ese conjunto, Paulinho ostenta una carrera llamativa con muchos vaivenes y decisiones difíciles de entender.

Cuando militaba en el Audax São, club que juega las ligas regionales de San Pablo, le llegó una de esas ofertas que implican tomar una decisión arriesgada. El FC Vinilus de Lituania quería sus servicios. Un país en el que el fútbol no tiene demasiada trascendencia, una cultura nueva, él todavía en pleno desarrollo futbolístico. Sin embargo, Paulinho, con 17 años, no dejó pasar el tren -avión- y emigró hacia el norte de Europa.

Luego de casi dos temporadas en Lituania, en las que jugó la mayoría de los partidos de su equipo, pasó al LKS Lodz, equipo del ascenso de Polonia. Allí no tuvo muchas oportunidades de mostrarse en cancha, debido a que al técnico del momento no le gustaban los jugadores extranjeros.

Su mala vivencia en el viejo continente le hizo replantearse su futuro. En su cabeza, estaba latente la idea de dejar de jugar al fútbol debido a que, para él, no tenía suficiente nivel. Sin embargo, su mujer lo apoyó para que continúe haciendo lo que él más quería, y entonces Paulinho volvió a su tierra natal, a Brasil. Con sed de revancha, tuvo un superlativo nivel en la Serie B jugando para el Bragantino, como para demostrarse a sí mismo que sí podía sobresalir en el fútbol. Corinthians, que lo venía siguiendo, lo compró.

Y ahí comenzó su romance. Campeón del Brasileirao en 2011, y campeón de América al año siguiente. Dueño del mediocampo, imponente físicamente, fue clave en aquella Copa Libertadores que el Corinthians conquistó, luego de vencer a Boca en el partido decisivo. Además, en 2013, fue pieza clave en la Selección de Brasil que se coronó en la Copa Confederaciones. Y, como si fuera poco, el Tottenham inglés lo compró en 20 millones de euros.

Nuevamente tendría la oportunidad de mostrarse en Europa, pero esta vez la cosa era distinta. Ya estaba consagrado en su país, y ahora iría a demostrar al otro lado del mundo que se habían equivocado en dudar de él. Pero deportivamente hablando, a partir de ese momento, la carrera de Paulinho sufrió un descenso. En su primera temporada en el fútbol inglés, a pesar de las dificultades lógicas de la adaptación, disputó una gran cantidad de partidos y a un buen nivel. Luego, con la llegada de Pochettino, su estancia en el primer equipo fluctuaría.

También, en el Mundial que se disputó en su país, su rendimiento no fue el esperado. Comenzó la Copa de titular, pero luego quedaría relegado al banco de suplentes. Y un año después, apareció la oferta de China. Otra vez, como le había sucedido al comienzo de su carrera, una extravagante propuesta tocaba su puerta. Y otra vez, Paulinho aceptó.

Claro está que en el Guangzhou Evergrande del país asiático su billetera engordará, y mucho. Pero también es cierto que es una involución en cuanto a su desarrollo futbolístico. Si bien su nivel en el Tottenham no fue el mejor, él podría haber optado por mantenerse jugando en el fútbol del primer nivel con la expectativa de recuperar su mejor versión. Pero priorizó la oferta económica sobre el prestigio deportivo, algo que cada vez se torna más común por estos tiempos.

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